Más Información
Jueces y magistrados acusan registros “inflados” en inscripción a elección judicial; exigen transparentar listas de aspirantes
Diputada del PAN plantea reforma para ampliar servicios de atención infantil; va por estrategia enfocada en Primera Infancia
Mauricio Kuri garantiza seguridad tras ataque a bar Los Cantaritos; niega que conflicto de otros estados se traslade a Querétaro
Rubén Rocha admite “encuentros” entre grupos criminales y autoridad en Sinaloa; “ahí va la seguridad en el estado”, dice
Marcha 25N: Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer; cierres y cortes viales, minuto a minuto
cultura@eluniversal.com.mx
Philip Roth es un gigante de la literatura, una de las voces más potentes de la narrativa estadounidense de la segunda mitad del siglo XX, un feroz escritor satírico y un realista inflexible, que confrontaba a sus lectores con un estilo audaz y directo que despreciaba el falso sentimiento o la esperanza de una recompensa celestial. Ese narrador descendiente de judíos nacido en Nueva Jersey en 1933, murió el martes a los 85 años por una insuficiencia cardiaca congestiva; con su muerte se cierra una época de la literatura contemporánea de EU.
El escritor, ensayista, crítico y eterno candidato al Premio Nobel de Literatura fue un ateo que juró lealtad a la imaginación terrenal. Su sepelio se llevará a cabo la próxima semana en una ceremonia íntima en el cementerio de la Universidad Bard College, donde el escritor participó en un curso sobre su obra, informó su biógrafo, Blake Bailey.
El autor de la elogiada trilogía política que incluyó Pastoral americana, Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000) fue un lúcido observador de la sociedad estadounidense del siglo XX.
Conocido por contar con sagacidad e ironía la experiencia judío-estadounidense en sus más de 30 novelas, señalaba: “No escribo como judío, escribo como estadounidense”. Se identificaba como un escritor estadounidense, no como uno judío, para Roth la experiencia estadounidense y la judía eran a menudo la misma.
Al conocerse la muerte del Premio Pulitzer 1998, el Premio Man Booker International en 2011 y el Premio Príncipe de Asturias 2012, Eduardo Lago, catedrático de Literaturas Hispánicas en el Sarah Lawrence College (Nueva York) y una de las voces de referencia en España sobre literatura estadounidense, explicó a EL UNIVERSAL que, “como dijo Borges de Quevedo, Philip Roth no era un escritor, sino una literatura. Uno de los pilares de la ficción de calidad no sólo estadounidense, sino universal. Sus más de 30 novelas son una historia espiritual de su país en la mitad del siglo XX desde el punto de vista atormentado del varón atrapado por la maquinaria social de una cultura profundamente enferma”.
Jordi Fibla destacó como una de sus experiencias laborales más placenteras los 19 libros del autor que ha traducido. “Lo que más me impresionó de Roth fue que encontró su voz personal e intransferible después de un enorme esfuerzo... A Roth le costaba encontrar el tono exacto, determinar la idoneidad del tema, construir la obra tal como su intuición le indicaba que debía hacerlo”, dijo Fibla del escritor que en 2012, ante la sorpresa de sus lectores, anunció su retiro de la literatura. Su última novela fue Némesis.
El escritor cubano Leonardo Padura dijo: “Roth es para mí un ejemplo de lo que puede ser un escritor comprometido con su tiempo y su sociedad”. (Con información de agencias)