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La pasión adolescente ligó de por vida a Paul Viejo con el padre del cuento: Antón P. Chéjov. Esa pasión juvenil se convirtió en un reto adulto. Hace más de un lustro, el escritor, editor y crítico literario español se empeñó en un proyecto: reunir los cuentos completos del gran Chéjov y publicarlos en cuatro enormes tomos con la complicidad de Páginas de Espuma. Hoy ese proyecto está concluido.
En cuatro tomos: “1880-1885”, “1885-1986”, “1887-1893” y “1894-1903”, Paul Viejo editó la cuentística completa escrita por el narrador ruso en sólo dos décadas, murió cuando apenas tenía 44 años y estaba en plena madurez literaria aunque se manifestaba fatigado de las letras y cansado de las peleas intelectuales, políticas y sociales de su época.
“Chéjov nos da lecciones a los que nos interesa la literatura y la escritura sobre cómo un autor va a acabar siendo un clásico. Vemos cómo, pese a las torpezas del inicio, pese a los cuentos malos, pese a los problemas iniciales, ya demuestra su talento desde el principio. No nos engañemos, desde los primeros cuentos más humorísticos que escribía por encargo y mucho para pagar la renta, por fracasados que fueran y los leamos con cierta inocencia y candor, ya se veía que era ese hombre que está mirando de una manera diferente las cosas, que ve un poquito más allá de lo que vemos el resto de los mortales”, señala Viejo.
En entrevista, el editor de Antón P. Chéjov. Cuentos completos dice que con el tiempo se ha dado un cuento chejoviano que inspira a muchos escritores. “A nivel estilístico, Chéjov es un maestro de la cercanía de un lenguaje mucho más condensado, mucho más meticuloso; no tiene un lenguaje abigarrado, no se le caducan las palabras como le ocurren a otros escritores; no lo inventa, pero sí lo pone sobre la mesa para utilizarlo”, dice.
Paul Viejo celebra además en Chéjov lo que él llama “un grado de humanidad bestial”. Dice que hay veces que a los escritores les da por inventar ficciones sólo por el hecho de inventarlas, como si tuvieran que entretener al mundo y con eso basta; en tanto que Chéjov entretiene al mundo y hace una literatura que cualquiera puede leer, pero al mismo tiempo se fija con una mirada muy cálida.
“Cálida no quiere decir que no pueda ser mordaz, que no pueda ser agresiva en otros momentos, es cálida para el receptor, lo que hace es que nosotros también vayamos mirando con su mirada. Él no juzga, él no critica, él nos muestra, ya luego tomaremos nosotros las decisiones”, comenta Paul Viejo.
El autor de cuentos, poesía, novela y teatro asegura que además los temas de Chéjov siguen vigentes. “Chéjov habla del maltrato hacia las mujeres, habla de independencia, de los problemas que trae la democracia en cualquier país; todo eso está hoy, lo seguimos debatiendo y seguimos escribiendo de ello. Lo que cambian son los nombres que parecen un poco más raros, cambian las costumbres, que en lugar de bailar una cosa bailan otra, que en lugar de beber tequila beben vodka. Cuando habla de cualquier tema, de la situación de una mujer en su casa, del trabajo de un funcionario, de un borracho por la calle, él no está sólo retratando, está haciendo un tipo de psicología en el que acaba destacando”, indica.
El editor cierra este ciclo en la obra de Chéjov y aún no sabe si se adentrará en su teatro, donde nunca tuvo los reconocimientos que sí logró en el cuento. Quizás le gustaría adentrarse en sus obras de no ficción, en los reportajes que hizo y en las crónicas que también publicó, y que se conocen menos. Tal vez, incluso, le gustaría encontrar cuentos inéditos y hacer otra antología con esas obras.