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Benjamin Black
, el seudónimo " negro " tras el cual se oculta el escritor irlandés John Banville , cree que "las nuevas tecnologías han destruido el mundo imaginativo de la novela negra ", con el que ha vivido en los últimos treinta años.
Para salvar ese peso excesivo de la tecnología, de "iphones" y ordenadores, Black prefiere situar sus libros "en el pasado o en mundos inventados" , y en cualquier caso no lo hace abrazando una idea escapista de un mundo contemporáneo tan lleno de conflictos.
De hecho, revela a EFE en una entrevista, ahora está escribiendo un guión sobre un personaje irlandés histórico del siglo XVI, unos años en los que hay cosas tan tremendas que es difícil hacerlo creíble, como un general inglés que bordeaba el camino de su casa con cabezas humanas , y en la Praga de Rodolfo II aparecen hechos imposibles de creer".
Black reflexiona sobre la diversión en el género y llega a la conclusión de que "tanto en la ficción histórica como en la novela negra resulta difícil ser divertido; puedes ser astuto, irónico, pero es más difícil ser divertido, como si no fuéramos capaces de reírnos de la historia del pasado ni de las historias de crímenes".
La novela negra siempre tiene que ser "lo más real posible" y, de hecho, duda de que muchos escritores que escriben sobre asesinos en serie los hayan llegado a conocer, "y en realidad la mayoría de los criminales son normales , no son grandes monstruos".
John Banville se inventó a Benjamin Black para firmar sus novelas negras, protagonizadas por el patólogo Quirke y ambientadas en el Dublín de 1950. Lleva siete libros.
"Tanto Quirke como Sherlock Holmes son forzosamente fantasía pura, porque la mayoría de los casos no se resuelven y los asesinos se van de rositas. Me gustan los indicios, pero no existen normalmente y, si aparecen, dan demasiada información que no sabes qué hacer con ella", señala el autor irlandés, que ha llegado a Barcelona para participar en el cierre del BCNegra.
"No me gusta la novela negra, porque todo es demasiado evidente. Cada pista apunta al asesino y encuentro en esa lógica muchas limitaciones, como la necesidad de que haya un crimen", ha confesado Benjamin Black.
En su última novela publicada en España, " Los lobos de Praga " (Alfaguara en castellano), Black viaja unos siglos atrás, en concreto a la Praga de 1599, adonde lleva al alquimista Christian Stern , que busca hacer fortuna en la corte del emperador Rodolfo II, pero en su primera noche se topa con el cadáver de una joven con un corte en el cuello.
El personaje, ha revelado, surgió en un paseo con su perro en el que se le aparecieron el nombre y el argumento de la novela. "He inventado personajes durante tanto tiempo que he llegado a la conclusión de que yo soy el personaje y ellos me han inventado a mí".
Asegura que es improbable que vuelva con Stern en otra novela, porque "el problema con la ficción histórica es que tienes que dar la impresión de plausibilidad, y para ello has de introducir hechos que sean contrastables y eso me parece aburrido".
Black dice que su mayor anhelo es "escribir una autobiografía en la que los hechos que cuente estén ligeramente distorsionados y que vuelva un poco locos a los lectores". Tras una pausa, espeta: "Ya sé lo que haré: escribiré la autobiografía de Benjamin Black y no la mía".
De todos modos, Black/Banville está acostumbrado a suplantar personalidades como demuestran sus experiencias literarias poniéndose en la piel de Raymond Chandler o Henry James .
" Los lobos de Praga " es su vuelta además a la capital checa, que ya visitó literariamente como Banville en la biografía novelada " Kepler ".
Admite el escritor que "la historia es una buena fuente de ficción y los personajes reales son seguramente más interesantes que los ficcionados", aunque también constriñan más al autor porque los personajes históricos suelen ser muy conocidos por la gente.
Conviene el autor de " El libro de las pruebas " o " El mar " que en " Los lobos de Praga " se combinan Banville y Black, mientras fantasea con la idea de hacer algún día un libro de Benjamin Banville, aunque le parece mejor la posibilidad de convertir en personaje a un agente secreto que se llamara John Black. "Suena bien, pensaré sobre ello", añade.
nrv