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Enrique Mijares ha dedicado casi 60 años de su vida al teatro y a la formación de actores y de públicos; pese a su larga trayectoria se considera un "invisible" en el mundo teatral mexicano. "Creo que cuando la gente me ve en la Muestra Nacional de Teatro, se pregunta: '¿Y este quién es?'", dice. Hace unos días le fue concedido el Premio de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón, uno de los más importantes del país.
La Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), y el Gobierno del Estado de Guerrero, mediante la Secretaría de Cultura de la entidad, anunciaron a través de un comunicado que el ganador del premio que se otorga a la trayectoria, era el doctor en Letras españolas por la Universidad de Valladolid, nacido en Durango en 1944.
En el acta de deliberación quedó asentado que el jurado integrado por Ximena Escalante Muñoz, Ricardo Pérez Quitt y Petrona de la Cruz, decidió por unanimidad otorgar este galardón al poeta, narrador y dramaturgo y profesor de tiempo completo en la Universidad Juárez del Estado de Durango desde 1991.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el fundador y director del taller Espacio Vacío desde hace más de 42 años, con el cual ha realizado más de un centenar de montajes que se han presentado en distintas ciudades del país y del extranjero, y obtenido numerosos premios nacionales e internacionales, habla acerca de su vocación y ofrece su visión del teatro.
El premio económico que consta de 500 mil pesos se entregará de inmediato, pero ante la pandemia de Covid-19, el reconocimiento público se realizará en las próximas Jornadas Alarconianas a las cuáles también será invitado a impartir un taller y a participar en una sesión de diálogo con otras personalidades que han sido ganadoras de este Premio.
¿Qué significa para usted este premio?
Desgraciadamente este año no se podrá celebrar, pero es un premio a trayectoria y tengo casi 60 años dedicado al teatro desde que empecé en la universidad, algo que de alguna manera sigo haciendo porque mi trabajo ha estado íntimamente ligado a la Universidad Juárez del Estado de Durango en donde me permiten dar funciones todos los sábados y los domingos a las 5 y a las 7 de la tarde con funciones gratuitas, aunque claro que en este momento hemos tenido que suspender. Agradezco al rector que me hayan propuesto para este premio.
El centralismo cultural es un tema al que se ha referido en algunas ocasiones. Ganar este premio es también un reconocimiento a lo que usted hace en Durango.
Me debo a la comunidad durangueña, es con la que tengo una gran interlocución. Para mí es importantísimo que haya gente que se mantenga fiel a sus regiones y que trabaje para sus públicos; hay muchos casos como el mío que desgraciadamente no son visibilizados por el peso del centro, suele interesar más lo que pasa en la capital del país, pero el teatro que se hace en otras partes está más en diálogo con sus públicos. En mi caso, además, mi trabajo también está ligado a los jóvenes.
Sus intereses son muchos, entre los más recientes están los temas sobre movimientos como el estudiantil de 1968, el de Chiapas en 1994 y la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa.
Si te das cuenta, la dedicatoria está hacia los jóvenes, me interesa que las nuevas generaciones conozcan más sobre esos movimientos, son fragmentos de nuestra historia y busco que reflexionen al respecto.
¿Cómo ha sido para usted la formación de públicos en su región?
Yo empecé pensando en la perseverancia y en la paciencia y poco a poco fuimos creando públicos. Hoy existen instituciones educativas que están interesadas en acercar a los estudiantes al teatro y ahora puedo decir que hay públicos asiduos. Empecé a trabajar mucho con niños porque las obras requerían niños y siempre he pensado que un actor puede hacer todo tipo de personajes, menos niños. Tengo un grupo que se llama Taller de Teatro Espacio Vacío y ya no sé cuántos jóvenes habrán pasado en tantos años, muchísimos, y afortunadamente muchos se dedicaron al teatro, quizá no todos los que quería porque aquí no tenemos tantas posibilidades, pero mi objetivo fue que todos ellos fueran mejores personas y mejores profesionistas, creo que eso lo he conseguido en la mayoría de los casos.
¿El teatro en Durango ha crecido gracias a esos esfuerzos?
La Universidad Juárez se erigió en 1957, el año en el que entré a estudiar la secundaria, preparatoria y carrera, y hacia 1964 Francisco Zavala, que estudiaba medicina, empezó con el teatro universitario, yo participé con él interpretando varios papeles. Creo que con él empezó el teatro en Durango, ahora hay bastantes grupos, no sé cuántos habrá actualmente porque yo estoy muy metido en la universidad, pero sé que hay mucho que son de gran calidad, incluso tienen proyección internacional.
Usted se ha interesado mucho en que su obra hable de Durango.
Sí, me gusta hablar de mi casa, de mi familia, de la historia de mi ciudad, de la región, y he escrito muchísimo sobre los héroes de Durango y sobre grandes artistas duranguenses, yo quiero hablarle a la gente de mi estado sobre lo que somos, sobre lo que hemos sido, he querido podamos tener una brújula para sortear las calamidades que hemos pasado, ahora mismo nos enfrentamos a una enfermedad, pero ya hemos pasado por guerras y revoluciones.
¿Y cómo ha sido la recepción de su trabajo?
Nunca pienso en cómo me van a recibir, pienso en qué tanto voy a conseguir en la gente. Siempre les digo a los actores que el público no es un receptor pasivo, sino que estamos en una dinámica de interlocución, el teatro es sólo es cuando entabla un argumento vivo con los espectadores. Creo que sin espectadores no hay teatro.
Ahora se habla de que, al menos temporalmente, se tendrá que reducir el público ante la pandemia.
Yo estaba por estrenar una obra en abril, ahora me pregunto qué va a pasar porque tengo actores que podrían irse a estudiar a otra parte. Estamos en un momento crítico porque el teatro está bajo sospecha ante estas circunstancias. He tenido que ver teatro en un video y para mí es un teatro mentiroso, están grabados y no hay sensación de convivio que hay en una puesta en escena. Luis de Tavira tiene una frase: 'Dime en cuál butaca estabas sentado y te diré qué obra viste'. Es cierto, en la primera fila puedes ver algo que tal vez no se ve en la última. Cada espectador es un mundo, un contexto de experiencia, de saberes, de ideas, que se aplican a la interlocución que hay en el teatro. Yo quiero que el espectador se intercambie con el personaje y pueda decir: 'eso lo pude decir yo si estuviera en esa situación'.
El Premio Juan Ruiz de Alarcón incluyó este año una cláusula con la que el ganador otorga su autorización a las instituciones convocantes para que realicen la reproducción, distribución y comunicación pública de su obra, así como para crear y divulgar obras derivadas. Una cláusula que generó inquietud. ¿Usted qué opina?
Para mí es muy bueno que haya gente interesada en mi obra, no veo una mala intención en la cláusula a la que se refiere. Cuando he tenido la beca del Fonca no me han pedido retribución social debido a mi edad, aunque di muchísimos, pero me pidieron que regalara algunos de mis libros para que el Fonca los distribuyera, eso era genial porque me interesa difundir lo que pienso sobre este fenómeno vivo que es el teatro. Yo siempre he dicho que mi acta de nacimiento en el teatro mexicano se la debo al Premio Internacional Tirso de Molina porque antes de eso yo era invisible, podía apoyar, entrar, salir, publicar, pero nadie me conocía; cuando lo gané entonces me voltearon a ver. Han pasado 23 años de ese premio y las cosas se han enfriando, quizá ahora, con el Juan Ruiz de Alarcón, pase algo parecido. Yo voy cada año a la Muestra Nacional de Teatro porque me gusta ir a ver lo que se hace ahora en todo el país, especialmente en el interior de la República, ceo que cuando la gente me ve por ahí se pregunta: '¿Y este quién es?'.