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La primera novela de Mateo García Elizondo no se enmarca en el realismo mágico que desentrañó con soltura su abuelo paterno, tampoco explora la narrativa experimental que practicó su abuelo materno; en realidad, la apuesta principal de este novel escritor mexicano pretende reflejar los estados alterados de la conciencia inducidos por las drogas, de ahí que “ Una cita con la Lady ” ( Anagrama 2019) ya ha sido definida como una novela del “ realismo psicodélico ”.
El autor nació en la Ciudad de México en 1987, es nieto de dos grandes escritores: Gabriel García Márquez y Salvador Elizondo , y aunque tiene claro que la herrencia literaria es muy pesada, él asegura que su interes es crear su propio estilo: “El chiste es que la gente no se espere que uno escriba así, ni realismo mágico ni novela experimental".
En entrevista con EL UNIVERSAL, el hijo del diseñador, pintor y tipógrafo Gonzalo García Barcha y de la fotógrafa Pía Elizondo , que dijo alguna vez que, en su familia, el amor por las historias era “una cuestión genética”, habla ahora de sus búsquedas literarias personales, de sus intereses por apostar por una literatura que ocurre en esa franja donde se da lo real y lo onírico, y la locura y la lucidez.
El guionista, creador de cómics y narrador, estudió Literatura Inglesa y Escritura Creativa en la Universidad de Westminster , en Londres, y un posgrado en Periodismo, ahora ha entrado con suficiencia a la literatura con una novela que relata la historia de "El muertito", un adicto que busca encontrarse con la "Lady" en forma de heroína; una novela con reminiscencias de Malcolm Lowry y sobre todo de Juan Rulfo , presente en el arranque de la historia, cuando dice: "Vine al Zopotal para morirme de una buen vez..."
¿Pura ficción en esta novela o hay algunos pasajes de vida?
La verdad es que es ficción; yo soy escritor, yo me invento historias, sí hay mucha reflexión en efecto, pero de la vida y la muerte, y sí tomo muchos elementos tanto de mi vida como de historias que he escuchado, de cosas que leído, de vida de otra gente, de conversaciones que he tenido, pero no es relato autobiográfico. Ya que llegas al final te das cuenta de qué es ficción, a mí no me podría pasar eso.
¿Te propusiste una gran exploración desde la ficción sobre la conciencia, sobre la vida y ante todo sobre la muerte?
A mí siempre me ha interesado escribir sobre la conciencia y todos sus estados alterados y en este caso toda la temática me ayudaba a hablar mucho de la muerte, pero la muerte era una manera de reflexionar sobre la vida; parece que es una novela sobre la heroína pero en realidad es una exploración del deseo, de estos deseos que son tan fuertes que no le permiten a uno vivir la vida.
¿El camino que eliges para indagar sobre los deseos la vida es a través de las drogas?
Es una reflexión sobre lo qué es ser un ser humano muy fallido e incapaz; sí parece ser una novela sobre drogas y sobre la muerte, pero en realidad es una exploración sobre muchas más cosas de las que irónicamente no te das cuenta hasta que ya estás muy cerca de la muerte.
¿Quería para el Zapotal una atmósfera muy rulfiana, un pueblo fantasma?
El pueblo es un personaje muy importante en la novela, no es pueblo particular que exista, lo creé a partir de muchos pueblos en los que he estado en México, algunos en Centroamérica, Sudamérica, pueblos muy remotos americanos; quería describir el final del mundo. La gente siempre hace la referencia a Juan Rulfo, y sí, supongo que el Comala de Juan Rulfo es lo más parecido al Zapotal.
Entiendo muy bien al maestro Rulfo, yo también he estado paseando en pueblos, en sierras y entiendo muy bien esa sensación que tenía Rulfo de estar perdido, de encontrarse con personajes en medio de la nada. Entiendo muy bien esa sensación, y traté de hacerla de otra manera, de rehacerla.
¿Creas tu propio universo, tu Comala o tu Macondo?
Pues darle un contexto coherente a la historia que estaba contando, esto habría podido suceder en la ciudad pero no habría sido la misma historia, a mí lo que me gusta del pueblo es que son como textos muy contenidos, como fáciles de mapear y moverse alrededor de ellos. He visto en todos lados pueblos fantasmas y me fascina el pueblo fantasma.
¿Quién es este adicto que llegó a el Zapotal solo con su jeringa, su cuchara, 200 gramos de goma de opio y un cuarto de onza de heroína?
Yo le dejó la opción al lector que lo decida, en esta novela hay mucho niveles de interpretación. Lo puedes ver como un "junkie" que se fue a morir y se volvió loco; creo que la respuesta no es tan sencilla, esencialmente sin duda es un "junkie", es lo que hizo toda su vida, es lo que es él y es gran parte de lo que lo define. Para mí es un personaje que me encontré y con el que me llevé muy bien, lo entendí muy rápido, lo escuchaba hablar claramente, él estaba contando su propia historia, todo fue muy orgánico en ese sentido.
Foto: cortesía Anagrama
¿Tu personaje tiene una única misión?
La misión queda muy clara desde la primera línea, yo traté de que fuera una promesa, este chavo sí está buscando morir, y en realidad la historia son todas las dificultades que tiene para hacerlo, porque en realidad no resulta tan fácil morir. Yo siempre he escrito historias de terror, creo que si tengo algo en común con otros escritores es que hablamos de la soledad porque es algo que a mí en lo personal me parece aterrador. Es fuerte, yo estaba explorando temas muy fuertes que siento que se prestan muy bien a este tipo de “terror”, un poco pensando en la vida y en el deseo, en el fracaso de cierta manera y al tratar de darle sentido a eso salen cosas pesadas.
¿Lo único que lo acompaña es la escritura, escribir su historia?
Todo esto pasa por la escritura, y eso me gustó porque era una escritura muy personal, de decir "yo estoy tratando de darle sentido a esto para mí, no necesariamente para nadie más", y eso permitía cierta honestidad que él mismo no tiene a veces, él mismo es muy deshonesto consigo mismo, creo que de eso se trata también. La escritura es una manera de darle sentido a estas cosas, de explorar ciertos temas a través de la ficción, yo creo que la ficción es como filosofía aplicada, te inventas situaciones y te inventas gente y los pones en situaciones que no quisieras vivirlas para aprender lo que estás aprendiendo, pero a través de esa exploración sí se pueden ver y entender cosas que no verías y entenderías en tu vida cotidiana.
¿Te interesa la literatura que transcurre entre la realidad y lo mágico, la fantasía?
Ya había intentado hacer esto antes, pero realmente no me había salido, quizás porque no encontraba el tono o el personaje, o exactamente los elementos, pero a mí sí me interesa esa franja entre la realidad y el sueño, la vida y la muerte, como estos estados transitorios de los que hablan mucho los tibetanos, siempre me ha interesado escribir sobre eso.
Además el aislamiento juega un papel importante en esa realidad aparte.
¿Otra franja es entre la locura y la conciencia; el delirio y la lucidez?
Eso siempre me ha interesado. Creo que la locura y la magia tienen una intersección muy interesante en la cual son como diferentes niveles de interpretación, tu lo puedes interpretar todo desde el punto de vista de la locura y funcionaría de cierta manera, o lo puedes entender todo desde un punto de vista metafísico y también funcionaría, y al fin y al cabo yo personalmente no quiero decidir por uno y otro, siento que realmente sí la locura y la magia pues tienen un punto en común para la una hace falta un poquito de la otra.
¿Comenzaste a leer muy joven?
Siempre me ha gustado leer, mucho más desde que era adolescente.
¿Y a escribir?
También más o menos en esa época, yo siempre tuve ganas de ser escritor, escribía de chiquito pero me lo empecé a tomar más en serio en la adolescencia; estudié letras, estudié escritura; como por esa época que estaba en la universidad fue que empecé a escribir guiones de cine y ya como que me fui por la narrativa audiovisual en estos últimos años; pero sí, yo siempre había tenido en mente que lo que quería escribir era una novela.
¿Qué tanto pesa la herencia, qué tanto pesan los abuelos, la familia?
Es tanto una ventaja como a veces puede ser una desventaja, supongo que crecer en un medio en donde hay muchos libros, donde se aprecian los libros y te cuentan historias y creces con la idea de que esto puede ser un oficio, ayuda mucho de cierta manera; yo cuando les dije a mis papás que quería ser escritor, pues sí era un plan de carrera concebible, yo creo que muchos escritores se pelean con sus familias porque ser escritores es como un oficio extraño, por ese lado es una ventaja; claro que uno crece rodeado de historias y rodeado de libros entonces pues sí afecta mucho. Y luego pues sí toda mi familia de alguna manera se dedica a la creación, hay unos pocos que se han salvado y qué bueno por ellos, pero la verdad es que sí a mi alrededor gran parte de mi familia y muchos de mis amigos estamos todos en este "bizne" de contar historias, también es un gran placer, al fin y al cabo yo sí tengo el gran privilegio de poder hacer lo que me gusta.
Pero también ese tipo de cosas crean muchas expectativas y uno como escritor primerizo sólo quiere poder sacar su novela y que la gente la lea y que la juzguen si es buena o mala por sí misma, no tanto por todo este contexto que a uno lo sobrepasa. No quisiera que los lectores se acerquen a la novela con estas preconcepciones y expectativas, quizás se desilucionen.
¿Sin embargo es un gran peso?
Yo solo soy escritor y quiero que la siguiente novela sea mejor, no quiero que se falsee con cosas que no tienen nada que ver con la novela. Pero entiendo, la gente espera que uno se gane el Premio Nobel pero no se trata de eso, yo estoy muy contento de poder contar historias y de que esa sea mi vida y lo hago porque me gusta y porque no podría hacer nada más, y entonces sí pesa, es parte del paquete, el chiste es que la gente no se espere que uno escriba ni realismo mágico ni novela experimental. Aquí ya se trata de otra cosa, y espero que los lectores lo puedan ver por lo que es.
¿Hay alguna nueva novela en puerta?
Siempre hay historias en el horno que se están cocinando, ahorita la verdad es que todavía estoy tratando de parir este chayote. Yo lo que hago como trabajo regular es desarrollar guiones de cine, entonces estoy terminando unos proyectos de largometraje con un colega director, Carlos Meléndez, y ya estamos dándole los últimos toques a eso. Yo siempre seguiré haciendo cine, cómics; a mí lo que me gusta es contar historias de la manera que se pueda. Disfruté la novela y es algo que quiero seguir haciendo.
fjb