Madrid. —El escritor chileno Luis Sepúlveda falleció ayer en el Hospital Universitario Central de Asturias (Oviedo), tras una larga y dura batalla contra el coronavirus, que golpea al mundo y a España de forma desmedida.

El autor de obras como "Un viejo que leía novelas de amor" se encontraba desde hacía varias semanas en estado crítico y permaneció la mayor parte conectado a un respirador en la unidad de cuidados intensivos.

Sepúlveda contrajo el virus tras participar en el festival literario Correntes d´escritas, que se celebra cada año en Portugal y al que asistió en febrero para convertirse días más tarde en la primera persona diagnosticada de Covid-19 en Asturias, región en la que vivía con su familia.

Tras su ingreso al nosocomio, la salud del escritor se fue deteriorando, su organismo no respondió a los tratamientos y la neumonía inicial acabó afectando órganos vitales. Su muerte fue dada a conocer por su familia, que agradeció la atención del personal sanitario.

“Luis Sepúlveda recorrió desde muy joven casi todos los territorios posibles de la geografía y las utopías, y de esa vida inquieta supo dar cuenta, como dotadísimo narrador de historias, en apasionantes relatos y novelas”, señaló la editorial Tusquets, donde Sepúlveda publicaba habitualmente sus obras.

En su narrativa destaca la preocupación que sentía por el desequilibrio del planeta y el futuro de la humanidad, contiene rasgos de moraleja y de aliento profético, al tiempo que su escritura aparece como una evolución del neorrealismo hacia nuevas tendencias. Muchas de sus obras destacan además por su humor sencillo y la descripción de la vida cotidiana en América Latina.

El chileno se distinguió también por sus ideales, claramente de izquierda, y su compromiso con los más necesitados. Respaldó al gobierno socialista de Salvador Allende que fue derrocado por Augusto Pinochet en 1973. Tras el golpe de estado fue encarcelado dos años y medio; logró salir para iniciar su exilio.

“Era un narrador ágil, de una escritura que arrastra a los lectores, un verdadero contador de historias, comprometido con la ecología y las causas sociales”, dice a EL UNIVERSAL el editor Jorge López Alba, quien mantuvo una gran amistad con el chileno (Ovalle, Chile, 1949), considerado un referente de la literatura latinoamericana por obras como Mundo del fin del mundo, Nombre de torero, Patagonia Express, Desencuentros, Diario de un killer sentimental, Yacaré, Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar y El fin de la historia.

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