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ana.pinon@eluniversal.com.mx
La Red Nacional de Bibliotecas es un gigante de más de 7 mil cabezas. Según los expertos, es la más importante en América Latina por el gran número de bibliotecas públicas que la conforman, alrededor de 7 mil 500 en todo el país, pero es también una de las más desatendidas. Hoy, la nueva administración cultural las contempla como el “centro del programa territorial” y busca que sean “vitales” y estén “en constante diálogo con su comunidad”. Los retos, dicen los especialistas, son mayúsculos y necesitarán de una gran voluntad política de la federación, estados y municipios, así como de la fuerza de la bibliotecología mexicana que apoye especialmente a los bibliotecarios que atienden los espacios más vulnerables porque están en condiciones lamentables.
Con la polémica salida de Daniel Goldin de la Biblioteca Vasconcelos, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, ofreció algunos avances del proyecto bibliotecario que emprenderá su administración.
Informó que Marx Arriaga, nuevo director General de Bibliotecas, tiene el “enorme reto” de, por ejemplo, “actualizar sistemas, infraestructura y acervos, con especial atención a los bibliotecarios de toda la República”.
También señaló que la Vasconcelos es un gran modelo, hasta ahora excepcional, “que se convertirá en un ejemplo para las más de 7 mil bibliotecas que existen en el país” y que está por concluir el diagnóstico exacto de nuestra estructura bibliotecaria, “gracias a un esfuerzo colaborativo con estados y municipios que forman parte de la Red Nacional”.
En Twitter, Arriaga dijo que se fortalecerá la Red con la “implementación de modelos innovadores”.
La fórmula del éxito. Los bibliotecologos Federico Hernández Pacheco, Estela Morales Campos y Jonathan Hernández señalan que la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, coordinada por la Dirección General de Bibliotecas (DGB), puede fortalecerse si se cumple con lo establecido en la Ley General de Bibliotecas y si se toman en cuenta modelos internacionales como el de Colombia, donde la participación ciudadana es vital.
“La Red ha estado al capricho del director en turno y del Conaculta en su momento, ahora de la Secretaría; uno de los principales problemas es que hace años que no se compran libros, viven de donaciones y tienen partidas presupuestales, pero no se han usado para tener colecciones actualizadas. Leer no es poner los libros a 10 pesos, las bibliotecas los tienen a cero pesos, lo que se tiene que hacer es invertir en programas que entusiasmen a la gente a leer. Si la nueva administración tiene nuevos planes, que los cumpla”, dice la doctora Morales Campos, una de las bibliotecólogas mas destacadas del país y quien abrió la puerta del conocimiento bibliotecologico a nuevas generaciones.
Explica que cuando se creó la Red no existían y siguen sin existir las bibliotecas escolares, de modo que las públicas se volvieron fundamentales al cubrir dos funciones: atienden a todos los ciudadanos y apoyan a niños y jóvenes en edad escolar.
“Las bibliotecas públicas no están hechas para intelectuales, para eso están otras, como las universitarias. Y sí, es complejo atender a más de 7 mil bibliotecas, pero somos 132 millones de mexicanos. Yo he hecho trabajo de campo en lugares alejados y el drama es muy grande, he visto cómo parte de una biblioteca es tomada para oficinas por órdenes del Presidente municipal o las plazas de bibliotecarios se usan para otros oficios. La ley existe, pero tenemos que concientizar a todos los órganos de gobierno para que la cumplan”, lamenta.
Para Hernández Pacheco, investigador en el Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas, quien fue director de la DGB, estos recintos públicos municipales son el mayor número que tiene la Red, pues son más de 6 mil y tienen condiciones muy diferentes en cuanto a infraestructura, equipamiento y comunicaciones. Además se trata de un esquema que necesita no sólo fortalecimiento, también un marco legal actualizado que responda a sus necesidades.
“Se necesita no sólo de una ley general, sino también de reglamentos y mecanismos jurídicos que obliguen a las instancias a cumplir con los cometidos y con los retos que demandan los nuevos tiempos, y se necesita también que haya sanciones porque nuestra legislación bibliotecaria no las contempla”, dice.
Y añade: “No hay presupuesto que alcance, pero con que el que se asigne en esta administración se destine de la mejor manera; pero también se necesita de la participación de la sociedad civil, en muchos países se han buscado esquemas de corresponsabilidad de los diferentes gobiernos, pero también de otros actores, como fundaciones, patronatos, empresas y asociaciones. El modelo colombiano es un referente, al igual que lo que se hace en la bibliotecas públicas en Estados Unidos. Lo importante es que haya proyectos sostenibles”.
Los salarios que reciben los bibliotecarios son, para Jonathan Hernández, doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información, otro de los puntos que necesitan ser atendidos. “Los profesionales necesitan de un mayor reconocimiento, los sueldos son bajos para los bibliotecarios, esto tendría que cambiar. Cuando pensamos en la Red Nacional de Bibliotecas, hablamos de un referente internacional por su número, pero no lo es en cuanto a servicios. Las bibliotecas sí pueden ser un estandarte, pero no podemos confundirlas con centros culturales y, son, ante todo, bibliotecas y ofrecen información a sus usuarios. En México hay muchos especialistas en bibliotecología que pueden brindar sus conocimientos para el fortalecimiento de la Red”, dice.
En esto coincide Estela Morales Campos: “Marx Arriaga tiene mucho trabajo, primero tiene que entender cuál es la función de una biblioteca, tiene cero antecedentes en este trabajo y necesita rodearse de especialistas en el tema”.