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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
“Nada humano me es ajeno”, dijo César Aira al final de su charla en el Hay Festival. El narrador que cerró cada intervención con una sonrisa, una frase irónica o un comentario desenfadado, confirmó a través de sus sentencias por qué es considerado un maestro de la palabra breve y exacta: “Yo soy un militante de la escritura manuscrita. Para mí eso es completamente fundamental, no podría escribir en una computadora, sería como escribir por teléfono”.
El narrador que se acepta miope, pero ve con más claridad el mundo que muchos otros narradores que no padecen miopía, aseguró que “lo que se está perdiendo al perderse la escritura manuscrita está haciendo un daño inmenso a la humanidad. Pero qué me importa”.
Aira escribe todos los días, a mano. “Yo sí quiero seguir haciéndolo y todos los días escribo mi paginita o mi página y media. Me voy a un café con mi cuadernito y mi lapicera y escribo ahí un rato, nunca más de una hora o una cosa así, eso va entre la bicicleta y la compra del almuerzo”.
De escritura, literatura, lecturas y autores habló en su charla con el editor Malcolm Otero; compartió su pasión juvenil por el cine: quería verlo todo, comerse el mundo a través de las películas, por eso dejó su pueblo Coronel Pringles para irse a Buenos Aires; habló de esa pasión que ha recuperado en los últimos años pues se ha vuelto a “cinefilizar”.
Compartió su amistad con Alejandra Pizarnik, su pasión por Jorge Luis Borges y César Vallejo. “Borges es la inteligencia clara como el cristal y Vallejo es el misterio”; compartió sus manías de escritura, su mecánica: parte de una idea rara, la dota de un personaje o una situación, luego encuentra algo que tenga que ver con él pero sin que sea personal, y a partir de allí la historias fluye.
Ante decenas de lectores, en su gran mayoría jóvenes que luego hicieron una larga fila para que les firmara sus libros, César Aira también compartió sus fobias, su distancia con la literatura autobiográfica o del Yo; su desencanto con la narrativa joven a las que les concede la lectura de dos o tres páginas, si no lo atrapan los abandona pues “la vida es corta y hay que leer a los buenos escritores”.
Aira, el autor de Cómo me hice monja y Entre indios, también reveló sus secretos conocidos por muchos: que le encantan “Alf” y “La Niñera”, dos series “viejitas” que ha visto completas tres o cuatro veces. Dijo que hoy los narradores no tienen maestros como él tuvo a esa generación de poetas malditos pues hoy los escritores se han vuelto “burgueses”. “A veces me pregunto cómo pueden hacer una vocación literaria los jóvenes viendo a estos escritores que somos nosotros tan grises y tan normales”, sentenció el narrador que fue despedido con un aplauso y con el grito de “genio”.
Adiós Hay Festival 2017. Cristina Fuentes La Roche, directora del Hay Festival para América Latina y el Caribe, dijo que se cumplieron las expectativas en participación ciudadana. “Ha sido muy emocionante ver los foros con mucha gente joven pero también con mucha gente mayor”.
Al hacer el balance de esta octava edición del festival y su segunda edición en Querétaro, Fuente La Roche dijo que se ha creado un foro muy diverso donde estuvieron los grandes escritores como César Aira, Nélida Piñón, Héctor Abad Faciolince, Hanif Kureishi, pero también el diálogo con los pensadores y científicos, con activistas por los derechos humanos y también periodistas, como Mark Thompson, presidente de The New York Times, y Jon Lee Anderson.
Sin embargo, dijo que lo que falta es darle continuidad y solidez a este encuentro. Por lo que celebra que el gobierno municipal de Querétaro ya externó su compromiso con la realización del Hay Festival 2018, pero les falta empezar a desarrollar actividades de fomento a la lectura y gestión cultural con poblaciones vulnerables de la ciudad, a lo largo de todo el año.