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yamet.aguilar@eluniversal.com.mx
Guadalajara. “Hemos entrado en una nueva era y donde había una separación, una división, un antagonismo entre economía, arte y moda, hoy en día hay proceso de hibridación, de interpenetración de las esferas”, afirmó el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky, quien fue el gran protagonista de la última mesa de discusión del coloquio “Los acosos a la civilización. De muro a muro”, que ayer concluyó en la FIL Guadalajara.
Lipovetsky dijo que él dedicó todo un libro, La estetización del mundo, al tema y a dar cuenta de este cambio del funcionamiento del arte y de los museos, de lo que él llama la estetización por el mercado. “Donde antes el arte servía a los dioses, hoy es el mercado el que manda en casi todas las esferas de la vida social y cultural”.
En el encuentro “Intercambios culturales y desarrollo” y en el que también participaron Claudia Anzani, Ana Elena Mallet, Patrick Charpenel y Néstor García Canclini, el francés dijo que la modernidad nos permitió conocer un tipo de relación muy particular que era el arte por el arte y no el arte al servicio de alguien más y con la división capital del arte puro.
“La economía de consumo ya no se concibe sin todo un trabajo de diseño, de moda, y por supuesto se puede decir que lo que caracteriza a la economía de consumo es la reestructuración de la economía por la lógica misma de la moda. Es decir, el cambio perpetuo de la forma”, añadió.
El filósofo habló principalmente de la evolución de los museos. Dijo que desde hace unos 30 años vemos regularmente en los más grandes museos del mundo, exposiciones de Rembrandt, de Da Vinci, pero también de Yves Saint Laurent y de Armani. “No tengo ningún problema con esto, pero ahí hay un problema. No estoy aquí para juzgar, lo que me interesa es el funcionamiento del proceso. Los museos se concentraban en las obras maestras del arte, para eso fueron creados, eran la gran fortaleza de las naciones, hoy se dedican a objetos frívolos y cambiantes; es decir se dedican a la moda. La moda se ha vuelto legítima, sobre todo a través de los museos. Por supuesto los museos hacen economía”, señaló.
Lipovetsky recordó lo que decía Raymond Loewy: “Lo feo se vende mal” para ratificar que hoy hay una obligación de introducir la dimensión cultural, estilística y artística en el sentido amplio de la palabra.
“Son fenómenos artísticos aun cuando no es arte puro, consideremos los objetos básicos, un reloj, un brasiere, unos lentes o una chimenea, hoy son fenómenos que tienen un estilo y se venden en colección que se renuevan anualmente. Ya no compramos unos lentes, compramos unos lentes Dior con un estilo que cambia en función del periodo de la temporada”, afirmó el pensador.
Para ejemplificar, Gilles Lipovetsky regresó al pasado cuando la modernidad dividió la sociedad en departamentos relativamente autónomos, cuando había relación entre economía y religión, y cuando los modernos los separaron en lo que él llamó una autonomización de las esferas y de los grupos; donde la economía era economía, el arte, arte, y la moda, moda.
“Hay a partir del siglo XIX una relación muy antagónica en cuanto al mercado frente al mercado, los artistas como Baudelaire, como Flaubert y más tarde los vanguardistas, van a odiar todo lo que es dinero, todo el mercantilismo, lo comercial, hay el odio de todo lo que representa el dinero burgués. La cultura moderna es una cultura antagónica, el arte está en contra del mercado, por supuesto hay fenómenos de mercado, pero la cultura del arte es hostil al mundo de la economía y por supuesto el mundo de la economía ignora totalmente los fenómenos artísticos”, señaló.