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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Las 20 mil hojas que conforman el expediente abierto contra el mexicano Israel Vallarta, acusado de secuestro en 2005 junto con la francesa Florence Cassez, tras una detención que resultó una puesta en escena, así como las irregularidades del proceso han sido llevadas a la literatura por Jorge Volpi, lo que le ha permitido hacer un retrato de algunos de los peores aspectos de México y mostrar una metáfora de la justicia que prevalece en nuestro país.
A casi 13 años de aquella mañana de diciembre en que se escenificó el operativo policiaco que fue televisado en vivo, Jorge Volpi reconstruye la historia de este “proceso judicial enrevesado” en Una novela criminal, obra con la que obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2018 y en la que confirma que el sistema de justicia en México sigue estando mal diseñado, que la corrupción alcanza todos los niveles y que para los candidatos a la Presidencia de México no es una prioridad hablar de la construcción de un sistema de justicia verdaderamente eficaz y transparente.
El narrador y ensayista que también ha sido profesor universitario, director del Instituto de México en París, que fue director de Canal 22 y del Festival Internacional Cervantino y que en la actualidad coordina Difusión Cultural de la UNAM, afirma que hoy México está peor que en 2005 y aunque desde 2008 hay una reforma que introdujo el sistema acusatorio y los juicios orales, sigue siendo un país donde impera la violencia.
“Las cifras de ahora son espeluznantes, son cifras propias de una guerra civil, si realmente son ahora 200 mil muertos entre los sexenios de Calderón y Peña Nieto, no es posible que no nos demos cuenta de que no vivimos en un país normal”, asegura.
¿Adentrarte en esta historia te reveló un México más aterrador?
Yo ya imaginaba, como la mayor parte imaginamos, el desastre del sistema de justicia, pero constatarlo en un caso que refleja muchos otros es terrible. Un sistema de justicia mal diseñado, mal implementado, en donde la corrupción alcanza todos los niveles, donde la intromisión política es absolutamente posible y donde la tortura es una práctica habitual, todos estos elementos hacen que nos demos cuenta de que en realidad estamos absolutamente desprotegidos como ciudadanos ante un sistema de justicia, sobre todo penal, incapaz de ofrecer la menor certeza.
¿Da miedo descubrir que ante la justicia somos vulnerables?
Todo es esto es absolutamente posible, lo vemos constantemente. Si el sistema de justicia no funciona estamos desprotegidos; claro, podemos tener una vida más o menos normal si no tenemos la desgracia de involucrarnos en un asunto penal o la desgracia de vivir en una zona dominada por la violencia, en cualquiera de los dos casos uno está absolutamente desprotegido, desnudo frente a poderes que nos rebasan y ahí es perfectamente claro como aquí o como en la película Presunto culpable, que es exactamente posible convertirnos todos en personajes de El Proceso de Kafka, acusados de un crimen que ni siquiera sabemos bien cuál es.
¿Ha cambiado el sistema de justicia en estos 13 años?
Cambió con la reforma de 2008 que introdujo el sistema acusatorio y los juicios orales, pero apenas va, lleva 10 años, se sigue implementando, sigue teniendo una enorme cantidad de resistencia, seguimos con los dos sistemas al mismo tiempo y no ha terminado por frenar todos los elementos terribles.
¿Cómo ves este México, seguimos igual o estamos peor que en 2005?
Estamos peor que en 2005 porque luego viene la guerra contra el narco. Este caso es el antecedente inmediato de la guerra contra el narco y muchas de las prácticas que luego ocurrirían durante el sexenio de Calderón, precisamente a través de García Luna, pero no hemos mejorado tampoco en este sexenio. O sea, seguimos frente a estas mismas condiciones empeoradas que son muy lamentables y para los candidatos a la Presidencia debería ser una prioridad hablar de la construcción de un sistema de justicia verdaderamente eficaz, verdaderamente transparente que es lo único que nos puede garantizar esta ciudadanía que merecemos.
¿Ves propuestas en los candidatos a la Presidencia?
En materia de seguridad casi no hay, hay ocurrencias, bastantes, pero no hay propuestas sólidas. Lo que me permite ver es la irresponsabilidad, la venalidad de nuestras élites, que no son capaces de darse cuenta que éste es uno de los problemas más urgentes para el país.
¿Cómo avizoras a México para 2019 con otra administración?
Ojalá que estemos mejor; ojalá que quien gane retome estos temas centrales, el tema de la desigualdad, el tema de la violencia que implica necesariamente un debate sobre la legalización de las drogas, el debate sobre el sistema de justicia y desde luego la corrupción.
Una constante en tu literatura es la búsqueda de la verdad... aquí está muy presente.
Me di cuenta que era un libro que curiosamente al ser tan distinto se parece mucho en el fondo a En busca de Klingsor, que son dos libros sobre la búsqueda de la verdad y sobre una búsqueda de la verdad que se revela imposible o casi imposible. En este caso, porque los encargados de buscar la verdad: policías, procuraduría, hicieron lo contrario, hicieron hasta lo imposible porque la verdad no pudiera saberse.
Esta novela no tiene final porque el caso no está acabado, tendrá final cuando sea juzgado Israel Vallarta, su hermano y sus sobrinos que aún siguen en la cárcel, cuando haya una sentencia definitiva que esperamos que sea por su liberación, para que no haya dos tipos de justicia: una para Florence y otra para ellos.
¿Es tu novela más mexicana?
Sí, aunque en mis libros más recientes me había ido acercando a México. Empecé con la novela Las elegidas, que dio origen a la película, luego con Ensayo sobre mi padre, pero sin duda aquí traté de hacer un retrato de México, de algunos de los peores aspectos de México a través de un caso que en realidad refleja, como si fuera una metáfora, un retrato de la justicia que prevalece en nuestro país.
¿Los mexicanos olvidamos, creemos estar mejor que otros?
No estamos mejor que otros países de América porque hay una absoluta indefensión ante el poder. La memoria de los mexicanos es muy corta, el más emblemático no es este caso, es el de Ayotzinapa y seguimos sin saber qué paso.