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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Parece inconcebible, pero ayer las librerías de libros usados, que a veces llamamos “viejos”, se llenaron de jóvenes. Unos coordinaban el ingreso, otros cobraban y atendían, y eran cientos los que esperaban su turno en la larga fila que corría por la avenida Álvaro Obregón y daba vuelta en Jalapa. Esperaron hasta dos horas para entrar 15 minutos y comprar máximo 15 libros de la librería A través del Espejo, que convocó a un remate de los libros que el sismo tiró.
La sorpresa del 19 de septiembre fue ver los libreros tirados y las montañas de libros caídos; la sorpresa de ayer fue ver la larga fila de jóvenes respondiendo al mensaje de Facebook en el que se anunciaba el remate de libros. “Yo llegué esta mañana al 10 para las 10 y había 40 personas, poco después la fila era tan larga que daba la vuelta por Jalapa. La gente está teniendo mucha paciencia, espera casi dos horas para entrar, me encanta que haya habido esta respuesta, veo a los jóvenes felices llevándose libros. Es una ayuda mutua”, dice Selva Hernández, quien dirige la librería A través del Espejo, que se ubica en Álvaro Obregón 118, local A, en la Roma.
Los primeros adolescentes que llegaron a levantar libros tanto en A través del Espejo como en El Ático fueron amigos de las hijas de Selva, como son pequeños para ayudar en las brigadas a tras el sismo, vinieron aquí. “Son los jóvenes los que atienden, controlan y organizan. Muchos vinieron a ayudar, recogieron las montañas de libros y los apilaron”, dice Hernández, quien ante la gran respuesta a su convocatoria de rematar libros desde 10 pesos, y con 30% y 60% de descuento, tuvo que idear una estrategia para atender a los lectores.
Entraban grupos de 30 personas con ficha en la mano, tenían 15 minutos para ver libros, escoger máximo 15 unidades, formarse y pagar. La fila era inacabable pero privaba la paciencia, el deseo de encontrar a buen precio las historias de Ray Bradbury, Eduardo Galeano, Simone de Beauvoir, Michel Foucault, ciencia ficción, policiaca o terror. Los gustos eran variados así como los jóvenes.
Zoraida, una estudiante de Psicología de 24 años, salió desde el miércoles a dar terapia de control de estrés postraumático, y aprovechó el remate para encontrar sus libros favoritos. “Vengo más bien por cuentos de Bradbury, ciencia ficción para salir un poco de esta situación tan real. Quiero buscarme y refugiarme en los libros. Los jóvenes hemos salido a las calles para ayudar a gente que se quedó perpleja, que tiene alteraciones de sueño, dificultades para dormir, para ayudar a los niños, pues no nos damos cuenta cómo está impactando el sismo en ellos. Aquí hay muchos psicólogos de la UNAM, del Poli, con cédula, pasantes, estudiantes. Hemos salido a las calles, donde se requiera”.
Samantha, otra estudiante de Psicología, tras ayudar en la textilera de Chimalpopoca y en Xochimilco, también fue a la librería. “Muchos de los que estamos ayudando somos estudiantes, creo que ahorita hacemos más falta en la calle que en la escuela. Dicen que los millennials somos apáticos, insensibles, arrogantes y materialistas, creo que ese concepto se vino abajo. Estamos ayudando como hace 32 años les tocó a ustedes”.
Fue tal la convocatoria lograda por la librería A través del Espejo, que su hermana, El Ático, cuyo dueño es el padre de Selva, don Jaime Hernández, puso sus libros con un descuento de 30%. “Esto nunca había pasado, fue lo extraordinario del terremoto. Yo no tenía pensado hacer ninguna oferta pero ver a los muchachos me estimuló”, dice Jaime Hernández.