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Al recibir el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria 2020 , la noche de este lunes en el Palacio de Bellas Artes, la escritora chilena Diamela Eltit compartió su deseo, que persigue desde hace algunos años, por alcanzar la equidad literaria, que ella llamó “la desbiologización de la letra” porque aún persiste el binarismo, la vocación clasificatoria: “literatura de mujeres y en otro espacio literatura ”.
Luego de recibir el galardón de la Secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto, y del rector de la UNAM, Enrique Graue, en una ceremonia en la que estuvo presente Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes, así como algunos de sus amigos mexicanos: Margo Glantz, Marta Lamas y Mario Bellatin, la autora de “Lumpérica” insistió en desbiologizar la escritura.
“Hoy me parece indispensable democratizar el espacio literario, repito desbiologizar la escritura porque nosotras y nosotros habitamos una comunidad extraña, arriesgada. Me pregunto si acaso no deberíamos leernos como una igualitaria polis unida por el siempre sorprendente cuerpo de la letra, una letra que nos lleva a un espacio material y simbólico, misterioso, iluminador, siempre poético”, señaló durante su discurso de recepción del galardón que reconoce “su compromiso con la reinvención del lenguaje y la transgresión, sin perder de vista la dimensión ética y política”, como señaló el Jurado.
Eltit dijo que aún en este tiempo la literatura le pertenece a los hombres de acuerdo con los polos que porta la clasificación de las letras, “esa división como todo binarismo, porta un más y un menos, genera una asimetría, abre un surco en el interior de la producción literaria y allí en esa fórmula se establece una biologización de la letra o el cuerpo autoral genitaliza la letra como marca indeleble, esta forma opera como sistema generador de desigualdad y esta desigualdad es la que tendríamos que pensar”.
La ensayista y activista que también calificó al mundo ante la pandemia como un hospital en el que priva “la política de la enfermedad y la enfermedad de la política” y donde se sigue violentando y oprimiendo a las mujeres, aseguró que experimentamos un momento, uno más entre muchos, en donde las mujeres desde el feminismo luchan por iluminar las zonas que las postergan y las oprimen.
“Hoy los actuales movimientos han puesto de relieve el cuerpo de la mujer como zona política o bien se ha puesto en marcha una renovada política del cuerpo que atraviesa las superficies, sin embargo de manera simultánea en los mismos espacios recorridos por el ímpetu emancipador, el cuerpo de la mujer enfrenta vastas zonas de peligro como objeto de abuso sexual hasta llegar al exterminio a través del crimen feminicida”, señaló la escritora nacida en 1949.
Dijo que más allá o más acá de las permanentes interrogantes, luchas, nuevos horizontes propicios para equilibrar, persiste la asimetría, “la vocación por reprimir oprimiendo y la extensa violencia de la muerte frecuente, pero aquí, ahora mismo quiero detenerme en el campo literario, efectivamente la literatura puede y quizás debe ser entendida como un espacio de libertad. Personalmente así entiendo la escritura, los dilemas y la experiencia con la letra”.
La intelectual que celebró la literatura de Carlos Fuentes y ensalzó las virtudes de Aura, dijo: “Lo que me moviliza es la democratización real de la escritura hasta donde concurran autoras y autores sin más garantía que el poder del libro” y agregó, “una escritora no es una garantía de excelencia, pero un escritor tampoco, lo importante es la escritura, la estética, el deseo que recorre el texto, su audacia, su ritmo, la pausa, el ímpetu”.
La ensayista que escuchó a Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes decir que su obra llevó a “transgredir la razón y desmantelar el tiempo” y que sus novelas “exploran los misterios de la psique femenina”, recordó sus años de vida en México, entre 1990 y 1994 —arrojada por la dictadura de Pinochet—, que fue “una de las épocas más privilegiadas y liberadoras” y le dio su “molécula” mexicana.
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Al recibió el galardón que consiste en un diploma, una obra escultórica diseñada por el artista visual Vicente Rojo, así como a una cantidad en pesos mexicanos equivalente a 125 mil dólares estadounidenses, Diamela Eltit se convirtió en la segunda mujer en obtener este premio, luego de que la autora argentina Luisa Valenzuela lo recibiera el año pasado. Los otros ganadores de este reconocimiento han sido Mario Vargas Llosa (2012), Sergio Ramírez (2014), Eduardo Lizalde (2016) y Luis Goytisolo (2018).
El jurado integrado por Luisa Valenzuela, ganadora de la edición anterior; Cristina Rivera Garza, Adolfo Castañón, Mario Bellatín y Angelina Muñiz-Huberman, destacó que la obra de Eltit “rompe las fronteras de género, tiempo y espacio, manteniendo una constante y vital vigencia”.
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