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El 19 de septiembre se interrumpieron, de una sacudida, 47 años de historia del Museo Histórico Judío y del Holocausto “Tuvie Maizel”. El edificio que albergaba a esta pequeña institución fundada en 1970 fue severamente afectado por el sismo. Aunque el acervo no sufrió daños, todas las colecciones del recinto tuvieron que ser sacadas, embaladas en cajas y resguardadas en un edificio alterno.
“No queremos que la gente se quede con la impresión de que se cayó el museo y se acabó, no es así”, afirma Bronia Sigal, directora del recinto que fundó su padre, Tuvie Maizel, y que se instaló en la calle de Acapulco 70, en la Condesa, edificación de la comunidad Ashkenazi de México, al lado de la sinagoga Nidje Israel, que también fue desalojado.
Hoy en día, el acervo de este museo que fue inaugurado por Miguel Alemán Valdés el 24 de junio de 1970 no tiene un espacio para su exhibición y permanece en cajas. Allí están las colecciones de fotografías, libros en yisidh, el uniforme original de un preso de Auschwitz, el uniforme del capitán del Escuadrón 201, videos, audios y cientos de objetos de judíos que el Museo ha ido reuniendo a lo largo de su historia.
“El museo era muy pequeño, pero mi papá dejó mil 100 fotos, la maqueta del Gueto de Varsovia, el uniforme original de un preso de Auschwitz que le dio un sobreviviente y dos libros emblemáticos, donde estaban inscritos el nombre de cada judío, el número que le tatuaban y a dónde lo mandaban, esos libros forman parte de una gran colección, pero estos dos tomos no los tiene ni Yad Vashem en Jerusalén, los tengo yo. ¿Cómo? No me pregunte, por azares del destino”, afirma Sigal.
Su padre atesoró una gran colección de libros en español, en yishid y en ruso. Hay un periódico original de 1938 donde se anuncia la visita de Hitler a Daladier para la firma del pacto de no agresión, está la bandera mexicana que ondeó en Las Malvinas cuando salió el Escuadrón 201, ropa de época de judíos polacos y rusos, la daga de un militar alemán con la suástica; un baúl lleno de historias que no podrán apreciarse hasta que el Museo vuelva a tener una sede.
“Es un museo muy pequeño en tamaño pero muy rico en contenido. Todo el museo está en braille y es interactivo, por eso estábamos en el programa de educación especial de la SEP. Solo hay tres museos en México en braille y uno de ellos es éste. La maqueta del Gueto de Varsovia habla, todo el museo habla; no tenemos espacio para salas pero por el color de las marialuisas de las fotografías se distinguen los temas”, señala Brodia Sigal.
La hija del fundador del recinto que en 47 años ha recibido más de un millón de visitantes se siente orgullosa del acervo pero también preocupada por el destino de las colección de esta institución que fue nombrada por Holanda representante de Ana Frank en México.
Además resguarda la muestra Gilberto Bosques, un hombre de todos los tiempos, con 110 fotos del archivo personal del diplomático mexicano; y Visas para la vida, con todos los diplomáticos no judíos que salvaron judíos y fueron declarados “justos entre las naciones”.
Ese recinto está a la espera de la definición de su destino. A pesar del riesgo de colapso del edificio lograron sacar el acervo, salvo la maqueta del Gueto de Varsovia, pero tienen todos los planos y la pueden reconstruir. “Tengo la memoria para plantar el museo tal como era”, concluye.