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José Martí es una de las arterias principales que cruzan la colonia Escandón. Allí, en el número 105, entre un edificio de departamentos del siglo pasado y una célebre cantina familiar, está la casa donde se instalará la Fundación Elena Poniatowska, un espacio cultural que ofrecerá talleres y cursos de literatura, de periodismo, de fotografía y video; un lugar donde estará viva la memoria de la autora de Hasta no verte Jesús mío, y donde se resguardará parte de su archivo, de su biblioteca y sus objetos personales.
Aunque el gobierno federal mexicano no compra el archivo de Elena, su legado no se irá a Estados Unidos aunque hace 12 años Princeton y Stanford le hicieron una oferta bastante atractiva. Ella dijo no, su deseo es que su archivo se quede en México. “Ese es mi deseo y por eso está en una colonia popular, bueno yo quería que estuviera en una colonia totalmente popular, esta es semi popular, la Escandón, pero no es una colonia así, no es Las Lomas ni es aquí el sur, donde hay tantas instancias culturales, aquí me ofrecieron, pero yo dije aquí no, aquí hay muchísimo por la Universidad, por la Cineteca, aquí hay muchas posibilidades para los chavos, mientras que hay lugares donde no hay nada”, dice Poniatowska en entrevista.
Felipe Haro, hijo de la escritora, y quien es el director de la Fundación Elena Poniatowska, que tiene por fin una sede tras 12 años de haber sido creada, asegura que en la casa de la Escandón “es donde se va a albergar parte de este archivo, no todo el archivo, y se va albergar parte de la biblioteca, no toda la biblioteca porque no cabe. Es una casa muy chiquita y sí, esperamos dar cursos de fotografía, de periodismo, de cosas que están relacionadas con Elena, con las artes”.
Ayer, Elena Poniatowska acompañada de Felipe, de algunos amigos como Marta Lamas y Javier Aranda Luna, y de su inseparable Martina, que es su compañera diaria en su casa de Chimalistac, recibió la casona donde estará la sede de su fundación, un inmueble de principios del siglo XX que se encuentra inscrito en el Catálogo Nacional de Inmuebles con Valor Artístico del INBA y que por tratarse de una propiedad federal está en resguardo permanente de la Secretaría de Cultura, dependencia que invirtió alrededor de 3 millones de pesos en la rehabilitación de la casa.
A esa casona que la Fundación recibe mediante “un instrumento de colaboración y por ende la Secretaría de Cultura se responsabiliza del mantenimiento preventivo, correctivo y pago concerniente a servicios básicos”, que significa pago de servicio de vigilancia, limpieza y mantenimiento, comenzarán a llegar en unos días algunos de los libros y acervos propiedad de la escritora.
“No todo el archivo se va, el archivo consta de mil 500 horas en audio, de entrevistas que ya tenemos en la Fonoteca Nacional, estamos más o menos por la fotografía 25 mil, tenemos más o menos 100 horas de video, estamos en más de 20 mil títulos en libros y le estamos pegando ya casi al medio millón de fojas o de hojas en su archivo. Sí, eso es muy importante y fue el pretexto para trasladar la Fundación”, afirma Felipe Haro.
En entrevista en la casa de Elena, en Chimalistac, antes de que la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, adelantara la entrega de la casa que tenía como fecha tentativa el 26 de abril, Felipe Haro señala que el programa de trabajo que han planeado para la Fundación es muy intenso y aunque han hecho algunas acciones en estos 12 años, ahora en la casa de la Escandón es donde emprenderán con fuerza los proyectos.
“Queremos tratar de educarnos y apoyar la educación en este país y tratar de apoyar la cultura en este país. Tenemos un proyecto de difusión de la lectura que se llama Por amor al arte, ya tenemos más o menos el proyecto andando y queremos sacarlo en cuanto tengamos la casa. La casa ya la tenemos, estamos esperando dos o tres cosas legales y esperamos ya estar en un mes allá y lo esperamos porque esa será la casa de todos los periodistas, de todos los fotógrafos, de todos los videoastas y de todos los mexicanos”, dice Felipe Haro.
Legado para México. La mayoría de los archivos personales de los escritores ya no están en México, muchos han sido vendidos a Estados Unidos. Ahí están ejemplos claros: Gabriel García Márquez, cuyo archivo no se quedó ni en Colombia ni en México ni en Cuba, que eran sus tres países; está el caso de Elena Garro, de Carlos Fuentes y de muchos otros que se han ido. Eso no quería la familia Haro Poniatowska, incluso cuando recibieron ofertas para ello.
“Cuando le ofrecen comprarle el archivo a mí mamá me sale una parte muy Haro, muy patriótica, y digo: ‘No, el archivo se tiene que quedar en México vamos a hacer una fundación’, entonces creamos la Fundación Elena Poniatowsk,a que tiene una página web y tiene un Facebook, y en estos 12 años hemos crecido y hemos hecho algunas cosas. Hemos dado talleres, fuimos los primeros que entramos tras las lluvias en Guerrero, apoyamos también en el terremoto del pasado 19 de septiembre; hemos hecho cosas que Elena, por su trabajo mismo, ha hecho, Elena apoyó a la gente afectada por el terremoto en el 85, ha apoyado diferentes causas sociales, políticas, por eso ha sido hasta atacada y echa a un lado un poco, y también temida, dices Elena Poniatowska y hay gente que la odia y gente que la ama. Por fortuna nuestra hay más gente que la ama”, dice Haro.
Ahora redoblarán esfuerzos para atender a mucha más gente con actividades en distintas artes. Felipe dice que la gente no sabe que Elena ha escrito poesía, que ha tenido relación con pintores toda su vida y ahora ella ahora está pintando, que hizo fotografía con su casi hermana Mariana Yampolsky, y ha tenido relación con arquitectos, como Luis Barragán.
“Se van a dar cursos de eso y también porque ella se casó con un científico, con Guillermo Haro, por eso vamos a hacer cosas de ciencia, vamos a hacer cursos de cómo divulgar la ciencia, y también vamos a hacer cosas de transparencia porque Elena es fundadora de la Amedi, con Carmen Aristegui y con otros periodistas; queremos apoyar diferentes proyectos, el chiste es apoyar a los grupos marginales en este país, que por desgracia ya es 70%“, afirma Haro.
En 12 años, la Fundación Elena Poniatowska sólo ha recibido 2 millones de pesos del gobierno de la Ciudad de México, muy pocos recursos para todo lo que han hecho: por lo menos tres documentales, la clasificación de buena parte de los 20 mil libros de la biblioteca, han apoyado a población de Guerrero, a víctimas del terremoto del 19 de septiembre, mucha de la divulgación de la obra de Elena en Europa a raíz del Cervantes fue a través de la Fundación. “Hemos hecho muchas cosas con 20 mil pesos mensuales, si dividieramos los 2 millones en 12 años...”, dice Haro.
Al final, a Elena le sale lo Elena, recuerda que hace muchos donó a la delegación Coyoacán periódicos, libros y otras cosas; después volvió, “estaba la misma pirámide de cajas llenas de polvo. No habían hecho nada, no habían encontrado dónde ponerlo. Ya no supe, no quise hacer nada, yo ya lo había regalado”. Hoy la historia será distinta, la casa que recibirá su legado tiene archiveros, libreros, largos escritorios, espacios para trabajar sus fotos y videos, y sueñan con crecer.