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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
El Seminario de Cultura Mexicana, El Colegio Nacional, la Academia Mexicana de la Historia y la Academia Mexicana de la Lengua, son cuatro instituciones culturales que trabajan por y para México. Reciben recursos de la federación para impartir conferencias, organizar coloquios, editar libros, difundir la riqueza cultural y el conocimiento entre los mexicanos, sin embargo en esta administración enfrentan un recorte a su presupuesto anual de más de 50%, lo que pone en riesgo sus actividades primordiales.
La primera instrucción de la Secretaría de Educación Pública (SEP) —que es el sector de la federación desde donde bajan sus recursos— fue afrontar un recorte del 60% a todas las instituciones culturales. Con tal recorte ninguna institución podría mantener su programa de actividades cuyo eje son las conferencias en todo el país impartidas por los mexicanos más brillantes en literatura, historia, lingüística, arquitectura, arqueología, música, ciencias, medicina, derecho y ecología, entre otras disciplinas.
Aunque son conscientes de la austeridad y la urgencia de la reorientación radical del presupuesto de egresos del gasto público, Felipe Leal, presidente del Seminario de Cultura Mexicana; Luis Fernando Lara, presidente en turno de El Colegio Nacional y José Ramón Cossío, encargado de la Comisión de Gobierno y Presupuesto del mismo Colegio; Javier Garciadiego, director de la Academia Mexicana de la Historia; y Gonzalo Celorio, director de la Academia Mexicana de la Lengua, han presentado proyectos y planteamientos para reforzar su trabajo por México. “No venimos a exigir, venimos a proponer; en eso estamos y eso obligadamente nos tiene que dar buenos resultados”, dice Leal.
Entrevistados por EL UNIVERSAL, los cinco destacados creadores, coinciden en señalar que la actual administración no puede afectar de tal manera a las instituciones culturales, más bien deben establecer mecanismos de mayor colaboración. “No nada más es pedir por pedir, nosotros no estamos pidiendo, estamos proponiendo: ‘cuenten con nuestra masa crítica, aquí estamos, somos especialistas en nuestras disciplinas’ y la mayor parte son muy reconocidos, son autoridades en la materia, hay premios nacionales, premios Universidad Nacional, eméritos de varias instituciones, todos tienen una trayectoria destacada en su disciplina, ‘aprovéchennos para poder formar a los maestros, por ejemplo’”, reitera Felipe Leal.
El Seminario de Cultura Mexicana es una institución con 77 años de historia que desarrolla cada año 200 misiones, es decir conferencias, conciertos o exposiciones, en todo el país; lo integran 25 destacados miembros en distintas disciplinas y ese es justo el potencial que ofrecen. Sin presupuesto se cancelarían las misiones, asegura Leal: “El planteamiento de una reducción de hasta 60% es inaceptable, eso no lo vamos a aceptar; pero no es de que no lo acepto porque sí, lo que decimos es ‘vamos a discutirlo’, yo creo mucho en el diálogo y en dar argumentos y nuestros argumentos son muy sólidos y son propositivos”.
En 2018 el Seminario de Cultura recibió 28 millones de pesos, y con la reducción de 60% bajaría a 11 millones, con lo cual no podrían cumplir con las misiones. “México debe estar orgulloso de su pasado pero también de lo que seguimos haciendo, queremos que en el siglo XXI siga ese discurso. Por lo tanto es un error lo que están haciendo con la cultura y la educación. No vamos a quitar el dedo del renglón, se tiene que resolver el presupuesto, es cuestión de días, acaso de semanas”.
Una casa centenaria. La Academia Mexicana de la Historia cumplirá en septiembre un siglo de vida, de congregar a los más destacados historiadores mexicanos; los 30 miembros que la integran en este momento imparten a lo largo del año 100 conferencias que son una garantía en la temática y en el ponente. Sin embargo, su situación no es la mejor, desde 2014 la Secretaría de Educación Pública dejó de otorgarles presupuesto, a partir de ese año y hasta 2018, sus recursos los recibieron de la Secretaría de Cultura (antes Conaculta); hoy están en la negociación de sus recursos.
Javier Garciadiego, director de la Academia Mexicana de la Historia, asegura que desde que supieron de la decisión de que el gobierno no daría más apoyos a asociaciones civiles y a ONGs, comenzaron a actuar. “Nosotros inmediatamente reclamamos, no somos una ONG, somos una academia absolutamente comprometida con la educación pública y gratuita del país, coadyuvamos con la educación; estatutariamente sí nacimos como asociación civil pero realmente no tenemos fines de lucro, nos dedicamos a la educación pública de la sociedad, nos dedicamos a la difusión de la historia”.
El historiador detalla que el año pasado dieron 100 conferencias públicas gratuitas; este año planear llegar a las 105 conferencias organizadas en 13 ciclos, dictadas por los 30 historiadores que la integran, “los que estamos aquí son muy entregados, son los mejores eméritos, premios nacionales, honoris causa, hay argumentos positivos; en las conferencias garantizamos magnífico tema y magnífico ponente”.
Su potencial, dice, está en las conferencias que nutren a la sociedad mexicana, también en su tesoro: una gran biblioteca especializada y una videoteca con 500 horas de conferencias ya editadas y cerca de mil 500 no editadas. Aunque no quiso dar el monto de los recursos que requieren, Garciadiego señala que es una institución muy barata, desde su origen la Academia no contempla salarios a su mesa directiva ni estipendios a los miembros.
“Nosotros podemos ofrecer 100 conferencias al año, ahora van a ser 105; una biblioteca y una videoteca, es un bien público. Estoy confiado, esperanzado; en las dos secretarías nos han dicho que nos ven con mucho interés, yo entiendo que hubo un cambio de gobierno con un cambio de orientación política, en la Academia Mexicana de la Historia somos muy respetuosos de que partido que gana elecciones tiene derecho a establecer gobierno y todo gobierno tiene derecho a establecer su proyecto. Lo que estamos viendo en México no es una crisis económica, sino una reorientación radical del presupuesto de egresos del gasto público y en rigor es una decisión justa, la cultura y la educación no son ni estancias de privilegio ni gastos superfluos, son fundamentales para México”, afirma Garciadiego.
Caso extremo. La Academia Mexicana de la Lengua no tiene una sede propia, renta el lugar que habita porque no tiene fondos propios para construir su sede en el Barrio de Santa Catarina, en Coyoacán, que ya de por sí es un proyecto ambicioso que requiere cerca de 150 millones de pesos. “Si no tenemos los recursos públicos para construir esa sede no la podríamos construir de manera autónoma, ni con el apoyo de la iniciativa privada aunque seamos una asociación civil; la sede nos permitiría seguir cumpliendo con nuestra función pública, que es que nuestros grandes académicos puedan hacer sus lecturas públicas, que los 50 mil volúmenes de nuestra biblioteca no estén embodegados como los tenemos sino que puedan estar al servicio del público, que tengamos un auditorio donde llevar a cabo nuestras actividades”, dice Gonzalo Celorio, director de la Academia.
El escritor y académico asegura que han adoptado actitudes de austeridad; él se quitó el sueldo por ser director de la Academia; tampoco la directora adjunta tiene sueldo, que eran los dos únicos sueldos que había; los demás miembros sólo reciben dietas por su participación en proyectos o en colecciones. “Evidentemente estamos en consonancia con los tiempos actuales, acabo de instalar una nueva comisión de Emolumentos para ver cómo se modulan nuestras dietas y nuestros estipendios”.
Sus negociaciones ante la Secretaría de Educación Pública han sido intensas. “He planteado cuál es la situación, me parece que es una situación muy anómala, porque pagamos impuestos de manera tal que los nuestros entonces, aunque sea por comisiones o por dietas, pueden ser considerados salarios, pero no tenemos contratos, ni nadie nos puede correr, porque ser académico es una condición vitalicia. Primero es ver cuál es la situación y luego ver qué propuestas salen de ahí para poder enfrentar el asunto de presupuesto que seguramente vendrá limitado, y acogernos evidentemente a un espíritu de austeridad”.
El director de la institución que tiene 144 años de historia asegura que su labor es enorme, pues estudian el conocimiento del español de nuestro país y todos los estudios, las publicaciones, todo lo que hace la academia, los corpus que ha elaborado son trabajos realmente muy importantes. “Este es un patrimonio intangible que es difícil de entender, pero hay aquí 36 miembros de la Academia y muchos otros que son miembros correspondientes trabajando en una tarea común que es el conocimiento de nuestro patrimonio lingüístico. Ojalá haya el apoyo del gobierno federal”.
Una institución señera. José Ramón Cossío, encabeza la comisión de Gobierno y Presupuesto de El Colegio Nacional, asegura que estamos viviendo una transformación presupuestal en todos los ámbitos y resultaría un poco difícil suponer que no sería el caso sólo de El Colegio Nacional. Ese, dijo, es el contexto de las instituciones culturales y en torno a ello hicieron su gestión ante la Secretaría de Educación Pública y han logrado obtener su presupuesto que sufrió un recorte de cerca de 60%.
“Dentro de El Colegio Nacional ha habido cambios muy importantes, los miembros de El Colegio hemos decidido reducirnos el ingreso muy sustancialmente, mucho más abajo que el del Presidente de la República. Había la discusión si nosotros podríamos estar en 108 o 163 mil pesos como ingreso porque este es un trabajo calificado que es lo que permite la Ley de Remuneraciones, pero en una votación unánime y muy favorable de El Colegio hemos decidido tener un ingreso mensual de 63 mil pesos, esto es una reducción de más del 50%”, afirma Cossío.
El ministro en retiro asegura que por otro lado han hecho un programa de restructuración de gastos, sin lastimar a nadie del personal, pero sí de reducción sustantiva de gastos y han encontrado algunas formas de colaboración, “de repente se piensa que este es un lugar de un absoluto privilegio, cosa que yo pienso que no es así, aquí se trabaja mucho, tenemos que dar muchas conferencias, preparar muchos temas, salir a las entidades federativas a dar charlas, recibir personas, en fin mucho trabajo y se ha hecho este esfuerzo voluntario, de colaboración con la Secretaría de Educación Pública”.
Han encontrado mecanismos de colaboración con la SEP a través de la organización de efemérides como los 100 años del Partido Comunista, los 80 años del exilio español y los 100 años de la muerte de Emiliano Zapata. “Nos han pedido este tipo de colaboraciones, actividades en los planes y programas de estudio, en el Plan Nacional de Desarrollo, en las universidades interculturales, creo que empieza a haber una muy buena relación de colaboración. En ese sentido me parece que es un buen proceso de trabajo”.