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En un primer momento del homenaje por sus 70 años , David Huerta leyó sus poemas “El desierto” y “El corredor de distancias”. Al término del homenaje, dejó tres poemas más: “Oda al páncreas”, “El río de tus ojos” y otro de su reciente libro “After Auden”.
Con ellos, Huerta citó, evocó y trajo a los lectores algunos de los motivos, personas, amigos, que se hallan en su obra o que han sido cómplices o parte de ella: desde el poeta español Luis de Góngora y el poeta chileno Raúl Zurita, hasta el páncreas que hace cuatro años le produjo una crisis de salud y, finalmente, Verónica Murguía, su esposa y compañera, que no pudo asistir al evento por un accidente que sufrió recientemente, pero a quien David recordó todo el tiempo y dedicó los dos últimos poemas.
Fue un homenaje a su obra, que incluye poesía, escritura, ensayo, traducción, periodismo, y también a su vocación como maestro. Huerta, quien es colaborador de EL UNIVERSAL, estuvo acompañado por familiares, amigos, escritores, lectores, alumnos y artistas, que aplaudieron sus lecturas poéticas y las palabras enviadas por Murguía, así como las palabras de Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBAL) y de los escritores Jorge Comensal y Jacobo Sefami.
En el homenaje, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, hubo tiempo para evocar a un amigo ausente, el artista Toledo, y a un poeta presente en la obra y en el trabajo docente de Huerta: Luis de Góngora.
David Huerta nació en la Ciudad de México el 8 de octubre de 1949; hace cinco décadas que escribe; algunos de sus libros son “El jardín de la luz”, “Incurable”, “Historia” y “Hacia la superficie”. Ha recibido numerosos reconocimientos a su obra, entre éstos el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2019 que le entregará en unas semanas la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
A nombre de Verónica Murguía –quien estaba anunciada en el programa pero no pudo acudir--, Leticia Luna, coordinadora nacional de Literatura del INBAL leyó un texto donde habló del lenguaje como el centro de la relación con David Huerta, y más adelante se refirió al lenguaje de su poesía: “Ese lenguaje es una de las fuentes de una poesía que es al mismo tiempo cerebral y profundamente emotiva, una poesía espiritual, carnal y humana, iluminada por una inteligencia amplia y decidida”.
El texto de Murguía cerró con una invitación a leer los libros de Huerta.
La directora de Bellas Artes dijo que “si hay alguien a quien le debemos el haber atesorado palabras para luego devolverlas y hacernos a nosotros más sensibles ante una realidad como la que vivimos en nuestro tiempo, es precisamente a David Huerta”.
Recordó que David ha caminado muchas veredas, tiempos y disciplinas artísticas; que es amante de la palabra y de esta ciudad que lo vio nacer: “Pocas personas como David se nutrieron del tiempo clásico, de clásicos que hoy hace vigentes a través de una poética que nos devuelve la posibilidad de entender la poesía como el gran lenguaje universal que nos hace más humanos, más inteligentes, más sensibles y, sobre todo, más capaces de aceptarnos los unos a los otros”, expresó Lucina Jiménez.
Jorge Comensal abundó en distintas facetas de la vida y obra de Huerta: “poeta fecundo, maestro erudito, amigo bromista y comelón”. Celebro que él ha tenido una vida consagrada al lenguaje, citó su amor por la obra de Luis de Góngora; opinó que su obra, repartida en más de 20 libros, está “gobernada por una imaginación verbal sin ataduras, una imaginación valiente, temeraria, psicodélica y muy culta, un intento por conocerse a sí mismo, por hallarse en esa mancha en el espejo que es el mundo”.
Al referirse a David, el amigo, dijo que es un chavo, tan joven, que siempre tiene ganas de escuchar, “tan joven que no le importan los protocolos, las reverencias, los nombramientos”.
Jacobo Sefami coincidió en que la obra de David Huerta es amplia, diversa y rica. “Se trata de un escritor versátil e insaciable, casi al modo de los heterónimos de Pessoa o como el multifácético Pablo Neruda ha incursionado en muy diversos registros poéticos”. Expresó que es un poeta atento a todo lo que le circunda, que escribe los avatares de las cosas que suceden en el exterior y el interior, desde la rabia o el furor ante acontecimientos terribles de nuestro México, como la masacre de Tlatelolco o los desaparecidos de Ayotzinapa.
Para Jacobo Sefami hay en David Huerta una búsqueda incansable como la de aquel “corredor de distancias”: “Su percepción penetrante y aguda, nos revela las nebulosidades del mundo aunque muchas veces sus verdades sean dolorosas. En esa perspicacia, en esa multiplicidad de voces y de repertorios, David Huerta es, sin duda, uno de los escritores más elocuentes, más agudos, más versátiles con que cuenta la literatura de hoy”.
Al leer sus primeros poemas, Huerta contó que la noche anterior había tomado dos libros: “La Divina Comedia” “y no pasé del primer verso”, y la Biblia, donde eligió leer los Salmos. Entonces se refirió a aquel primer verso en el libro Dante Alighieri: “En la mitad del camino de la vida…” Y ahí David Huerta, en la celebración de sus 70 años, explicó que Dante en su libro iba a contar lo que le ocurrió a los 35 años… Y, citó la coincidencia del Salmo 90 de la Biblia, donde está la afirmación de que nuestra edad es de 70 años. Al final, al despedirse con un agradecimiento, añadió: “Nos vemos en mi 140 cumpleaños”.
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