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Mircea Cartarescu, el escritor que es considerado el más importante exponente de las letras rumanas y ha sido candidato al Nobel de Literatura, se ha acercado más a la acción política porque asegura que la literatura tiene poca capacidad de cambiar el mundo. “Sí, hago literatura y es útil, pero la literatura no es siempre suficiente, también se necesita una voz humana que el público escuche y que influya de una mejor manera”.

El poeta, narrador y crítico literario rumano (Bucarest, 1956), que está en México para participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde dictará la conferencia magistral titulada “El edificio de la literatura” y será el encargado de abrir el Salón de Poesía, asegura en entrevista con EL UNIVERSAL que ha encontrado una gran utilidad en la participación ciudadana.

“Yo creo cada vez más en la solidaridad humana. Es verdad que en la comunidad rumana hace falta este tipo de solidaridad. En los últimos años me he implicado cívicamente y bastante en la vida de los rumanos, he participado en todas las protestas importantes de los últimos años en contra del poder y del abuso de poder. Y estoy muy contento con esta implicación mía porque así siento que de esta manera llego a ser útil”, señala el autor de Nostalgia, Las bellas extranjeras, Lulu, El ruletista y El ojo castaño de nuestro amor.

A ese compromiso responde en su literatura y sobre todo en su más reciente novela publicada en español: Solenoide (Impedimenta), que es considerada por la crítica como la obra más madura de Mircea Cartarescu hasta el momento. Una novela monumental de 800 páginas que cuenta la historia de un profesor de rumano en un instituto de barrio pero en cuyas páginas resuenan los textos de escritores como Pynchon, Rilke, Borges y Kafka; pero en la cual también resuenan las preguntas vitales que se hace siempre la humanidad y también un llamado a la solidaridad.

“Mi novela tiene un nivel realista, se trata de la vida en una escuela de un barrio marginal de Bucarest. Transcurre en una galería de profesores de esa escuela donde plantep distintos retratos de estos compañeros míos de antaño; pero el libro tiene muchos otros niveles aparte del realista porque poquito a poco esta novela se organiza y empieza a reflejar mi vida interior”, afirma Cartarescu.

El narrador, que es doctor en literatura rumana por la Facultad de Letras de la Universidad de Bucarest y además es uno de los principales teóricos del posmodernismo rumano, asegura que Solenoide es una novela que tiene varias lectura, la primera es la del profesor y su galería de compañeros de escuela; luego de 200 o 300 páginas la novela se convierte en una novela fantástica y después de otras tantas páginas se convierte en un libro metafísico que intenta contestar a las grandes preguntas de la humanidad. “En las páginas de este libro se encuentra un fragmento bastante amplio que en 10 páginas repite constantemente una palabra: socorro, en realidad estas páginas son el núcleo de la novela. Yo soñaba en la realidad, cuando comencé a escribir esta novela, que las 800 páginas contuvieran la palabra socorro”.

Esa palabra repetida cientos de veces: ¡socorro! ¡socorro! ¡socorro! ¡socorro! escrito a lo largo de 10 páginas del libro, es un canto “de nuestra aterrada agonía”, escribió el narrador en la novela y luego él mismo en entrevista asegura que ¡socorro! es nuestra palabra fundamental “porque todos nos sentimos sin socorro en este mundo y porque sentimos la necesidad de esta falta de ayuda”.

En Solanoide, Mircea Cartarescu asegura que en esta ambiciosa novela él sí logra dar una respuesta. “No es una respuesta original, es la respuesta que se ofreció en numerosas ocasiones a lo largo de la historia y la respuesta como en muchas obras de arte, es el amor, y a través del amor podremos ir entendiendo la solidaridad humana. Mi personaje principal tiene la posibilidad de salvarse solo del infierno de la historia, pero él rechaza hacer esto y decide quedarse en esta tierra junto a los que ama, compartiendo su mismo destino”.

En ese sentido, esta historia vuelve a tener mucho de autobiográfico como en buena parte de sus obras. Cuando Cartarescu salió por primera vez de Rumania pudo no haber regresado a su patria pero decidió volver para vivir con los suyos y luchar con ellos. “Existe un nivel autobiográfico en este libro, yo mismo he sido profesor durante 10 años igual que el personaje del libro y ha sido un periodo muy bonito de mi vida porque yo amo a los niños, aun más porque mis alumnos eran de los más desfavorecidos, y fue un gran placer para mí ayudarles en ese periodo. Pero ahora, a diferencia de otras novelas mías, este libro tiene esta característica ética muy pronunciada. Entre otras parábolas he utilizado también un dilema ético”.

La historia utilizada por Carturescu para plantear el dilema ético es la siguiente, él la cuenta: Si una casa ardiera y se pudiera salvar sólo una cosa de esta casa ¿qué escogerías entre un niño y una gran obra de arte? “Mi personaje siempre elegiría al niño. Aun si esa obra de arte fuera inestimable y fuera de uno de los grandes artistas. Entre el arte y la vida mi personaje escoge la vida y esta es una novedad para lo que yo escribo”, señala el narrador y poeta.

Otra característica de su literatura es que se fundamenta en sus diarios, esos cuadernos que comenzó a escribir el 17 de septiembre de 1973, hace más de 40 años. Ha publicado tres diarios y en unos meses saldrá el cuarto. “Es mucho decir que mi literatura se basa en el diario, la relación entre las dos es más compleja, Franz Kafka escribía su propios libros en el diario, yo no hago lo mismo, pero al fin y al cabo mis libros y mi diario son como dos espejos que se reflejan el uno en el otro, por ejemplo los 50 sueños que se encuentran en este libro son 50 sueños que yo tuve y los había anotado en mi diario, pero también mis sueños y los libros de otros se reflejan en mi diario”, dice el poeta que podría ganar el Nobel.

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