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ana.pinon@eluniversal.com.mx
La Biblioteca Vasconcelos está por cumplir un mes acéfala luego de que su último director, Abraham Nuncio, asumiera el cargo sólo por tres meses. Mientras se define quién será el nuevo timón, el modelo que la encumbró a nivel nacional e internacional será modificado.
Marx Arriaga, titular de la Dirección General de Bibliotecas (DGB), aseguró que el futuro y el perfil que tendrá el espacio inaugurado en 2006 se está definiendo y que quien asuma la responsabilidad de dirigir el recinto deberá tener un proyecto que responda a la visión que se planteará en las próximas semanas.
Mientras eso ocurre, trabajadores del recinto demandan certeza laboral, más personal para casi todas las áreas y, sobre todo, mantenimiento en mobiliario e infraestuctura, así como en los servicios que a menudo presentan fallas como la red de Internet, el sistema para la credencialización y el autopréstamo.
Abraham Nuncio llegó a la Vasconcelos en marzo luego de que en febrero se anunciara la salida de Daniel Goldin tras casi seis años de gestión. La salida del editor y escritor fue una de los primeras polémicas de la administración de la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, porque tras ser ratificado se dio a conocer su despido y recibió un gran apoyo de parte de la comunidad cultural, de una gran cantidad de empleados y de usuarios; aunque la versión oficial es que Goldin decidió no continuar por “desacuerdos en el manejo de personal”.
Nuncio informó a finales de junio que no continuaría en la Vasconcelos por motivos personales; para algunos de los trabajadores, su salida se debió a que no tuvo margen de acción para implementar los cambios que planeaba. Sin embargo, Arriaga indicó que el abogado y escritor tenía “muy buenas ideas” enfocadas, entre otras cosas, a crear un mayor vínculo con las universidades, generar nuevos servicios y darle continuidad a los que eran exitosos. “Estamos en contacto casi diario con él para conocer cuál era el plan que tenía para ver hasta dónde es pertinente dejarlo como base de lo que haremos”, dijo el funcionario.
Necesidades de la Vasconcelos. De acuerdo con uno de los últimos reportes oficiales de la Vasconcelos, en 2017 se realizaron más de 2 mil actividades educativas o culturales, realizadas en colaboración con más de 90 instituciones, dependencias y organizaciones. Al cierre de la edición no se concretó una entrevista con el encargado de despacho de la Vasconcelos, quien, de acuerdo con Comunicación Social del recinto, es la única persona que podía proporcionar cifras recientes.
Arriaga reconoció que las actividades han bajado. Indicó que en este momento están enfocados en que la biblioteca continúe con su oferta cultural, por ello analizan la opción de más personal de apoyo de la DGB. Dijo que busca que no se perciba “un abandono” mientras no haya director.
El personal encargado del área aseguró que ha tratado de continuar con el mayor número de actividades y que busca mantener las colaboraciones con las instituciones con que han trabajado. A principios de año la oferta disminuyó pero es una situación que, dijeron, se da en cada cambio de sexenio, y desde marzo se mantienen con alrededor de entre 60 y 80 actividades mensuales.
El gasto de la Vasconcelos en 2018 fue de casi 65 millones, de los cuales cerca de 25 fueron para servicios personales como nómina y servicios profesionales, y 40 para mantenimiento y suministro de materiales y servicios. Para este año, el presupuesto no se ha terminado de establecer porque ya no se le asignó un recurso “de manera independiente”, sino que ahora dependerá de la programación cultural que ofrezca anualmente.
Durante un recorrido por las instalaciones, personal y usuarios se quejaron de fallas en infraestructura y servicios. Por ejemplo, la credencialización ha llegado a suspenderse por falta de sistema; de los siete equipos de autopréstamo no sirven cuatro. Otra constante denuncia por fallas es la de dos montacargas y los elevadores. De acuerdo con algunos bibliotecarios, en las últimas semanas llegaron a funcionar sólo dos lo que obligó al personal a armar paquetes de libros para subirlos cargando.
Arriaga aceptó que ha habido fallas en los elevadores pero aseguró que ha buscado las maneras de solucionarlo y que han avanzando en sus reparaciones; dijo que los retrasos se han debido a cuestiones administrativas. En la actualidad, dijo, sólo uno de los elevadores necesita reparación mayor, la cual excede el presupuesto asignado por la DGB para esto, y que en las últimas dos semanas se compusieron cinco.
El servicio de Internet, dijeron los empleados, ha fallado desde que se inauguró la biblioteca, pero desde el 1 de julio es prácticamente nulo. Usuarios aseguraron que sólo algunas máquinas cuentan con red pero que es tan lenta que resulta inservible. El encargado del área, Carlos Carranza, explicó que el contrato con el proveedor terminó el 30 de junio y que está en proceso una licitación; mientras, Internet lo provee la Secretaría de Cultura.
Para tratar de agilizar el servicio se apagaron 100 de las 400 computadoras. Al día se atendían hasta mil usuarios; desde hace tres semanas apenas llega 50%. Arriaga aseguró que esperan que la Secretaría de Cultura formalice un nuevo contrato para aumentar el ancho de banda.
Usuarios manifestaron que el mobiliario también presenta desgaste desde hace varios años: sillones que se hunden y que faltan; sillas que han desaparecido, así como lámparas, y bancas en mal estado en los balcones. Los trabajadores también apuntaron la necesidad de reparar, entre otras cosas, las mesas.
Otra queja de los trabajadores es la falta de personal para prácticamente todas las áreas. Hasta diciembre de 2018 laboraban 223 personas, 147 de lunes a viernes y 76 los fines de semana. Los contratos son de base, eventuales, confianza y honorarios. A principios de año se informó que no habían sido recontratados alrededor de 20; algunos trabajadores hablaron de por lo menos 50. La información con la cifra actual de trabajadores tampoco fue proporcionada.
Varios empleados temen que no haya recontrataciones y que las vacantes sean ocupadas por becarios de Jóvenes Construyendo Futuro. Actualmente hay ocho chicos trabajando en la Vasconcelos que —coincidieron algunos entrevistados— no todos cuentan con el perfil necesario. Uno de los que tendrá la beca de 3 mil 600 pesos mensuales durante un año, dijo que tiene una formación como “técnico en hospedaje” y que se interesó en la Vasconcelos porque está cerca de su domicilio.
La falta de personal, coinciden algunos empleados, ha provocado cuellos de botella en algunas áreas: el acomodo de libros en estanterías es lento, así como la reparación de libros dañados, la catalagación y acomodo de nuevos ejemplares, que, reconocen, creó notablemente en esta administración de la DGB.
Otra inquietud de los empleados es que en la primera quincena de julio hubo retraso en sus pagos y hasta el pasado viernes, según algunos, no se había cubierto el total de los depósitos de todos los eventuales.
Respeto al tema laboral, Arriaga dijo que se trata de un problema añejo; la biblioteca no tiene una estructura propia. “En su momento plazas de la DGB migraron a la Vasconcelos como apoyo, pero se quedaron ahí y los huecos que se empezaron a generar se llenaron con personal eventual y de honorarios”. No descarta contrataciones por honorarios pero sólo se harán si Hacienda lo acepta; por lo pronto la idea es ceñirse al plan de austeridad del gobierno.
Arriaga, insistió: “Se está reestructurando la DGB así como toda la Secretaría de Cultura; se está planteando un nuevo organigrama de la dependencia, que la Secretaría dará a conocer en un par de semanas. En lo que se dan a conocer hay incertidumbre porque no se saben todavía cuáles son las direcciones, las subdirecciones, las jefaturas que tomarán el rumbo de la Vasconcelos. Además, muchos son operativos de modo que hasta no tener sus mandos medios y altos no se les puede bajar información y por eso no saben cuál es el futuro”.
Aunque Arriaga dijo que no tiene intención de señalar los “errores” del pasado, reiteró que la Vasconcelos acumuló fallas en servicios y que se convirtió en un espacio excepcional, con una oferta cultural excepcional, pero con “montones de problemas en su organización, daños en infraestructura, mala catalogación, acidez en los libros”, de tal modo que tuvo grandes “avances” pero se quedó “rezagada” en otros aspectos.
Los trabajadores exigieron que haya un reconocimiento a sus labores porque la Vasconcelos se convirtió en un modelo debido a su vocación y a su entrega, independientemente de sus directores en turno.