Estocolmo, Tirana.— El polémico Peter Handke es hoy el protagonista absoluto de la entrega de los Premios Nobel, y la ceremonia coincide con una protesta contra su galardón en Literatura porque “legitima” su manera de relativizar el genocidio de Srebrenica (1995), de acuerdo con una de las organizadoras del acto, Teufika Sabanovic.
Desde el anuncio hace dos meses de que el austriaco era galardonado con el Nobel de Literatura, la tensión no ha dejado de subir, con peticiones de retirada del premio —de parte de Turquía, Albania y Kosovo— hasta la dimisión o boicot de la ceremonia entre miembros de la Academia Sueca.
La protesta estará también en la calle, en la plaza Norrmalstorg de Estocolmo, con la participación de supervivientes de la matanza de Srebrenica (1995), de la asociación de madres de esa ciudad y una decena de oradores —de periodistas a médicos—, que hablarán de lo que vieron y vivieron en Bosnia.
Sabanovic, cuyo padre y una decena de familiares murieron en Srebrenica, dijo que la idea de organizar este acto surgió de un grupo de amigos que no podían quedarse callados.
Hoy habrá una pequeña concentración frente a la Sala de Conciertos de Estocolmo, donde el rey Carlos Gustavo entregará los premios, que será simbólica por la falta de espacio y está convocada por la organización alemana Society for Threatened Peoples, señaló.
La polémica rodea a Handke desde las guerras de los Balcanes, con acusaciones de dar voz al nacionalismo serbio más radical, minimizar masacres y defender a criminales de guerra —participó en el funeral del presidente serbio Slobodan Milosevic, fallecido cuando era juzgado por crímenes de guerra en La Haya—.
Sin embargo, el objetivo primero de la protesta no es el autor de Justicia para Serbia (1996), que los críticos de Handke consideran un panfleto proserbio y algunos sostienen que llega a poner en cuestión el genocidio de Srebrenica.
Handke tiene “su derecho democrático” de decir y escribir “lo que quiera”, el problema es “premiarle con el galardón más prestigioso que existe por esos escritos, porque una vez que hacen eso dan legitimidad a su relativiación del genocidio”, subrayó Sabanovic. Cuando se pone “el sello de Premio Nobel a esos libros, se consideran algo cierto, y eso creo que es muy peligroso”, consideró.
El mensaje principal que quieren hacer llegar con esta protesta es que “el genocidio no se puede poner en duda. Es un hecho probado por el Tribunal de La Haya (...). Solo hay una verdad sobre el genocidio, no múltiples”.
En Srebrenica fueron asesinados por fuerzas serbobosnias 8 mil hombres y niños musulmanes, que —señaló— “no pueden defenderse, que no tienen voz, por eso se las damos”. La joven, nacida en 1990 en Srebrenica, de donde huyó cinco años más tarde, cree que la Academia —encargada de decidir el galardón— sabe que “se ha equivocado”, pero “es muy tarde para revocar la decisión”.
La polémica también resuena en la Academia, donde uno de los miembros no permanentes, Gun-Britt Sundström, presentó su renuncia, mientras el académico y exsecretario de la institución Peter Englund no participará en los actos pues celebrar el Nobel de Handke sería “una gran hipocresía”, según escribió esta semana en la prensa.
A Sabanovic no le parece bien que la polémica con Handke acapare toda la atención y lo siente, en especial, por la escritora polaca Olga Tokarczuk, que recibirá el Nobel de Literatura de 2018, que se quedó en suspenso debido a una grave crisis en la Academia Sueca, salpicada por un asunto de abusos sexuales.
“Nos parece triste” que el talento de Tokarczuk se vea eclipsado, por eso “todos los que estamos planteando esta protesta queremos decirle que lo sentimos, pero no nos podíamos quedar callados”.
Posturas de rechazo
Albania anunció ayer que su embajador en Suecia boicoteará la ceremonia de los Nobel por haberse otorgado el galardón de Literatura al escritor austriaco Peter Handke, al que se critica por sus posiciones proserbias.
Albania se suma así al boicot de Kosovo, cuyo embajador ante Suecia tampoco asistirá a la ceremonia que tendrá lugar este martes en Estocolmo.
Durante las guerras de los Balcanes, que causaron más de 100 mil fallecidos en la antigua Yugoslavia, el escritor austriaco acusó a gran parte de la prensa occidental de ser antiserbia.