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En México la literatura de terror, las leyendas, se transmitían de manera oral, pero a mediados del siglo XX, escritores como Francisco Tario , comenzaron a abordar la literatura fantástica y Amparo Dávila se convirtió en una de sus importantes representantes. Su universo literario nació, dijo la escritora en muchas ocasiones, cuando era una niña y veía desde la ventana de la biblioteca de su padre, en Pino, Zacatecas, "pasar la muerte en carretas y en lomos de los burros".
La escritora Amparo Dávila, creadora de universos que transcurren entre la fantasía y lo fantasmagórico y surreal, describió su universo literario y el significado de la literatura, en sus propias palabras:
"Yo tuve una infancia muy peculiar porque tuve un hermano, un poco más chico que yo, Luis Ángel. Murió como a los cuatro años, cuando yo tenía cinco. Quedé muy sola, muy triste, muy enferma. No me dejaban salir, hacía mucho frío, así que me entretenía viendo por la ventana a las caravanas que iban a enterrar a sus muertos, no había cementerios en esa época en las rancherías cercanas, así que yo me entretenía viendo pasar la muerte, a veces los muertos pasaban arriba de las carretas porque apenas iban a buscar su caja, otras veces iban sobre el lomo de la mula. Todo esto lo cuento en mis apuntes autobiográficos".
"La oscuridad no la soportaba porque estaba sola sin mi hermano, así que me refugiaba en los perros y en los gatos. Yo vivía en la casa grande del pueblo, ahí se encontraban muchas cosas, hasta la fecha no sé si yo veía cosas o las imaginaba. A mí me no me daban miedo las historias, las leyendas como la de 'La llorona'".
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"Mis cuentos fueron saliendo, sencillamente, sin que yo me propusiera causar miedo o terror, mis cuentos salieron así, espontáneos, nunca fueron deliberados".
"Pino, Zacatecas, estaba lleno de leyendas. Me llevaron a la primaria y ahí nos empezaron a dar catecismo, historia de la iglesia, pero yo sólo sabía de los muertos que aparecían en las noches, pero no sabía nada más y menos sabía de religión, fue entonces cuando me enamoré del 'Cantar de los cantares' y escribí los 'Salmos bajo la luna', que no son precisamente religiosos pero sí son profanos".
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"La literatura es parte de uno mismo, es la sensibilidad, la pura inteligencia es en lo que no creo. Yo pensaba que si uno escribía era una necesidad para uno mismo, no para publicar, pero me hicieron entender que si lo que uno hacía tenía valor, lo debías compartir con los demás".
"Me he pasado años sin escribir nada y de pronto tengo necesidad de escribir y escribo. Aún me da miedo la oscuridad, a veces me da miedo también la soledad, pero tengo muchas cosas bellas y agradables en mi vida, tengo también otras muy duras, así es la vida, la vida no es pareja, tiene altas y bajas".
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"Traté de lograr en mi obra un rigor estético basado no solamente en la perfección formal, en la técnica, en la palabra justa, sino en la vivencia. La sola percepción formal no me interesa porque la forma no vive por sí misma; es, digamos, la sola justificación de la escritura”.
fjb