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“México debe reencontrarse como un país mosaico” y reconocer su diversidad, exhortó el historiador Alfredo López Austin la noche de ayer al recibir el Premio Internacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña que otorga la Academia Mexicana de la Lengua.
En la sala Manuel M. Ponche del Palacio de Bellas Artes, acompañado de su familia, colegas y amigos, el historiador y estudioso del pensamiento mesoamericano evocó la visión que Henríquez Ureña tenía del México posrevolucionario, ese país vibrante al que consideraba líder, guía, “hermano definidor” de los pueblos latinoamericanos.
“Ureña proclamaba: ‘Nunca la uniformidad, ideal de imperialismos estériles; si la unidad, como armonía de las multánimes voces de los pueblos’. Hoy, cuando México ha perdido el título de “Hermano definidor” que le dio; cuando se ha convertido en el prototipo de la América de “Las venas abiertas” de la que habló Eduardo Galeano, la proclamaba de Henríquez Ureña mantiene una innegable actualidad: México debe reencontrase como un país mosaico, con plena conciencia de que todos tenemos derecho a ser diferentes y de beneficiarnos de sus frutos porque somos todos quienes construimos este nuestro mundo”, comentó el historiador y académico de la UNAM tras de recibir el diploma y la medalla de este premio que reconoce su obra ensayística.
Recordó que en una época en la que el país daba paso a la modernidad y comenzaba a definirse como la nación que ahora conocemos, el intelectual y escritor dominicano, integrante del Ateneo de la Juventud, planteaba a México como la utopía iberoamericana por su fuerza histórica, su tradiciones y raíces. Para el proyecto, decía Henríquez Ureña, “es necesario partir de la propia raíz; la universalidad no significa desgastamiento, no implica el abandono del carácter, de la lengua, de la tradición”, planteó López Austin.
En su discurso, el historiador hizo un repaso por las visiones utópicas que diversos autores europeos tuvieron de América, ese Nuevo Mundo que les inspiró reflexiones filosóficas y que llegó a convertirse en “cuna de infinitos sueños”, refirió las utopías que José Vasconcelos y Pedro Henríquez Ureña crearon de México. “Ensayo de utopías”, como tituló su discurso, culminó con ese llamado a reconocer al país como una nación diversa, plural, con una historia arraigada en sus pueblos indígenas.
Al otorgar este premio que reconoce la calidad de su obra ensayística, Adolfo Castañón, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, leyó el acta del jurado que le otorgó este reconocimiento. Señaló que la obra y escritura de Alfredo López Austin “alcanza una plenitud incomparable en el ámbito de las letras hispánicas contemporáneas”. “La filología, las traducciones, la investigación en las tradiciones mesoamericanas, la antropología, la etnología, la historia, se abren a horizontes a través de una diversa, múltiple, siempre fiel a sus preocupaciones medulares, al conocimiento de las lenguas originarias”, dijo.
López Austin, añadió Castañón, es “un creador intelectual, formador de conceptos, un ensayista en el sentido más fuerte de la palabra”: “Su generoso itinerario cultural se declina en una vasta obra en la cual se practica un recorrido por la historia de México, se explora el gran horizonte de la historia, se traducen textos de medicina al náhuatl, se recrean algunos juegos y rituales aztecas, se explica la constitución real de México Tenochtitlán; se indaga y refleja el Conejo en la cara de la luna, se recapitula una breve historia de la religión mexicana y las razones de un mito”.
En la ceremonia también estuvieron presentes el presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, Jaime Labastida; otros miembros de la institución, como el escritor Felipe Garrido, así como la directora del INBA, Lidia Camacho, y autoridades representantes de la UNAM.
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