publicó su primera novela, Los nombres del aire , con la "advertencia" de su editor de que "no lo iba a leer ni su madre". Treinta años después va por la 33 edición: "el autor invoca al fuego pero solo el lector lo enciende", asegura el mexicano en una entrevista con Efe.

Ruy Sánchez (Ciudad de México, 1951) presentará en la sede madrileña del Instituto de México su último libro, El sueño de la serpiente , un "libro complejo porque es un collage, inclasificable en cierta medida entre los géneros".

Es la historia de un hombre centenario que dibuja en los muros de un hospital psiquiátrico los recuerdos que va recuperando.

El libro se lanzó el pasado mes de octubre, comenzó "a circular" en diciembre en la Feria del Libro de Guadalajara (México) y ya ha recibido el Premio Mazatlán de Literatura 2018 , que se concede al mejor libro publicado en México el año anterior.

"Pensé que sería más difícil para el público, y no, porque no solo se agotó en dos meses la primera edición sino porque ha tenido un recibimiento mejor de lo que pensé. Nunca me hago muchas ilusiones pero ha habido una recepción buena y eso anima", asegura modesto.

Su único deseo es que el libro sea leído aunque nunca piensa "en el mercado" cuando escribe: "esto tiene que ver con la naturaleza del arte. Lo que lo haces lo exhibes. Son tus calzones sucios pero necesitas lavarlos en público", se ríe.

Escribe constantemente en los periódicos, pero solo cuando tiene algo que decir "distinto de lo que se está diciendo" y es especialmente activo "con un asunto tan grave" como el del urbanismo en México.

"Si eres un intelectual y defiendes a un candidato nunca puedes clausurar la necesidad de la crítica pero los políticos piensan lo contrario", explica.

Cree que el hombre está en la actualidad ante situaciones que le ciegan: "Tener privilegios nos ciega y tener un partido nos ciega. Los partidos hacen que la gente se comporte como hooligan violentos y poco reflexivos.

"El autor invoca al rayo y al fuego pero solo el lector lo enciende", resume sobre un éxito que "jamás" está claro.

"Tardé muchísimo tiempo en escribir mi primer libro. El editor me dijo que lo publicaba porque le gustaba mucho pero no lo iba a leer ni su madre. Eso fue hace 30 años. Lleva 33 ediciones en español y 27 en otras lenguas", recuerda.

Le han sucedido cosas en las que, como escritor, no tiene "ningún mérito" como, por ejemplo, que "muchas mujeres" se hayan tatuado las caligrafías medievales que incluyó en Los jardines secretos de Mogador (2001).

Escribir, afirma, "es lanzarse a lo maravilloso y sorprendente de la vida y que tengas la suerte de ser escuchado, de que tus libros tengan ediciones en lenguas inesperadas, de que se tatúen sus letras en la piel..."

nrv

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