Después de 49 años de la primera visita de a México —en 1974 debutaron en el , cuando eran sólo un quinteto de artistas jóvenes y osados—, los músicos y comediantes vuelven al país con su gira de despedida: Más tropiezos de Mastropiero, que se presenta mañana y pasado mañana en el Auditorio Nacional.

Se trata de un espectáculo en el que retoman a un personaje emblemático del grupo, el maestro Johan Sebastian Mastropiero, sátira de los compositores clásicos. El espectáculo empezó a escribirse en 2019, se estrenó en noviembre de 2022 en Argentina, y fue hecho, en particular, para el elenco actual: Jorge Maronna, Carlos López Puccio, Horacio “Tato” Turano, Roberto Antier, Martín O'Connor y Tomás Mayer- Wolf, así como los reemplazantes Santiago Otero y Pablo Rabinovich; elenco en el que pesan los decesos de Daniel Rabinovich y Marcos Mundstock en 2015 y 2020, respectivamente.

“Luego de acompañarnos largo tiempo como reemplazantes, Turano y O’Connor fueron los primeros en entrar al grupo de manera estable; después se sumó Tomás Mayer-Wolf, y en 2019 Roberto Antier. Todos son magníficos artistas y han sabido integrarse, en un principio tomando roles ya interpretados, y ahora creando sus propias maneras de encarar obras nuevas”, detalla en entrevista Jorge Maronna.

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“Llevamos más de medio siglo trotando y nos parece que ya es hora de reposar. Nos da tristeza tener que despedirnos, más nada es eterno”, continúa.

En esta última gira, el grupo se embarca sin dejar herederos, a pesar de encontrarse en la cima de la comedia hispanohablante. Aunque es posible, dice Maronna, que dentro de un tiempo reclamen su parte de la herencia una multitud de hijos de Mastropiero que todavía no son conocidos: “Es que Johann vivió muchas aventuras”. En el espectáculo, explica el comediante, se interpretan nuevas invenciones del prolífico Johann Sebastian, piezas que presenta él mismo, encarnado por O’Connor, durante una “jugosa entrevista” con intervalos musicales, sin dejar de lado un par de piezas del repertorio clásico de Les Luthiers.

“La pandemia nos sorprendió cuando estábamos a punto de estrenar este espectáculo que hoy traemos a México, y nos obligó a comunicarnos sólo por Zoom durante dos años (...) Por fortuna, esa interrupción tuvo la ventaja de darnos más tiempo para escribir nuevas obras y mejorar las ya escritas”, tal como sucedió con Más tropiezos de Mastropiero.

Los temas de la vida de hoy se tocan con delicadeza, afirma Carlos López Puccio, autor de este espectáculo junto a Jorge Maronna; ambos son los integrantes históricos del grupo.

Son épocas de corrección política, lo saben y se autoafirman como artistas que nunca han tenido la intención de lastimar a nadie. En 55 años de carrera, los integrantes históricos recuerdan que fueron testigos de la dictadura militar y que los peligros eran otros; Les Luthiers sobrevivió porque, si hizo chistes contra los militares fue de una forma lateral y sutil, en un tiempo en el que el riesgo por hacerlo era, al menos, el exilio.

No se consideran héroes o artistas con intenciones políticas, pero son partidarios de la libertad y recuerdan que en 2017, cuando se les concedió el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, el galardón más alto en una trayectoria de premios como la Orden de Isabel la Católica por su trayectoria (2007) y el Grammy Latino a la Excelencia Musical (2011), el jurado dijo que la agrupación reflejaba la sociedad del presente y era un modelo para abrir caminos hacia la libertad, “cosa que supera nuestra propia estima”.

Sobre los tiempos que corren, en los que el peso de los censores es fuerte, Maronna dice que, aunque en su repertorio tradicional hay ciertas zonas que hoy serían criticables desde el punto de vista de la corrección política, el humor que ellos exploran siempre ha sido familiar y cuidadoso con el público, por lo que las modificaciones a sus piezas han sido pocas.

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“Pero es cierto que, a la hora de componer un nuevo espectáculo, el humorista que hoy no quiere ofender a nadie tiene que esforzarse en adivinar si lo que escribe será bien recibido o repudiado por el público”.

Una reflexión que se inserta con la forma en que Les Luthiers ha sobrevivido a través de generaciones. “Nunca hemos escrito las obras apuntando a una porción de los espectadores, como en este caso la de los jóvenes, y por eso nos sorprende y alegra que nuestro público haya ido renovándose a lo largo de los años”, destaca Maronna. No es descabellado decir que, en parte, la renovación de públicos se debe al carácter lúdico del grupo y la fidelidad hacia su propio sentido del humor; prueba de ello es la creación de instrumentos como el Bolarmonio, el preferido de Maronna, “construido sobre una larga fila de pelotas que suenan al ser apretadas y que aparece en el blues Rhapsody in balls”.

Antes de finalizar, Maronna recuerda la primera visita a México: el amor a primera vista que hubo entre el grupo y el público a pesar de que en la primera fila había espectadores con carteles con la leyenda en letras grandes: Les Luthiers, go home. “Nos llenó de inquietud hasta que nos enteramos de que no eran enemigos, sino admiradores que nos hacían una broma. El mexicano tiene un gran sentido del humor, que lo hace sintonizar con el nuestro (...) Volver a México es enormemente placentero, un verdadero premio”, concluye.

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