Leonardo Padura

llegó ayer a la UNAM para recibir hoy el Doctorado Honoris Causa , pero también para compartir con estudiantes una nueva versión de un ensayo acariciado, en el que ha trabajado durante muchos años y que intenta contener la imagen definitiva de la narrativa cubana, al mismo tiempo que busca construir a toda costa un país, una ciudad, una narrativa nacional, una construcción espiritual hecha de palabras.

Ayer, el narrador, ensayista y periodista nacido en Cuba en 1955 sostuvo un encuentro con estudiantes de la UNAM, en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, donde dijo que “posiblemente no existe otra ciudad del mundo que, como La Habana, haya sido capaz de forjarse una imagen singular, que se ha ido construyendo empleando, digo que a partes iguales, muros de piedra y argamasa de palabras”.

En La ciudad de las palabras , el ensayo que escribe desde hace varios años y está en proceso de creación, Padura hizo un repaso puntual a la literatura cubana del siglo XIX y a escritores que fueron creando esta ciudad que le debe todo “a una lengua de mar atrapada en el estrecho cerco de su bahía”: La Habana, su casa, que junto con su trabajo y el lenguaje, dijo, son sus tres grandes patrias.

El autor de El hombre que amaba a los perros hizo un repaso por varios autores cubanos del XIX: Domingo del Monte, autor de Espejo de paciencia que dijo contiene la imagen de Cuba, el imaginario nacional.

"Desde entonces, Espejo de Paciencia ha cumplido la función de obra fundadora, llenando un espacio en el imaginario nacional y sirviendo de pedestal para los que desde aquella década de 1830 estaban tratando de construir a toda costa un país, una ciudad, una narrativa nacional, una construcción espiritual hecha de palabras".

Habló de Cirilo Villaverde, que consiguió armar el tejido social, arquitectónico, racial y psicológico de la ciudad de donde vive. "Él nos da la primera imagen polivalente y de sus habitantes, sus historias y características, edificaciones, calles, iglesias, mercados, sus ritos y mitos, sus pulsos y compulsiones".

Y aunque cerró allí su discurso, Leonardo Padura no dejó de dar cuenta de la literatura del siglo XX, que fue fundamental a través de escritores como Alejo Carpentier, que -dijo- consigue darle a La Habana esa imagen definitiva del imaginario habanero; luego José Lezama Lima con Paradiso que define como "la suma poética de La Habana en forma de novela"; y finalmente Guillermo Cabrera Infante con Tres tristes tigres que Padura considera “la novela que crea el lenguaje literario habanero”.

“Creo con el aprendizaje de la herencia que hemos recibido, de escritores como Carpentier, Lezama y Guillermo Cabrera Infante, el resto de los escritores que a lo largo de las décadas del 80, 90 y hasta el presente, hemos escrito de la construcción e incluso de la deconstrucción de la imagen de la ciudad. Somos herederos de esa tradición cultural que desde el siglo XIX nos legaron todos estos fundadores", señaló Padura.

sc

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