Claramente, afirma la periodista Leila Guerriero (Argentina, 1967), México está atravesado por una situación social muy particular y muy compleja, pero creo apunta que los periodistas tienen que abrir un poco el abanico y contar otras historias porque eso también contribuye de alguna forma a enviar el mensaje de que a pesar de todo se vive.
“Yo creo que no sólo en México sino en varios países con una situación interna muy conflictiva, la violencia se traga un poco todo el relato periodístico y una forma de aportar no sé si a la paz, pero a narrar la vida de nuestras ciudades y nuestras regiones latinoamericanas, es contar las historias que no necesariamente estén todo el tiempo relacionadas con lo mismo”.
La periodista y escritora que la semana pasada sostuvo dos encuentros como parte del programa Guadalajara Capital Mundial del Libro, “me parece que el énfasis excesivo en la violencia y si esa es toda la narración estamos en problemas y te diría que estamos contribuyendo casi a lo contrario, a convencer a todo el mundo de que la vida es un infierno”.
La periodista y editora Leila Guerriero. Fotos: Ángel Melgoza/ Guadalajara Capital Mundial del Libro
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Sin embargo, tiene muy claro el riesgo en el que están los periodistas de México y de otras regiones de América Latina, como Centroamérica. La violencia contra los periodistas, “Es verdad, que hay colegas que la están pasando muy mal y qué si bien los tiempos han sido difíciles para el periodismo, me parece que es un momento de riesgo de vida, en algunos casos, sobre todo en colegas que están investigando determinadas temáticas y siento que hay acá en México y lo escucho mucho, es que hay una sensación de intemperie. Es penoso”.
La autora de “La otra guerra”, “Plano americano” y “Una historia sencilla”, asegura que tenemos muchos más problemas además de la violencia, por ejemplo, la inequidad pues vivimos en la región más desigual del mundo, donde hay una gran diferencia entre ricos y pobres, la violencia contra las mujeres, el machismo, el maltrato contra los niños, el olvido de los viejos, las jubilaciones o pensiones precarias.
“Pero más allá de visualizar esos otros problemas que también existen, también se trata de contar otras historias que no todas rimen con el horror”.
Leila Guerriero asegura que justo uno de los grandes desafíos en la pandemia era precisamente hablar de otra que no fuera la pandemia, y que incluso una de las dificultades para ejercer el periodismo, sobre todo en el 2020, fue la imposibilidad de hacer entrevistas presenciales con las personas, aunque un periodista vive de salir, de ver, de volver y contar y salir era una complicación.
La periodista y editora Leila Guerriero. Fotos: Ángel Melgoza/ Guadalajara Capital Mundial del Libro
“A mí me interesó mucho pensar durante el confinamiento lo que estaba pasando con nosotros como sujetos, leí muchas cosas sobre esto, leí pocas cosas inteligentes”, asegura, la cronista que señala que se mantuvo muy atenta con lo que pasaba con el espacio público, la circulación de los cuerpos en el espacio público y sobre todo desde el comienzo me generó muchísima alarma ver que nadie pensaba, ningún gobierno del mundo, en la salud mundial de la población.
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“Me generó mucha alarma que se enfocaron en salvar cuerpos y nadie pensó en el impacto terrible que iba a tener en la psiquis de las personas. Se transformó en un mundo en el que parecía que sólo iban a sobrevivir los más fuertes, o sea, en el mismo mundo de siempre pero peor. En todo ese tiempo yo sí escribí bastante sobre esas cosas y mirar ahí donde yo creía que nadie estaba mirando. Ahora vemos las consecuencias de todo ese no mirar, las epidemias de suicidio e intentos de suicidios adolescente, la epidemia total de problemas de salud mental en todo el mundo, los hospitales explotados de consultas por ataques de pánico, depresión, las personas mayores en aceleradísimos procesos de deterioro mental por el encierro, todo eso producto de los confinamientos”, afirma Guerriero.
La cronista argentina acaba de instalarse esta semana en la Casa Estudio Cien años de Soledad de la Fundación para las Letras Mexicanas donde estará en una residencia de escritura y gracias a esa vida “monacal” durante casi todo septiembre, trabajará en su nuevo libro que abunda en los temas que reflexiono, estudió y escribió durante la pandemia.
“El mundo está en este momento repleto de personas de las que nadie habla que despidieron a un familiar vivo cuando entraba al hospital y nunca más lo volvieron a ver, y esa especie como de sumisión en la nada nunca se inscribió en sus psiquis como una muerte real sino como una desaparición. Eso me parece una tragedia tremenda y no creo que nada, ni siquiera el descubrimiento del Zoom como herramienta de trabajo pueda mencionarse como algo que sacamos bueno de este periodo tan trágico. Yo creo que salimos peores, que salimos mucho más egoístas”, agrega Guerriero.
La periodista y editora Leila Guerriero. Fotos: Ángel Melgoza/ Guadalajara Capital Mundial del Libro
Ella asegura que desde el momento del reparto de las vacunas hubo una absoluta inequidad e incluso África entera sigue casi sin vacunar, “esta pandemia demostró de qué está hecha la humanidad y la humanidad no está hecha de buenos sentimientos y toda esa romantización de ‘vamos a salir mejor, más solidaria’, que muchos sostenían al comienzo de la pandemia quedo claro que no fue así. Estamos en un mundo sumamente deteriorado”.
Y justo en medio de la pandemia trabajó este nuevo libro y trabajó nuevos textos de reflexión sobre el oficio periodístico que se han sumado a la nueva edición de “Zona de obras”, que ha vuelto a publicar Anagrama, que se presentará mañana jueves 8 de septiembre en la librería Gandhi Mauricio Achar, a las 19 horas, con la participación de Alejandro Zambra y Patricia Nieto.
“Una de las cosas me permitió fue ver con más distancia y con más paciencia y hurgar en mi propia memoria y de computadora, buscando textos que yo había producido desde la edición de ‘Zona de obras’ hasta ahora y que me parecía que seguían hablando de lo mismo y s e podían incorporar al libro, algunos muy recientes como un texto que se llama ‘Un antojo’, sumé varios nuevos textos pero todos rondan sobre lo mismo, sobre la escritura, por qué escribir, cómo hacerlo, cuál es la caja de herramientas de un periodista, todo ronda en torno a eso”, señaló.
Hoy, la cronista y escritora se encuentra en viviendo en la Casa Estudio Cien Años de Soledad. “Cuando empezó la pandemia en el año 2020 me llamó Juan Villoro y me invitó a algo que recién ahora pude concretar, que es una residencia de escritura, me pareció muy corajudo Juan, llamándome en ese momento cuando todo era pura incertidumbre. Y dos años después se pudo concretar, y desde entonces la viví como señal luminosa de qué hay futuro. Yo creo que lo necesitábamos”, concluye.