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No habían pasado ni tres horas de la inauguración de Zona Maco y la obra "Lavado de cara" (2024) de Eugenio Merino (Madrid, 1975) ya había sido comprada (no se dio a conocer el monto). Él tampoco se lo esperaba. Y es que en un espacio en donde muchos buscan arte para sus colecciones personales, es complicado vender instalaciones, en particular de temas duros como la política y la violencia, que recuerdan la realidad.
Pero esta escultura, que consiste en una lavavajillas con platos que tienen impresos los rostros de 15 presidentes mexicanos desde 1929, liderados por Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, fue la excepción.
Merino —quien es uno de los artistas contemporáneos más relevantes de España y que en 2019 causó polémica, junto al artista Santiago Sierra, por quemar un ninot de 4.5 metros del Rey Felipe de España— trabaja el tema de la corrupción y lavado de dinero a través de la intervención de objetos. En entrevista explicó que esta obra surgió de una versión que hizo en 2015, pero con los rostros de los presidentes de Estados Unidos, a partir de unos platos conmemorativos que compró allá.
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“En México no existe esta tradición (de los platos conmemorativos de presidentes), yo tuve que fabricar los platos en cerámica. Son platos que hay que lavar, como la corrupción de este país. Escogí al PRI como punto de partida porque me parece muy relevante (abordar) la institucionalidad de la corrupción”, explicó el artista representado por la galería española Memoria.
“No pinto ni hago arte decorativo, sino que trabajo con el contenido (de la obra). Entonces adapto ese contenido a distintos formatos, que me da igual, porque al final (lo que a mí me interesa es) qué entendemos por el poder. En los platos entendemos perfectamente la metáfora”, agregó el artista.
Además de esta obra, Merino presenta en la feria de arte su obra Pisando derechos (2023), que consiste en 15 pares de suelas de zapatos que tiene inscritos 30 derechos humanos. También exhibe Universal Declaration of Human Rights (2023), que se trata de un costal de basura en el que está impresa la Declaratoria Universal de Derechos Humanos.
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“Abordo el concepto de opresión y cómo se pisan lo derechos humanos. Mi arte lo entiende todo el mundo. Al final, mi trabajo es muy directo, aunque utilice el lenguaje, el arte contemporáneo no está destinado a una élite”, concluye Merino.