Después de cinco años de no exponer en México y de su exitosa muestra en la Bienal de Venecia del año pasado, Bosco Sodi presenta su exposición “Alabanzas”, en la Galería Hilario Galguera, donde exhibe las obras que realizó durante la pandemia de Covid-19 .
“El arte nos ayudó a sobrepasar la pandemia. En mi caso, lo que me ayudó fue la oportunidad de poder seguir haciendo mi obra”, dijo Sodi en entrevista con EL UNIVERSAL .
En las cinco salas de la galería se muestran 24 obras, realizadas entre 2020 y 2022, que ninguna tiene título, pero sí un significado.
Se pueden ver viejos costales de café con la impresión de círculos de oro, esferas de barro cubiertas en oro, lienzos-esculturas con la característica mezcla que creó el artista que consiste en aserrín, cemento y color.
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La selección de los materiales fue una casualidad, pues durante el confinamiento -y tras dejar su casa en Nueva York para trasladarse a su estudio en Casa Wabi, Oaxaca- el artista no tenía acceso a tiendas, por lo que improvisó.
“Un día trajeron la compra del único mercado abierto en Puerto Escondido y trajeron las verduras en sacos viejos, rotos, manchados, descoloridos y con olor a chile seco y me enamoré de ellos por varias cosas, pero primero porque hacían referencia al Arte Povera, que fue la obra que se hizo en Italia en la posguerra, cuando la gente tenía poca esperanza y mucha incertidumbre, una situación similar a la que vivimos en plena pandemia”, explicó Sodi.
Con respecto al oro, Sodi explica que fue un material que tuvo que tratar con mucho cuidado y hacerlo rendir, pues además de que es costoso, explicó que se escaseó, pues su proveedor se encuentra en Ucrania, país invadido por Rusia, y cada vez es más complicado y tardado conseguirlo.
El artista explica que la mezcla de un material barato con uno costoso hace referencia a las humildes vestiduras de los franciscanos y monjes budistas y a lo celestial, a lo puro, a la opulencia. Con estas piezas, Sodi quiso rendir alabanzas a la vida, al poder curativo del arte y a los seres humanos, es por eso que tituló a la exposición de esa manera.
“Era como un canto de esperanza de que al final las cosas continúan, de que vivimos en un universo en constante cambio”, agregó el artista.
Aunque en la obra de Sodi los materiales tienen una gran importancia, el artista explica que su selección es casual y orgánica. Su proceso tampoco podría describirse como el de un perfeccionista.
“Son accidentes que uno se apropia de ellos y hace que cada pieza sea diferente. Me gusta mucho esta parte de experimentar. El que uno no tenga control hace a las obras únicas y así es la naturaleza, única, irrepetible y que se degrada. La naturaleza nos enseña que sólo vamos a estar un tiempo en la Tierra y por eso en mi obra busco hablar de la temporalidad del humano y sobre que debemos aprovechar los momentos importantes”.
El artista siempre ha sido partidario de la tradición japonesa wabi-sabi, que valora la imperfección, pero afirma que la experiencia de la pandemia de Covid-19 “potencializó” su forma de ver la vida:
“Estoy convencido de que el futuro de la humanidad está en tener equilibrio con la naturaleza, no todo es tener riqueza o estar en la pantalla, son cosas que no ha logrado entender el ser humano”.
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En la exposición, hay una serie de sus característicos cuadros -que oscilan entre pintura y escultura- con una rasgadura al centro. Sodi explica que esa ruptura la hizo en su estudio en Nueva York, cuando las calles lucían “como si estuviéramos en la serie ‘The Walking Dead’”, y él se sentía abrumado por la incertidumbre que generó la pandemia y el confinamiento.
“Fue un tiempo intranquilo, soy jefe de familia y muchos dependen de mí. Con estas obras sentí una necesidad de rasgarla, de hacerle una cicatriz. Después vi que no sólo era una cicatriz, sino que también podría ser una ruptura para ver la luz”, dijo.
Pese a que estas obras tienen un significado para él, Sodi invita al público que se acerque a su obra a “dejar la intelectualidad de lado” y no obstinarse en hacer una lectura del significado de la obra, sino experimentarlo a su propia manera.
“No quiero que la gente tenga este compromiso o inseguridad de que no le entienda. Estamos muy acostumbrados a querer encontrarle un significado a todo, pero eso justo va en contra de la filosofía wabi-sabi”.
