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Los caminos de la poesía, el temperamento poético, la violencia y el suicidio son algunos elementos presentes en la intensa y tormentosa relación entre Sylvia Plath, Ted Hughes, Assia y David Wevill, los cuatro personajes sobre los que el escritor Jorge Volpi dramatiza en su libro “Las agujas dementes”.
La obra de teatro publicada por Almadía explora la luminosidad pero sobre todo las oscuridades en la vida de estos cuatro personajes, entre quienes se encuentran dos de los mayores poetas del siglo XX en lengua inglesa: Sylvia Plath y Ted Hughes.
“Era muy importante tratar de documentar lo más fielmente posible la vida de los cuatro; leí toda la obra de Sylvia, lo más posible de la obra de Ted, leí los poemas de David --en español no está traducida su poesía--, y las biografías de cada uno; hay varias biografías tanto de Ted como de Sylvia y una sola de Assia, y luego fue dejar que la imaginación volviera a llenar los vacíos para reacomodar esa historia y convertirla en una historia basada en sus vidas pero que no las sigue minuciosamente”, señala Jorge Volpi.
En entrevista, el narrador, asegura que buscó explorar los distintos tipos de violencia machista que hay en la obra: una violencia determinada por la época, principios de los años 70; la violencia machista que ejercía Ted contra Sylvia, y luego contra Assia, hasta que finalmente las dos se matan; y la violencia de Ted sobre la obra de Sylvia.
“En este sistema heteropatriarcal que todavía marca comportamientos sumamente precisos para las mujeres y los hombres, ahí también tenemos roles muy asignados, evidentemente para una mujer es mucho más difícil ser poeta en esa época y al mismo tiempo tener que cumplir con las labores de madre y de ama de casa; sumado a la propia violencia machista de Ted, ha quedado claro que la violencia que ejercía sobre Sylvia no solamente era psicológica sino también física, no sabemos si a Assia la llegó a golpear pero a Sylvia no hay duda de que había momentos de descargas de violencia física terribles; y luego la tercer forma de violencia contra su poemario que publica cuando Sylvia ha muerto”, afirma Volpi.
Tras el suicidio de Sylvia Plath, su marido, Ted Hughes es quien se empeña en publicar el poemario de Sylvía, pero aún tras ella muerta mantiene una relación ambigua, dice Jorge Volpi, por un lado quiere que sea conocida, quiere que su talento sea reconocido por el mundo y se convierte en editor y hace la primera edición de “Ariel” que revela a Sylvia como una de las poetas más extraordinarias del siglo XX, pero por otro lado elimina aquellos poemas en los que Sylvia se refería directamente a lo que estaba padeciendo a manos del propio Ted y además cambia el orden del poemario para que sea menos terrible del que Sylvia había imaginado.
“El reconocimiento de Sylvia empieza pronto con la publicación de ‘Ariel’ originalmente editada por Ted, que años después va a ser modificada por la hija de ambos, quien finalmente va a reintegrar los poemas que su padre sacó y que también va a ponerle el orden que su madre quería para su propio libro, desde entonces la figura de Sylvia solo se ha ido agigantando”, señala el también autor de “Una novela criminal” y “Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción”.
“Las agujas dementes” permite entrar a la intimidad de los cuatro personajes. Observar a dos de los mayores poetas del siglo XX en lengua inglesa, Sylvia Plath y su propia relación con Ted, y luego la relación con Assia, quien al principio era publicista pero que luego se convierte en traductora de poesía; en la obra todos los conflictos parecen magnificarse debido a que sean poetas o por lo menos tener un temperamento poético.
“Las relaciones son muy complejas entre ellos, había una relación de competencia entre Ted y Sylvia más allá de la parte doméstica, de la parte amorosa, más allá de los celos y las traiciones, en donde se admiraban mutuamente pero también competían mutuamente; está también la competencia que tenía la propia Assia con Sylvia, a la que admiraba enormemente pero después intenta ocupar su lugar en muchos sentidos, a veces voluntariamente y a veces obligada por el propio Ted”, dice Volpi.
Pero también está en la obra David Wevill --que en el único de los cuatro personajes que aún vive--, que admira enormemente tanto a Sylvia como a Ted y que sin embargo no es reconocido por ellos, “son relaciones poéticas muy complejas, relaciones vitales que tienen una enorme cantidad de sutilezas que me parecían que sólo una obra de teatro podía intentar reflejar”.
Y es que Jorge Volpi pensó primero en escribir una novela con los cuatro poetas, pero en cierto momento se dio cuenta que la mejor manera de contar esta historia era el teatro, “puesto que tres de los personajes eran poetas y Assia traductora de poesía lo mejor era permitir que lo que escucháramos todo el tiempo fueran las voces de ellos mismos. Ahí decidí convertirlo en una obra de teatro, un género que me había fascinado desde siempre y que es diametralmente distinto a la narrativa”.
En “Las agujas dementes” hay un planteamiento constante: qué pasa cuando el amor, la inteligencia, la genialidad y la poesía no son suficientes. A partir de esa idea Jorge Volpi convierte la oscuridad de la vida privada en la luz de la vida pública, echa luz sobre la soledad, la tristeza, las violencias, la maternidad, el temperamento poético y el suicidio de dos mujeres.
“Es una tragedia duplicada y eso también es fascinante en la historia y también terrible. La relación de Sylvia y Ted dura seis años y termina con el suicidio de Sylvia metiendo la cabeza al horno y prendiendo el gas; luego está el otro desenlace tan shoqueante donde seis años después de relación con Ted, Assia decide suicidarse de la misma manera y es quizás más terrible, no sólo se suicida ella sino que antes mata a la hija de ella con Ted, de la misma manera, con el gas del horno”, dice el narrador.
Esta obra de teatro publicada por Almadía, que se pensó justo para ser montada no cumplió su cometido debido a la pandemia; sin embargo en el marco de la 40 Feria Internacional del Libro de Oaxaca, “Las agujas dementes”, tuvo un montaje, a través de una lectura virtual en las voces de Mariana Gajá, Yuriria Fanjul, Antonio Vega y José Carriedo bajo la dirección de Angélica Rogel.