Tras 25 años de la publicación de "", novela de aprendizaje en la que (Premio Xavier Villaurrutia 1999; Premio Herralde 2004; Premio José Donoso 2012), narra los años de juventud de Mauricio Guardiola —personaje que pone en tela de juicio ciertos paradigmas abiertamente desmontados hoy (machismo, identidad de género) y explora aquello, abstracto, difícil de nombrar y en constante cambio, que identifica a los mexicanos—, Almadía lanza una nueva edición de dicha novela, "la preferida hija rebelde" del narrador, ensayista y cronista. En entrevista, Villoro habla sobre la vigencia de los temas abordados y reconoce la inocencia de Guardiola durante los años de la transición política, de frente a grandes expectativas: las de un México futuro que hoy es el presente.

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P. La transformación de la ciudad siempre ha sido un tema importante en tu obra

R. Hay muchas maneras de entender una ciudad y la de México, obviamente, es un desafío porque ni el más laborioso de los taxistas la conoce por entero. Nadie ha estado en todas sus calles, ¿cómo definir una ciudad así? La estrategia de “Materia dispuesta” tiene que ver con tratar de entender la ciudad por su orilla, sus restos y sus desperdicios. Es decir, la zona en la que la ciudad colinda con el campo, cerca de los canales de Xochimilco. Es un mundo a medio camino, entre lo urbano y lo rural; un fraccionamiento nuevo e inventado, que se llama Terminal Progreso, donde el protagonista tiene una relación ambivalente y ambigua con lo urbano. Al mismo tiempo, es una zona donde tiran los desperdicios de la ciudad. Con el tiempo, Guardiola va aprendiendo a entender lo real justamente a partir de los desechos; va encontrando cosas que colecciona en una caja a la que llama “su colección de basuras”. Poco a poco, esto lo lleva a ser un testigo de los sucesos.

Yo creo que el escritor, el periodista y el cineasta son coleccionistas de pequeños desperdicios. Guardiola encuentra su vocación en el video, que también es una manera de captar objetos y basuras. En mi libro sobre la Ciudad de México, “El vértigo horizontal”, que es un libro de crónicas, sin ficción, hay un texto, “El puño en alto”, cuya primera frase dice: “Eres del lugar donde recoges la basura”. Hacerse cargo de los desperdicios quiere decir que verdaderamente se es de un sitio. Es bastante fácil la identificación con una ciudad porque el equipo local ganó un campeonato o hay un edificio o monumento maravilloso. Cuando verdaderamente alguien es parte de la ciudad está dispuesto a recoger la basura; es lo que hemos hecho los chilangos en los terremotos. En "Materia dispuesta", mucho antes de que yo escribiera esa letanía por el terremoto de 2017, el personaje tiene la sensación de que quiere pertenecer a una ciudad de la que sólo conoce los desperdicios porque él se ubica en esa parte remota que todavía no forma parte de la gran urbe. A partir de esa debilidad, esa circunstancia orillera y periférica, yo quería entender la Ciudad de México.

Se cumplen 25 años de la publicación de "Materia dispuesta", famosa obra del escritor Juan Villoro.
Foto: EL UNIVERSAL / Berenice Fregoso
Se cumplen 25 años de la publicación de "Materia dispuesta", famosa obra del escritor Juan Villoro. Foto: EL UNIVERSAL / Berenice Fregoso

P. "Materia dispuesta" trata sobre un México que ya no existe. 25 años después es una especie de doble ejercicio retrospectivo

R. Muchas cosas se mantienen en México, otras han cambiado. La novela trata de 28 años en la vida de un personaje. Para los astrólogos es importante llevar cuentas de siete años porque es el lapso de tiempo en el que el cielo vuelve a estar, más o menos, en una posición original. La novela se divide en siete capítulos, siete vueltas astrológicas para el personaje. Gaurdiola explora su vida en estos 28 años. Mucha gente toma decisiones dramáticas al llegar a esa edad.

P. Por eso hay un Club de los 27 años.

R. Exacto, ellos son los que ya no quieren llegar a la responsabilidad de los 28, los que arden en su propia luz antes de llegar a ese cambio de maduración: Jim Morrison, Amy Winehouse, Kurt Cobain, Brian Jones y Janis Joplin. Esos 28 años se mantienen en la novela, pero la percepción de lo que allí ocurre ha cambiado. Me parece que algunas circunstancias de la novela son hoy más modernas de lo que eran entonces. Pienso, por ejemplo, en la indefinición sexual del personaje. Hubo gente que me dijo: cómo escribes sobre un personaje que no sabe si le gustan los hombres o las mujeres, que tiene una gran ambigüedad hacia su propia condición y sus atracciones. Hoy se habla mucho de la conducta no binaria y del género fluido, algo de lo que, entonces, no se discutía y ahora está en boga. Lo mismo con ciertas cosas de la identidad mexicana. El capítulo "Las pieles infrarrojas" me recuerda a cuando el grupo Poder Prieto cuestionó a la Compañía Nacional de Teatro (CNT) por no haber actores lo suficientemente morenos en un país donde la mayoría de la población es mestiza. Este capítulo tiene que ver con un grupo de actores que van a ir de gira a Europa y les dicen: ustedes no parecen mexicanos. El título es irónico porque para volverse artificialmente mexicanos se dan baños infrarrojos. Mi planteamiento es si es posible adquirir una autenticidad artificial; si es posible volverse voluntariamente más mexicano. Es una discusión mucho más moderna de lo que era entonces; dos terremotos, el de 1957 y el de 1985, enmarcan a Guardiola, pero la percepción de lo que ocurre puede ser, incluso, más moderna en algunos momentos.

P. Es una novela de aprendizaje. Si escribieras "Materia dispuesta" en 2023, ¿qué cambiaría?

R. Es una novela de aprendizaje en un país que tiene muy poco que enseñar. Si el país es el gran maestro que te edifica y transmite valores, ¿qué aprendimos los mexicanos? Cuando ves en el juego de la lotería que el valiente sostiene un puñal ensangrentado, ¿es esa la idea de valentía que debemos tener? Cuando escuchas la letra del Himno Nacional, una letra sanguinaria y de lucha guerrera, ¿es esa la idea del patriotismo y civismo que debemos defender? Cuando ves la idea de la masculinidad que se cristaliza en el padre del protagonista, un don juan que conquista un sinfín de mujeres, que se comporta cínicamente con ellas y quiere ser el típico macho mexicano vestido de charro, ¿es esa la idea de masculinidad que debemos seguir?Entonces, Guardiola queda confundido porque no le gusta nada de los modelos que tiene para aprender, a los cuales pone en cuestionamiento pero sin atreverse a cambiar porque no sabe cómo hacerlo. Él se identifica, un poco, con el ajolote porque vive en Xochimilco. El ajolote es un animal anfibio, entre dos realidades: la tierra y el agua. Al mismo tiempo, hay ajolotes que logran una metamorfosis y mutan en salamandras; sólo unos cuantos lo logran y él se pregunta si un día podrá ser una salamandra, si un día podrá cambiar lo suficiente. Eso queda proyectado hacia el futuro, ¿qué cambiaría hoy en esta educación? Lo más importante sería la idea de futuro. Cuando escribí esta novela, México era el país de la transición institucional. Se hablaba mucho del Partido Revolucionario Institucional, pero también de que el cambio iba a llegar: México se está democratizando, México se está modernizando, México se está abriendo, pero, ¿qué significa esto? No sabíamos muy bien porque la transformación nunca llegaba; se prometía, pero no llegaba; durante años, ese fue el país que conocíamos. En 1976, cuando yo voté por primera vez, sólo había un candidato a la Presidencia y era José López Portillo porque los miembros de la oposición se negaron a proponer un candidato. Ya no querían participar de la farsa electoral. La idea de futuro era la de un cambio donde habría democracia, y en el que no sólo competirían muchos partidos, sino que ganaría el mejor. Hoy ya estamos en ese futuro que nos había prometido desarrollo, Tratado de Libre Comercio (TLC) y democracia. Pero la realidad no ha mejorado; en cierto sentido, ha empeorado y lo más grave es que las expectativas han desaparecido. En los años 60 y 70 era fácil confiar en que el futuro sería mejor; hoy es mucho más difícil pensar que el futuro necesariamente va a ser mejor. Yo creo que una de las cosas más graves que le puede pasar a un país no es sólo que la realidad esté en crisis, sino que también lo estén las ilusiones y las expectativas. Ese es el país que tendría que enfrentar Mauricio Guardiola en el presente. Las promesas están en bancarrota, ¿quien puede creer en ellas?

P. Hablamos en abstracto, pero, ¿qué problemas concretos abordarías del México actual?

R. Hay transformaciones fundamentales. Creo que la más grave es la violencia. En mi novela "La tierra de la gran promesa", traté de explorar cómo la violencia nos afecta en la vida más íntima; cómo influye en la forma en que amamos y nos relacionamos con los demás, y cuáles son los temores que tenemos. Vivimos sometidos a una fuerte violencia. Las estadísticas duras son las de los muertos, los desaparecidos y las violaciones. Pero todo proceso violento tiene también estadísticas oscuras que no se registran: las separaciones amorosas, las crisis psicológicas, las pérdidas de vocaciones, las depresiones y demás. Obviamente, la violencia ha tenido un impacto psicológico brutal. Desde que empezó la llamada guerra contra el narcotráfico, estamos en un estado de estrés postraumático permanente.

En "La tierra de la gran promesa" traté de ver esas estadísticas oscuras: cómo la vida íntima de la gente se deja afectar por la violencia. En "Materia dispuesta" no ocurre nada de eso. Su horizonte es otro, esperanzado en el futuro y con otro tipo de predicamentos, como la falta de transmisión de valores claros. Hoy en día, Guardiola tendría que enfrentarse a las situaciones que ya aparecen en mi novela más reciente, "La tierra de la gran promesa", que se ubica en 2014.

P. También hablamos de cómo para los gobiernos la salud mental no es prioritaria.

R. Totalmente. Yo creo que una de las cosas que deberían medir la energía y la salud de una sociedad es saber cómo se siente ésta. La literatura es el mejor instrumento para conocer esto porque no sólo entra en la vida pública de las personas o, incluso, en la privada, sino también en su vida secreta: las ilusiones, los sueños, los traumas. La literatura da un gran registro de cómo se siente una sociedad. Eso es algo que las políticas, especialmente las de salud pública, pasan por alto. Juan Ramón de la Fuente, que es psiquiatra, decía: la guerra contra el narcotráfico exige una política de salud pública que tenga que ver con la psicología de las personas; los traumas y los daños que se han creado no son exclusivamente físicos, muchos son mentales.

P. Y México no estaba listo para escuchar algo así.

R. Para nada. Cuando uno piensa en la gente que ha vivido en Tamaulipas o en Sinaloa, no sólo hay que pensar en si hubo un secuestro o una decapitación. Hay que pensar también en cómo está gente se desanimó, se entristeció o se separó de su pareja, una cantidad de hechos con repercusiones, suaves si se quiere decir, pero significativas en las guerras. Hemos vivido en estado de guerra desde hace varios años. ¿Cómo ha entrado la violencia en la vida más íntima de la gente? En "Materia dispuesta" eso no existe como tal porque la violencia no es la prioridad; en cambio, en textos posteriores este tema se me ha impuesto.

P. Los cambios en la historia hacen que eso que nos define como mexicanos sea ambiguo.

R. El mexicano no es como el maíz mejorado, en el que siempre cada mazorca es idéntica a otra mazorca. El mexicano cambia, hay muchos modos de ser mexicanos. Hay mexicanos que incluso parecen extranjeros. Esta novela trata estas ambigüedades. Cuando Octavio Paz escribió "El laberinto de la soledad" quiso tipificar ciertos rasgos del mexicano para que fueran como condiciones inmanentes que, de alguna manera, sirvieran para que todos los que vivían en 1950 se identificaran con dichas posibilidades. Él mismo corrigió después esta perspectiva y escribió "Posdata", libro en el que dice que el mexicano no es una esencia, sino una historia. En otras palabras, el mexicano se está reinventando todo el tiempo. "Materia dispuesta" trata de un mexicano que se enfrenta a la simbología de su país y al sentido de pertenencia; al uso retórico de la identidad, por ejemplo, que hace su padre porque es un arquitecto de la Escuela Mexicana de Arquitectura y descubre que va a ganar más y tener mejores presupuestos si sus edificios parecen típicamente mexicanos. Si construye un hospital que, además, parezca un emblema de la nacionalidad va a tener más recursos que sí simplemente construye un hospital bien hecho. Este uso retórico de la identidad se pone en cuestionamiento y es parte del pensamiento crítico que se desarrolla en la novela.

Juan Villoro habla de su obra a 25 años de su creación: " Es una novela de aprendizaje en un país que tiene muy poco que enseñar".
Juan Villoro habla de su obra a 25 años de su creación: " Es una novela de aprendizaje en un país que tiene muy poco que enseñar".

P. Es una retórica que sigue vigente

R. Por supuesto. Además, hoy tenemos una actitud totalmente binaria con las redes sociales: eres conservador o progresista, eres fifí o chairo, eres patriota o antipatriota. Parecería que, en medio, no queda nada. Lo que debe defender la novela son las distintas posibilidades de la realidad, el pensamiento complejo, contradictorio y ambiguo.

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P. En redes sociales parece como si la gente no hubiera leído a Dostoievkis y se olvidara de que los individuos son complejos, tienen claroscuros y no son blanco o negros.

R. Pusiste un ejemplo central. Dostoievski es uno de los grandes inventores de los personajes contradictorios. Parte de la hazaña de Dostoievski es haberle dado voz a quienes pensaban de una forma muy distinta a él. Si alguien quiere conocer, por ejemplo, cuál era el planteamiento de los anarquistas, tiene que leer "Los endemoniados", que es una novela donde se expone, de forma maravillosa, el pensamiento anarquista, aunque Dostoievski estaba en contra de ese pensamiento. Alguien incluso puede tomar partido por los anarquistas, en contra del autor, porque él tuvo la grandeza de presentar ideas que no son las de él. Eso es lo que debería hacer la novela.

P. Y lo que debería suceder en este tiempo

R. En la opinión pública hay una responsabilidad del discurso oficial, pero también hay una responsabilidad de los comentaristas de ese discurso oficial. Con excesiva frecuencia, la gente que comenta la realidad lo hace desde una perspectiva unívoca y repite el mismo artículo todo el tiempo, sea a favor o en contra, sin mostrar la enorme complejidad de lo real.

P. Más allá de la ambigüedad de lo mexicano, en "Materia dispuesta" la impunidad es un tema central.

R. La impunidad sigue vigente. Pensemos en los feminicidios y en la cuota de asesinatos no resueltos, que sigue siendo altísima. En esa medida existe un país de impunidad. Al mismo tiempo, nosotros vemos que los grandes empresarios amasan fortunas, evaden impuestos y se salen con la suya; vemos también a políticos acusados de corrupción, sin que se ejerza nada contra ellos. La impunidad sigue siendo una constante en la vida mexicana.

El futuro que se esperaba ya llegó y, por desgracia, deja mucho que desear. Hay un desencanto y dentro de éste hay una pérdida de expectativas e ilusiones. No es lo mismo ir por el túnel, ver una luz al final y decir: "esa luz se llama democracia, modernidad y desarrollo", que estar en el túnel y no ver nada del otro lado. Esa es la situación en la que podemos estar ahora.

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melc

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