En "", de , tercer título de la serie de poesía lanzada por Arena Libros, editorial independiente española y cuyos campos de especialización son la filosofía y las ciencias sociales, subyace en cada una de sus cinco partes —"Decálogo del escribidor conturbado"; "Signos fulgurantes I"; "Los poemas ingleses (Dramatis Personae)"; "Otros poemas que dan gritos" y "Signos fulgurantes II"— el cuestionamiento del valor de la palabra y la poesía por sí misma, y se reiteran "temas de la poesía clásica como el amor, el desamor, la muerte y la tristeza", explica el autor.

El trato de cuestiones universales no le quita, sin embargo, el carácter lúdico al libro. Una de las formas de López para dialogar con la tradición literaria a la que más se ha acercado (ciertos poetas españoles y alemanes, por ejemplo) es a través de citas falsas que pueden llevar la firma de "Un camarero sonámbulo en el mejor prostíbulo de Mónaco" o "Un cuñado de Wagner", por sólo mencionar dos casos. "Es un juego en el que le doy rienda suelta a la imaginación y el marco literario se abre más allá de los autores citados".

Para López, quien es periodista, editor y licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla, se trata de vías, caminos, en los que rehuye algunos mitos en torno del escritor y del poeta. Él se siente alejado, explica, de esa imagen identificada en el romanticismo en la que el poeta es una especie de genio; y recuerda un concepto de Arthur Rimbaud: fijar vértigos. "Obviamente hay un enfrentamiento ante la página en blanco, pero la circunstancia del poeta está rodeada de lo cotidiano. A través de la escritura uno trata de trascender esto".

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No se trata de una negación de un componente reflexivo en el que aparecen las ideas universales ya enlistadas. Es a través de la experiencia cotidiana de quien escribe, continúa, que los poemas son poblados por tópicos profundos."Este libro en particular ha sido un viaje. Fue escrito en diversas ciudades a lo largo de diversos años; algunos poemas los hice en estancias en Inglaterra o en España, y algunos de los últimos los hice en México".

"Signos fulgurantes" estuvo en una especie de larga hibernación que sólo pudo desatar José Antonio Guerrero Reyna, editor de la colección de poesía de Arena Libros y, a la vez, autor de la misma.

Las cinco partes del libro (cuatro partes más un prólogo que es una especie de arte poética) son un trasunto de los años de viaje de su autor, un itinerario personal que al mismo tiempo es el libro y permitió su escritura. "Es una reflexión a través del lenguaje. El libro se llama Signos fulgurantes porque realmente por esa atadura que tiene el escritor hacia el lenguaje, las palabras son también un destino porque de alguna forma se revela y encuentras tu camino".

"No hay una cronología respecto a esos cuatro capítulos. Tampoco hay una clasificación temática, pero de fondo sí se plantea una gran interrogante alrededor del lenguaje. En estos poemas, además de un contenido específico o narrativo, siempre hay una reflexión en torno a la palabra y el uso del lenguaje".La poesía, dice, es una amante misteriosa, exigente y bella, pero también voluble y fatal. "Complacer ese llamado literario al que, de alguna manera, uno se enfrenta, siempre arrastra ese fondo más irracional de la vida".

Tradicionalmente, la poesía ha busca arrojar luz sobre este componente irracional al que algunos pueden llamar instinto, inconsciente o sombra: "Se trata también de trascender la vida cotidiana y dialogar con el amor o la muerte desde la perspectiva más irracional; el sueño, la fantasía o la alucinación, si se quiere. A lo largo del tiempo a los poetas se les ha tildado con los calificativos más oscuros: noctámbulos, ebrios y demás".

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Lo que López busca, en ese juego de luces y sombras, es volver al origen de la palabra. "Ese fondo oscuro al que te enfrentas desde el lenguaje no implica el mismo proceso que tienen el filósofo o el prosista".

Entre sus influencias, el escritor menciona, en desorden y como una pequeña muestra de una larga lista, a Leopoldo María Panero ("es luminoso, te ciega"), Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, José Emilio Pacheco y, en particular, Rainer María Rilke y Paul Celan ("la sensibilidad refinada de sus poemas los hace dos autores a los que recurro y releo").

"Un verso perfecto para mí está en "El cantar de los cantares": tu nombre, perfume derramado. Es una expresión perfecta de lo que el lenguaje significa de forma en su esencia concreta y en términos de significado y significante. El verso perfecto lo he encontrado en La Biblia".

Si bien, "Signos fulgurantes" se publicó hace dos años, el libro no había sido distribuido antes en México. Se tiene previsto que en las próximas semanas se lleven a cabo un par de presentaciones especiales.

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melc

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