En el cuarto año del sexenio sólo 83 empleados, de los 12 mil 425 de la Secretaría de Cultura, realizan “actividades recurrentes” en la sede de Tlaxcala, estado al que se supone se mudaría la dependencia como parte del proyecto de descentralización de López Obrador.
La cifra evidencia la absurda propaganda de la Secretaría para hacer creer que el traslado es un hecho consumado, al organizar conferencias para anunciar eventos que al final se hacen en la Ciudad de México (como el desfile de Original). Pero pequeños grandes detalles, como la necesidad de rentar un edificio extra porque no caben en el ya asignado, y el hecho de no contar con un “programa presupuestario vinculado o dirigido a la atención específica de la descentralización” muestran que la Secretaría es incapaz de cumplir esta promesa de campaña de AMLO. En medio de esta simulación, la dependencia no tiene un registro de los gastos que ha implicado la pantomímica mudanza, los traslados de Alejandra Frausto entre Tlaxcala y la Ciudad de México, así como el de los 83 empleados que asisten de “manera periódica”. ¿Cuánto ha costado el engaño? Porque dudamos que la gasolina, casetas, transporte y demás viáticos hormiga y salgan del bolsillo de la secretaria y de sus empleados.
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