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Premiados en el Quinto Concurso Nacional Grandes Maestros del Patrimonio Artesanal de México 2018, que convocan Fomento Cultural Banamex, Fonart y otras instituciones tres maestros artesanos cuentan sus historias y cómo preservan la cultura.
Tejedora ancestral. A los cuatro años, María de los Ángeles Carrillo Silva aprendió a hacer tejidos, pero siguió trabajando y perfeccionó su técnica. Años más tarde recibiría el premio a mejor pieza de la rama fibras vegetales duras y semiduras, hilados, tejidos y torcidos, por su trenzado en espiral con fibra de junco titulado Conocimiento ancestral.
Fue su abuela quien la introdujo al mundo de las artesanías, y ella aprendió con la práctica. “Me siento orgullosa de mi trabajo”, dice María de los Ángeles, quien continúa la tradición enseñándole a sus hijas el arte de tejer. Los diseños y el material que utiliza son tradicionales, simbólicos de nuestra cultura. Suele representar la figura de la serpiente: “Es el dios del conocimiento para nosotros, por eso es muy importante”.
“Las ideas brotan de la mente y el corazón. A veces digo ‘voy a hacer esta pieza con este diseño’, pero realmente no se puede hacer, sólo hay ganas”.
Cuenta que es difícil vender: “No podemos producir con el ritmo de trabajo de una maquiladora. La gente no entiende el proceso y entonces devalúa las piezas”. No cuenta con apoyos económicos y dice que “fue un problema venir. Batallé mucho, pero me apoyó una diputada federal”. Su trabajo lo realiza en su cocina y lo sustenta con recursos propios.
El barro de la vida. El taller de Édgar Alberto Vázquez Sánchez mide dos por dos metros y lo comparte con una cocina. “Ahí trabajo y como”, dice.
Proviene de Metepec, Estado de México, y lleva más de 10 años en el moldeado de barro. Fue a los seis años cuando su abuelo lo instruyó en el oficio: “Es tradición familiar. Soy la cuarta generación de una familia artesana, todos usamos la misma técnica y el mismo material: el barro”.
Su artesanía, premiada como la mejor pieza de alfarería y cerámica, se titula La Reyna del Mar y está basada en el Árbol de la vida, escultura típica de Metepec.
Jugar con tradiciones. En su propia galería, en San Miguel de Allende, Josué Eleazar Castro Razo exhibe sus juguetes. Tiene interés por mostrar la cultura: “México es muy rico en tradiciones. Mi trabajo se basa en los oficios, costumbres y tradiciones del país... suelo retratar oficios populares como la alfarería y la albañilería. Agrego situaciones cómicas o burlescas para darle un toque divertido con cuestiones mexicanas”.
Lleva siete años “jugando”, como define su labor. Inició como hobbie, y poco a poco se adentró más en el arte popular. “Gracias al apoyo del público, que les gustan mis juguetes, y a los concursos, descubrí que esto es mi pasión”. Caballito azul con calaca, juguete con el que ganó el premio a mejor pieza de papel, cartonería, juguetes y muñecas, es una calaca charra montada sobre un caballito color azul, colocado sobre una base de cartón con un mecanismo rudimentario que activa las patas del animal y lo hace cabalgar.
Josué considera que los premios sirven para reconocer su trabajo, impulsarlo y darle más valor. “Te levantan mucho el ánimo, y en cuestión económica sirven para invertir”.