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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
“Soy Emiliano el que está en la novela, soy el personaje de la historia de Emiliano, pero soy también el que tiempo después está silenciado en la entrevista con el padre, el que se deja ver a través del silencio. Creo que hoy en día soy más parecido al Emiliano que está callado en esa entrevista. Como decía Becket: ‘Busco la voz de mi silencio’ y creo que la encontré en esta novela”, afirma Emiliano Monge.
El narrador y politólogo nacido en la Ciudad de México en 1978 relata en No contar todo (Literatura Random House), una historia sobre las herencias y las mentiras, huidas y las diferentes violencias; lo hace a través de su historia familiar, de contar la vida de su abuelo, Carlos Monge McKey; de su padre, Carlos Monge Sánchez, y de él mismo, Emiliano Monge García. “Creo que toda mi vida busqué la voz de mi silencio en todos mis libros, y creo que en este libro, en la parte del padre, encontré la voz de mi silencio como encontré el ruido de mi vida donde habla de mí, convertido yo en un personaje”.
Al autor de otras novelas como Las tierras arrasadas y Arrastrar esa sombra le tomó años fraguar esta novela de no ficción, encontrar la voz o las voces y los silencios. Lo que logró fue hablar de una familia de tres generaciones y, al mismo tiempo, contar la historia de México, pues en la novela está desde la formación del narco estado, el viejo PRI, las guerrillas en México, el movimiento del 68, el halconazo, diferentes momentos históricos que se relacionan, dice, porque socialmente reproducimos las violencias de la intimidad y las violencias familiares, y es ahí donde nos encontramos todas las familias.
No contar todo es una novela sobre los machismos en México, sobre aquello que se dice y aquello que se insinúa, pero también sobre lo que se calla, se miente y de lo que se escapa.
Monge asegura que su propuesta es contar por qué heredamos una condición de la fuga o la necesidad de la huida, pero a la par de eso se heredan muchas otras, como los machismos, la mentira y las violencias. “El personaje principal de la novela son esas herencias, más que nosotros, y lo que generan en una familia”.
Reconoce al final que esta historia, que planeaba escribir desde que era adolescente, es distinta a sus anteriores novelas. En las anteriores iba sumando sucesos para obtener una historia, pero en esta ocurrió todo lo contrario. “Aquí tenía algo a lo que le fui quitando para llegar a la historia. Mi padre es escultor y pensando en escultura hay dos formas de empezar una obra: una es el modelado, trabajar desde el alambre al que se le suma plastilina, o el modelado con barro, donde se va construyendo una forma; y la otra es tener un bloque de piedra al cual se le va devastando para ir encontrando en el corazón una forma”, señala.
Tras ese símil, Emiliano Monge asegura que todas sus novelas habían sido un modelado y aquí es al revés, aquí fue irle quitando a la historia para despojarla de todo. “Yo siempre había sumado verosimilitud y aquí fui restando verosimilitud para llegar a la verdad; eso pasa con los temas también y pasa incluso con el lenguaje, es una novela como el negativo de todo mi trabajo. O quizás, todo mi trabajo era como el negativo de esta novela. Yo siempre había escrito poniendo capas y aquí la escritura de esta novela fue ir quitando capas”, afirma el escritor que forma parte del grupo de Bogotá39.
Se trata de una novela fundamental en la trayectoria de Emiliano Monge, no sólo porque se adentró en la memoria y sus pasados, sino también porque tuvo que ensayar las distintas voces. La parte del abuelo, Carlos Monge McKey requirió varios ensayos para encontrar la voz de los diarios narrados por el abuelo; la voz que más le costó fue la propia; es decir, encontrar la distancia entre el narrador y el personaje Emiliano fue lo que más trabajo le costó; en cambio el tono del padre fue el más sencillo de hallar, como en una entrevista en la que Emiliano desaparece y sólo quedan los diálogos de Carlos Monge Sánchez.
“Quizás porque mi padre más que una presencia en mi vida fue una voz. Y eso es muy duro”.