En la tradición literaria francesa hay un libro emblemático al querer hacer retratos de la condición humana: “Los caracteres”, de Jean de la Bruyère, quien en el siglo XVII creó arquetipos de la naturaleza humana, modelos muy fuertes, pero desde un punto de vista moralista; contrario a su colega, lo que busca el escritor y editor Yves Pagès (París, 1963) en “A punta de retratos”, es capturar a sus personaje ante las paradojas de la vida, frente a sus frustraciones, fallas y fragilidades.
“Existe en Francia esta tradición de De la Bruyèred, de hacer retratos de la naturaleza humana, pero en mi caso no va por ahí, no quiero hacer arquetipos, no quiero crear caracteres psicológicos, lo que yo quiero hacer en captar, capturar esas paradojas vivas que encarnan los personajes, esas fallas, esas fragilidades. Sí, de alguna manera cada personaje encarna un defecto en la naturaleza humana, pero de lo que se trata es de crear la diversidad, pero sin crear una tipología de manera moral de los personajes”, señala el narrador en entrevista.
De visita en México para presentar “A punta de retratos”, que ha publicado la editorial Cantamares, Pagès reconoce que su interés es mostrar que finalmente todos tenemos defectos y que podemos encontrarnos en los defectos de los personajes, y que el punto que tenemos todos en común es el de la humanidad con nuestras fallas y nuestra vulnerabilidad.
“Lo que trataba de hacer aquí es crear un panorama más amplio de la comedia humana, mostrar que esta frustración atraviesas todas las clases sociales”, dice el autor de este libro que en el que despliega una galería de "cien especímenes de nuestra condición humana" mediante un ejercicio de fragmentación narrativa crítica, lúdica e irónica.
“Uno de los propósitos principales en mi obra es la de que nos veamos en los otros, por eso la dedicatoria del libro es ´Para la primera persona del plural’, eso quiere decir que en cada yo existen micromunidades de todos esos nosotros que nos han marcado, esa diversidad de gente con la nos hemos cruzado y que han dejado huella en nosotros. Sí, todos estos retratos llevan la huella de la gente que me habita, está compuesto de todos estos seres diferentes”.
Su búsqueda fundamental en lo que hace, asegura, es hallar la subjetividad en cada persona, que puede ser el ego o el yo, dar cuenta a través de este centenar de retratos, de todas esas colectividades que nos habitan, asedian y obsesionan.
Cuenta Yves Pagès que en una recopilación de relatos anterior, titulada “Pequeñas naturalezas muertas en el trabajo”, esbozó 19 retratos de gente que estaba en situaciones de precariedad salarial, con trabajos precarios; sin embargo, lo que quiso hacer en este libro “A punta de retratos” es ampliar la mirada a personajes que no están sometidos ni bajo la presión de la necesidad económica
“Hay, desde luego, esta cuestión de la necesidad de sobrevivir en algunos personajes, pero quería entrar a otros personajes, gente que no tiene problemas de precariedad social; lo que quería era buscar esos contrastes humanos. Hay gente que está en gran vulnerabilidad, que está en una encrucijada y que está en la subsistencia total, pero hay otros que no tienen la precariedad, pero sufren otras cosas, viven otras maneras de alineación, que ya no están a gusto en su trabajo, por ejemplo”, dice el también editor.
Son personajes que están en una situación paradójica o en un punto de quiebre, momentos que le sirven de pretexto para que en unas cuantas líneas perfile el retrato de personajes extraídos de la realidad contemporánea, donde él explora fisuras íntimas e identidades sociales en crisis.
Para Yves Pagès al escribir no puede dejar de tener un sentimiento pesimista, en efecto, “cómo no podría serlo así si vemos esta realidad, pero quiero transmitir ese pesimismo mediante lo que yo llamaría la energía de la desesperanza, de la desesperación, y lo hago a través del humor, la ironía, la alegría que se puede encontrar al producir los desfases, en vez de que invite a mis lectores a deplorar el estado de las cosas conmigo, busco una complicidad, aunque sea solamente al compartir esta constatación, y que puede generar un mínimo de esperanza”.
El autor que mucho de su trabajo está contenido en su blog de creación textual y visual archyves.net, sigue, sobre todo, trabajando una escritura fragmentaria, pero ahora, “he pasado de la microficción al ensayo, siguiendo este mismo método de un escritor discontinuo, que puede llevar una página o dos páginas. Por ejemplo, hice un ensayo que podríamos traducir como ‘Erase una vez de cien’, que trata de cómo nos invaden las estadísticas, las cifras, que es una manera de intentar gobernar nuestros afectos, de objetivarnos de manera abusiva”.
Incluso, su más reciente libro trata de la historia de la cinta transportadora, esa cinta donde corres o la banda del supermercado donde pasan los productos; “lo que trato de hacer ahí es una historia del capitalismo, al seguir todas las diferentes transformaciones de esta cinta transportadora, es una manera de interrogar la ideología del progreso, de todas estas técnicas que nos gobiernan, de todas estas creencias ya sea basadas en la objetividad mediante las cifras, o mediante la productividad, y todas estas son cosas que nos hacen daño, que nos lastiman”, concluye.