Los personajes dibujados con bolígrafo en blanco y negro por Najah al-Bukai lucen destruidos, abandonados en el sufrimiento y la desesperanza por la tortura que el artista sirio exiliado dice que sufrió y presenció estando preso dos veces en cárceles del gobierno.
Un dibujo muestra a un grupo de hombres semidesnudos siendo golpeados . Otro representa a un hombre doblado, recostado sobre su espalda con los pies sobre su cabeza, atado entre dos pesadas tablas de madera.
" Éramos unas 190 a 220 personas en esa habitación que tenía 16 metros de largo y tres de ancho . Aquí es donde se hacían las sesiones de interrogatorio, donde los torturadores usaban diferentes técnicas", dijo Bukai, que ahora vive en Francia.
Foto: REUTERS/Charles Platiau
" Pero lo peor fue cargar cadáveres . Un día tuvimos que cargar tres cadáveres, mientras que otro tuvimos cargar 13. Eran prisioneros que murieron por las torturas durante interrogatorios o por enfermedades debido a las deplorables condiciones higiénicas", agregó.
Funcionarios del gobierno sirio han negado acusaciones pasadas de tortura sistemática
durante la guerra en el país y también rechazan las denuncias de ejecuciones masivas en las prisiones.
Pero después de años de silencio gubernamental sobre el destino de decenas de miles de personas, que según grupos de derechos humanos han sido desaparecidas en el conflicto, las autoridades comenzaron a actualizar registros para admitir cientos de estas muertes.
" Siento que es mi deber continuar la revolución ", dijo Bukai en su casa en un suburbio de París, cuyo nombre prefiere no dar por razones de seguridad.
Foto: REUTERS/Charles Platiau
"Si dejo de dibujar sobre este tema, significa que me he rendido y he dicho a (el presidente sirio) Bashar al-Assad : 'Sí, ganaste la guerra contra nosotros'", agregó.
Bukai dijo que primero estuvo detenido en 2011
, en el campo número 227 cerca de Damasco, la capital siria. Fue arrestado por ayudar a organizar una protesta contra Assad .
En 2014, fue arrestado nuevamente
en la frontera sirio-libanesa al intentar dejar el país tras dos años escondiéndose en la casa de su familia política.
Hace dos años y medio, Bukai volvió junto a su esposa y su hija de 16 años a Francia, donde había vivido como estudiante de arte a principios de la década de 1990.
Dice que el arte es una terapia para él
. Perseguido por sus experiencias, no ha podido dibujar otra cosa durante años.
"Cada vez que intento cambiar el tema y encuentro otro camino en mis dibujos, una salida, una ventana, termino volviendo a lo mismo", concluyó.
nrv