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El tema fundamental con el que el escritor Álvaro Uribe llevó un diario por cada uno de los tres cánceres que enfrentó, fue el deseo de dejar testimonio de su vida con la enfermedad y salvarse; “Álvaro siempre tuvo la intención de que esta intimidad fuera pública”, asegura la poeta Tedi López Mills, viuda del escritor fallecido el 2 de marzo de 2022 y quien habla de Tríptico del cangrejo, publicado por Alfaguara.
Entre enero de 2008 y marzo de 2022, Álvaro Uribe enfrentó el cáncer en tres ocasiones. La primera vez fue en el pulmón derecho; la segunda, en 2018, en la próstata, y la tercera, en el pulmón del lado izquierdo. Álvaro venció al íntimo invasor en los primeros dos enfrentamientos. En el tercero perdió la batalla. En cada ocasión llevó un diario, el primero es “El cuaderno de la paciencia”; el segundo, “El árbol”; y el tercero, “Tres cangrejo”. Juntos conforman Tríptico del cangrejo.
“En el primero y en el tercer diario se interrumpe la literatura mientras ocurre la enfermedad. Tan pronto Álvaro recibió el diagnóstico se tuvo que dedicar de lleno a la enfermedad, entonces el diario se convirtió en la literatura; en ese sentido, ‘El cuaderno de la paciencia’ se convirtió en una gran obra literaria, esa fue la literatura que escribió Álvaro en este trance de 2008 a 2009. Luego pasó a escribir sus dos novelas: Morir más de una vez y Autorretrato de familia con perro. El segundo diario, ‘El árbol’, que fue sobre el cáncer de próstata, le ocurrió mientras estaba escribiendo Los que no y ese cáncer se convirtió en personaje de esa novela, que fue la última novela. En ese sentido es literatura más literatura; es el que tiene intenciones narrativas ficticias, que no tienen ni el primero ni el tercero”, asegura Tedi López Mills.
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La poeta y ensayista afirma que el tercer diario, titulado “Tres cangrejo”, llegó e interrumpió la novela que escribía y que Uribe dejó inconclusa. “Su literatura del tercer cáncer fue ‘Tres cangrejo’, este diario que es el más doloroso porque fue el cáncer más agudo y el más brutal; este diario fue una especie de carrera para ganarle al tiempo”, dice López Mills.
La autora de Muerte en la rúa Augusta y Segunda persona asegura que ella había leído los dos primeros diarios de Álvaro Uribe, pero él último sólo pudo leerlo tras su muerte. “El tercero lo transcribí después de la muerte de Álvaro, ese no lo conocía, yo sabía que estaba escribiéndolo; de lunes a viernes siempre le dedicaba media hora o una hora, pero no lo leí hasta después de la muerte, salvo la última entrada del diario, que escribió un día antes de su muerte y que escribió no en su cuaderno, sino en mi cuaderno, porque no quiso llevarse su diario al hospital”.
Tedi López Mills dice que ella convivió con Álvaro en cada uno de estos tres cánceres, “no me es ajena la persona de Álvaro en los primeros dos cuadernos, pero sí descubrí muchas cosas en el tercero, porque ese fue el último y ninguno de los dos lo imaginaba así; al leerlo, cuando lo transcribí, me di cuenta que una vez que Álvaro recibió el diagnóstico ya nunca estuvo bien, pero también descubrí la extraordinaria valentía de Álvaro y además su constante lucidez, es una característica que siempre me sorprendió de él, que no era aprensivo, no era paranoico, no se adelantaba a los hechos, tomaba las cosas tal como venían y no era escandaloso; las noticias nunca fueron buenas con respecto al tercer cáncer, pero Álvaro se las arregló, y para eso sirvió mucho el diario, para no adelantarse y no alterarse más de la cuenta. Así hasta el último día, hasta la última noche que tomó la decisión que tomó”, afirma Tedi López Mills.
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Álvaro Uribe, desde Taller del tiempo, utilizó su propia vida y la de los demás para su literatura, y así lo hizo hasta el final, incluso el cáncer entró a sus dos últimas novelas. “Álvaro siempre midió su tiempo y su persona a través de la literatura, pero la vida está por encima de la literatura, si a Álvaro le hubieran preguntado ¿qué prefieres? habría dicho la vida”, afirma Tedi López Mills, la escritora con la que compartió 40 años de vida. “Siempre estuvimos juntos, era yo para él y él para mí. Nunca imaginamos ni él ni yo, que los últimos 14 años de su vida iban a tener esos tres momentos terribles del cáncer”. Pero incluso en la enfermedad el amor siempre fue el asidero para los dos.
“No he aprendido a vivir sin Álvaro todavía, no creo que sea algo que vaya yo a aprender. Cuando se pierde a alguien tan cercano lo que uno hace es acomodarse en ese vacío, pero nunca pierde uno la conciencia de que el lugar está vacío. Es una vida muy extraña”, dice Tedi López Mills, la poeta, quien celebra que el diario exista, “hacerlo fue una forma de estar todavía con Álvaro; me da gusto que haya un libro después de Álvaro”.