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En Londres ya ha caído la noche, en México son apenas las tres de la tarde. El primer bailarín del Englihs National Ballet, Isaac Hernández, está al teléfono y confiesa que no estaba seguro de ofrecer una entrevista porque, dice, su estado de ánimo no es el óptimo y cree que por eso no sería una buena compañia. El confinamiento ha comenzado a ser cada vez más difícil de sobrellevar, no sólo por el encierro sino, sobre todo, porque el futuro es incierto. Su voz, ciertamente, se escucha cansada, privilegia frases como "ha sido difícil" y "cuando esto pase", pero su tono se endurece cuando dice palabras como "continuar" y "salir adelante". A veces también ríe. El ganador del Premio Benois de la danse 2018, considerado el Oscar de la danza, acaba de cumplir 30 años y ha decidido compartir su preocupaciones, incertidumbres y motivaciones frente a la pandemia de Covid-19.
En las últimas horas el Reino Unido registra más de 36 mil fallecimientos desde que en febrero se confirmó el primer contagio y han pasado dos meses del confinamiento ordenado por el gobierno. Y, como muchos países, ha comenzado ya a planear medidas de desescalada a partir de junio. Además, las autoridades inglesas anunciaron la creación del Comité de Renovación Cultural, conformado por un equipo de especialistas que asesorará en la creación de un plan de reactivación de la industria cultural; Tamara Rojas , directora del English National Ballet, formará parte de ese comité.
Durante la cuarenta, Isaac ha impartido dos clases de ballet dirigido al público mexicano, ha ofrecido en sus redes sociales algunos videos de su entrenamiento en casa; además el ENB ha puesto a disposición de los usuarios obras completas durante 48 horas, que han sido protagonizadas por el mexicano como "Fantastic Beings", "Romeo y Julieta" y éste 27 de mayo en el canal de "YouTube" de la compañía se podrá ver el "Lago de los cisnes", durante 48 horas.
En este contexto, el ejecutante y productor mexicano habla con EL UNIVERSAL sobre el complejo panorama que enfrenta la industria cultural y sobre la urgencia de crear modelos de negocio que permitan a los teatros poder producir espectáculos antes de que los alcance la bancarrota.
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En la primera clase que ofreciste tenías una gran energía; en la segunda, tú mismo lo dijiste, estabas cansado. ¿Algo cambió en dos semanas?
En la primera asumí que era para un público que se acercaba por curiosidad, requería otro tipo de energía de mi parte; la segunda clase sucedió en un peor día que la primera y era para otro público, quería enfocarme en otras cosas. Lo que sí es una realidad es que las cosas son muy diferentes cada semana que pasa. Cuando todo empezó nosotros, en mi compañía, pensábamos que volveríamos a las actividades en dos meses, pero ahora me doy cuenta de que aún falta tiempo, que seguiremos en casa entrenando y que no podremos regresar a nuestros estudios hasta mediados o finales de julio. En estas circunstancias, a veces ves la opción de colapsar y dejarte ir, y eso fue lo que casi me pasó la semana pasada, ha sido muy difícil estar enfocado en algo que no sabes cuándo va a suceder y para mí, desde siempre, ha sido muy importante tener metas a corto y a mediano plazo, por eso me gustaban tanto las competencias, me daban un propósito para construir. Lo que me está pasando ahora es que cada día siento más el peso de no poder ver a futuro, de no tener una meta tangible que me interese, que me motive, he tenido que mentalizar mi día a día de un modo al que no estoy acostumbrado. Mantengo mi acondicionamiento, pero no he tenido la ambición que me da cuando hay una meta. A esto se le suma que no tengo el espacio adecuado en mi casa, que no puedo hacer ni la tercera parte de las cosas a las que estoy acostumbrado. Operar así ha sido muy difícil para mí, me ha tomado mucho tiempo verbalizar todo lo que me está pasando y sé que lo que me ocurre a mí seguramente le estará a pasando a mucha gente, las artes están viviendo momentos muy inciertos.
¿No ha sido posible pensar en que esto es temporal?
Sí, he pasado por varias etapas y una es que sé que llegará el momento en que esto será un episodio más de nuestra historia, pero también ha sido imposible ignorar que las cosas que están cambiando como consecuencia de esta situación van a alterar lo que nuestra generación considera como la cotidianidad; esta certeza es lo que más miedo me ha dado, me ha sacado incluso canas. Ya cumplí 30 años, estoy estresado por muchas cosas y vislumbro un cambio muy evidente en el mundo y todos los cambios me ponen nervioso, eso me ha llevado a un desgaste psicológico y físico. He tomado mucho tiempo para analizar por qué estoy sintiendo todo esto y ahora las clases de ballet me mantienen aferrado a la rutina que conozco. Mi identidad se ha formado con esa rutina que hoy ha cambiado, es incluso más importante que estar en los escenarios, ahora me doy cuenta de que necesito mantenerme fiel a mi rutina.
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Las artes escénicas se están preguntando cómo volver a trabajar colectivamente. ¿En tu compañía lo están haciendo?, ¿cómo lo vislumbras para el ballet?
Hace unos días invitaron a Tamara Rojas, directora del English National Ballet, a que forme parte de un grupo que diseñará las nuevas normas con las que podremos regresar al trabajo. Están desarrollando estudios y los están relacionando con lo que está sucediendo con los equipos de futbol y otros deportes de contacto físico, digamos que de algún modo los están traduciendo y adaptando a lo que nosotros podríamos usar para crear nuevas producciones y generar contenido. A mí lo que me parece más importante de todo es que debemos estar presentes de una manera o de otra para generar confianza, para crear sentimientos de pertenencia, de comunidad, generar algo que les permita a las personas ver que estamos cerca de salir de esta situación. En este sentido me parece que las artes serán esenciales para el regreso a la normalidad que se nos permita. Creo que será fundamental ver a otros sectores que están pasando por la misma situación, es decir, cada sector no puede sentarse por su lado para descubrir el hilo negro, debe haber mucha cooperación en este momento, todos estamos buscando la mejor solución. Me parece importantísimo que este tipo de conversaciones se puedan estar dando en México porque cada modelo se tiene que tropicalizar en cada país y deben ser acordes a cada las posibilidades que cada nación tenga. Por ejemplo, en Inglaterra uno de los temas más difíciles de solucionar serán los costos porque una producción necesita el 80% de los asientos vendidos para poder costear los gastos de producción y si los teatros se ven obligados a abrir sólo con un porcentaje de 20% de su aforo, entonces necesita encontrar un modelo de negocio que permita que durante la restricción puedan volver a actuar con un esquema de apoyos o con la iniciativa privada. En Inglaterra se produce con una combinación de las dos cosas.
En México muchas producciones se generan con dinero público
Sí, pero en el país muchos sectores van a necesitar del subsidio y los sectores que atienden emergencias sociales serán la prioridad, como el de Salud. Creo que no podemos perder de vista que las artes y el entretenimiento estarán en el último lugar de prioridades a rescatar y por eso tenemos que ser creativos como creadores y como productores, pero al mismo tiempo tendremos que ser valientes para defender las actividades culturales. Se tendrán que unir esfuerzos, unificar voces, proponer ideas muy claras. Todas las industrias tendremos que buscar modelos para que la situación mejore y tendremos que estar bien para cuando todo pase. En Inglaterra he visto que se tiene previsto abrir con normalidad en abril del 2021, eso quiere decir que el 70% de los teatros y las instituciones no gubernamentales de arte y cultura caerán en bancarrota.
El panorama se ve muy duro
Sí, pero me pongo a pensar en que será una prueba excepcional para los líderes gubernamentales y que tendrán que tomar decisiones históricas que inciten a seguir adelante. Se verá claramente la capacidad de los líderes gubernamentales y no gubernamentales para defender los derechos, la calidad, para seguir aportando y cumpliendo con su misión. Salir adelante requerirá lo mejor de esta generación y cuando lo pienso así, regresa mi inspiración porque creo que me tocarán los últimos años de vida como bailarín activo en esta normalidad, volveré a viajar para ir al Teatro Colón en Argentina, volveré a México con un espectáculo para 10 mil personas y podré vivir esa experiencia, y tenemos que ser muy inteligentes para volver a ser capaces. De nosotros depende superar una pandemia con niveles históricos, tendremos daños económicos nunca vistos y el mundo necesita lo mejor de nuestra generación.
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La Secretaría de Cultura federal ha dicho que prepara protocolos para el regreso. ¿Tú has considerado opciones?
Tengo un amigo en Londres que ha podido trabajar preparando monólogos con los actores, no cuenta con subsidio público y abrirá en cuanto pueda con las restricciones que le pongan, incluso podrá hacerlo con el 20% del aforo porque su costo de producción será reducido. Esto no podría funcionar tan claramente para el ballet, aunque he sabido de casos de coreógrafos que están coreografiando de manera virtual con grupos muy reducidos, en Hamburgo y en Berlín algunos ya están operando con distanciamiento social. Lo que nadie ha podido solucionar es que una función sea rentable con sólo el 20%, operar un teatro para ballet aún con programas mixtos y pas de deux conlleva una operación, producción. Algunas compañías han empezado a hacer funciones en espacios públicos y eso es una posibilidad, pero a mí me parece que sacrificas contenidos y posibilidades.
¿En el English National Ballet tienen un plan de regreso a los salones de clase?
No porque ese plan dependerá del gobierno. Por ejemplo, nosotros no podríamos aplicar las medidas de Holanda porque es un país con sus propias regulaciones. De momento no se tiene pensado en volver hasta mediados de julio, ya están trabajando en las estrategias. En el Reino Unido todos los trabajadores, es decir, a más de 8 millones de personas, nos pusieron en uno de los paquetes que el gobierno ofreció y las compañías aplicaron para entrar a ese esquema, lo que implica que nadie puede estar trabajando mientras reciba ese apoyo. Lo cierto es que si nosotros no hubiéramos entrado a ese esquema, para el verano estaríamos en bancarrota. También es cierto que de un día a otro no podremos generar ingresos y por eso la idea es que nos permitan reactivar la cadena de producción para poder iniciar.
Pudiste conseguir un piso de linóleo, ¿qué hubiera pasado si no lo tuvieras?
Las primeras dos semanas hice mi clase en el piso de madera, es muy duro y muy resbaloso, noté que mi cuerpo se estaba acalambrando y que estaba desarrollando ciertas cualidades para compensar, algunas eran buenas y otras malas. Por ejemplo, tuve que saltar con muchísimo más cuidado y con más consciencia que cuando salto con un piso que me da seguridad y me hace sentir protegido, pero llegó el punto en el que pensé en que si esto iba durar más de dos meses, tenía que tener un piso de linóleo. Hablé con la compañía que lo realiza y decidieron regalarnos, así que me siento muy afortunado, incluso le dije a mi hermano que debe tenerlo y planeo mandarle. Hay muchos que no pueden tener este piso, yo sí lo tengo y eso me genera la responsabilidad de usarlo bien, de mantenerme, es un lujo que ha hecho toda la diferencia, fue una de las mejores decisiones que tomé antes de entrar al 100% a la cuarentena.
¿Es fácil conseguir ese piso?
Lo hace una compañía solamente. El piso fue uno de los grandes temas que tuve cuando hacía Despertares. La Compañía Nacional de Danza tiene un piso que se llama arlequín, me parece que está en el Palacio de Bellas Artes y hay otro en el Auditorio Nacional; otra productora también tiene uno y nada más. Sin embargo, hace unos meses lo recomendé para la Sala Plácido Domingo, en Guadalajara y lo compraron. De modo que sé que en México sólo existen esos cuatro ejemplos, sé que es muy difícil de encontrarlo. En Europa, la compañía que lo hace lo anduvo repartiendo y sé que muchas compañías en diferentes países lo tienen. Si no lo tienes y eres muy ambicioso con tu mantenimiento y con tu entrenamiento es posible que puedas tener alguna lesión, pero tengo muy claro que puedes desarrollar cualidades; pienso en Nuréyev o en Barýshnikov, no lo tenían y saltaban de una manera diferente, los pies no los articulaban de la misma manera, pero también creo que si no lo tienes debes exponerte lo menos posible.
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¿Y los espejos?
Creo que muchas veces estorban, estoy disfrutando de no tenerlo porque ahora entreno como dictan las reglas del ballet. Un bailarín profesional vive todo el día viéndose al espejo y a veces creas malos hábitos, pero la realidad es que bailamos sin espejos y así tienes consciencia física. Creo que el espejo es más importante en la etapa de formación que en la etapa profesional.
¿Estás optimista?
Estoy en conflicto, pensé que no podría dar esta entrevista porque no siento que ahora sea una buena compañía. El bailar, sentirme bien bailando me hace sentir positivo pero las cosas están cambiando a niveles que no puedo controlar y me causa ansiedad. Todavía no sé cómo voy a salir de todo esto, pero recuerdo todos los riesgos que he tomado a lo largo de mi carrera y revive mi intuición, revive mi idea de ser valiente y me siento con el ánimo de estar preparado para estar presente cuando se me necesite.
En tus redes sociales es notorio que hay un público mexicano que te sigue
Sí, eso es muy bonito. Hace tiempo me preguntaba en qué momento estaría cuando yo llegara a los 30 años, me preguntaba qué perspectiva tendría de mí alguien que me hubiera conocido cuando era un niño y compararla con mi propia perspectiva. Hoy veo que hay gente que ha seguido mi trabajo, he podido sentir que hay personas que me han adoptado como parte de su vida diaria, es muy extraño sentir una gran cercanía con muchas personas. He tratado de mantener mi individualidad y mi privacidad, uso el ballet para encontrar el punto de comunicación con las personas y es fascinante la respuesta que he tenido. No sabía si a la gente le iba a importar lo que yo hiciera con mi carrera y pensaba en que si a alguien le importaba yo debía sentirme orgulloso de lo que lograra y del potencial que consiguiera. Cuando era más joven me aterraba escuchar que yo era la promesa del ballet, que era el niño prodigio que llegó a la Ópera de París. Ahora tengo 30 años y me siento bien, estoy en un buen lugar profesionalmente hablando, miro atrás y puedo defender con orgullo mis decisiones, me siento satisfecho y quiero seguir dándole a la gente mis mejores años. Cuando mi carrera termine, en términos tangibles, sólo esta generación habrá visto el trabajo que estoy haciendo, es la única que me va a ver en vivo y, si algo les pude causar, es la que contará mis historias de cuando me vieron bailar. Tengo que ofrecer lo mejor de mí y con esa mentalidad voy a seguir encerrado en este momento, voy a seguir con mis clases de ballet para mantenerme en el mejor estado posible para cuando tenga que volver al escenario.