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En el pintoresco barrio de Al Max, en Alejandría, apenas queda rastro de lo que fue la "Venecia de Egipto". Pero esos asentamientos aún están muy presentes en las mentes de las cientos de familias de pescadores que fueron expulsadas de sus casas hace unos años ante los planes de construcción de un nuevo puerto.
“Este canal fue nuestra Venecia”, dice a EFE Omar, un pescador de 41 años que recuerda con tristeza cómo hace un par de años las excavadoras derrumbaron su colorida casa y la de miles de vecinos, reduciendo el canal a un varadero para las cientos de barcas turquesas de los antiguos inquilinos de Al Mahmudiya.
Ahora, ya solo quedan algunas estructuras que aún conservan su color original y que recuerdan a Omar tiempos mejores: cada día solía saltar a las cinco de la mañana desde la ventana directamente hacia su modesta embarcación, a veces incluso en pijama, para adentrarse en el Mediterráneo con la esperanza de hacerse con un buen botín.
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Los frentes de guerra de Al Max
La expulsión de los habitantes de Al Mahmudiya fue la primera fase de un proyecto que pretende borrar la primera línea de mar de Al Max y sus históricos edificios por completo en favor de la construcción de uno de los puertos más grandes del Mediterráneo, que conectará de este a oeste los muelles de Alejandría y Al Dejela.
Con ello, también se busca facilitar el transporte de productos petroquímicos y de cemento producidos en las decenas de fábricas que llevan años vertiendo residuos en las aguas de Al Max, considerado uno de los lugares más contaminados de Egipto.
Y es que el lago Mariout, ubicado en las entrañas del suburbio, está cargado con metales, pesticidas y otros deshechos que fluyen a través de Al Max hacia el mar, amenazando no solo la vida acuática -el principal sustento para la inmensa mayoría de vecinos- sino también la agricultura y la salud de los habitantes.
"Nos encontramos ante un severo problema de contaminación", afirma a EFE el jefe del Centro de Investigación de Alejandría para el Cambio Climático (ARCA), Mohamed Abdrabo, que recuerda que la ciudad mediterránea y el delta del Nilo son una de las zonas más vulnerables del mundo a la subida del nivel del mar.
Según la ONU, en 2050 las aguas podrían ascender hasta 68 centímetros, inundando varias zonas de Alejandría y provocando el desplazamiento de hasta dos millones de personas, ya que algunas partes de la localidad se encuentran a unos tres metros por debajo del nivel del mar.
Además, Abdrabo alerta de que esto provocaría una "intrusión de agua salada" en los afluentes del Nilo, lo que causaría estragos en las aguas subterráneas de la zona y en las tierras agrícolas, que podrían perder su fertilidad.
Pero el académico lamenta que estos riesgos "no están en lo más alto de la lista" de preocupaciones de las autoridades de Egipto, más ocupadas en el desarrollo de proyectos que generen trabajo e ingresos para el país en tiempos de crisis.
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Un patrimonio en peligro
Tamer al Tabaj, un vecino de 47 años, lleva años recopilando fotografías e historias del barrio "para generar conciencia y animar a la gente a que venga a visitar Al Max antes de que sea destruido".
Este alejandrino ha vivido toda su vida en la Lokanda al Hamra (El Hotel Rojo, en árabe), un edificio de más de 200 años que sirvió para acoger a los invitados del rey Faruq de Egipto a mediados del siglo XX, así como a importantes líderes de otros países que venían de visita a Alejandría.
Hace unos meses, las autoridades hablaron con Al Tabaj para comunicarle que el edificio será derrumbado pese a los múltiples llamamientos que ha hecho a la UNESCO en vano para que el lugar sea preservado como patrimonio nacional.
"Para mí no es cuestión de una casa de piedra, es cuestión de las almas que vivían aquí, incluso la mía", lamenta a EFE.
La construcción del puerto, la contaminación y el cambio climático amenazan Al Max, mientras que la incertidumbre corroe a sus alrededor de 30.000 habitantes, que a día de hoy desconocen lo que les depara el futuro, aunque temen que será lejos de las aguas que les han visto crecer.
"Estamos preocupados sobre dónde vamos a ir. Nos ganamos la vida en el mar. ¿Puede sobrevivir un pez fuera del agua? Pues bien, nosotros somos como los peces", sentencia Hammo, uno de los vecinos que luchó hasta el final para seguir habitando la ya desaparecida ´Venecia de Egipto´.
melc