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Ingresé a la Facultad de Ingeniería de la UNAM al inicio de los años 70, con muchos sueños y esperanzas de hacer obras de utilidad para el prójimo y para nuestro país, como todo joven estudiante. Gracias a la Universidad esos anhelos se han superado con creces.
En la UNAM aprendimos a tener una visión de alegrías y tristezas, de victorias y fracasos, de logros y desventuras que nos forjó el carácter, incluyendo la convivencia y los valores de libertad de pensamiento, de disciplina, de honestidad, de respeto, de tolerancia y de igualdad, entre muchos otros.
En la Facultad todos éramos iguales, sobre todo los más aplicados; sin embargo, muchos buenos alumnos se quedaron en el camino al no contar con los recursos necesarios para cursar sus estudios, situación que ha cambiado radicalmente gracias a la Fundación UNAM.
Nuestros profesores, que nos dieron desinteresadamente sus cátedras y sus conocimientos, nos permitieron vislumbrar el México pujante, creciente y pensante cuya sociedad nos necesita. La Universidad de la Nación aterriza esa necesidad. En mis clases siempre les digo a mis alumnos: “La UNAM… es México”, pues lo que sucede en el país en lo político, en lo social, en lo científico, en lo tecnológico y en general en la sociedad ya sucedió en la UNAM y se analizó, se discutió y se plantearon las soluciones probables y los posibles caminos; nuestra Universidad marca el rumbo a seguir de nuestro país.
Mis estudios de posgrado (la maestría en Ingeniería y el doctorado en Ingeniería Civil con especialidad en Hidráulica) los hice en la propia Facultad, y profesionalmente me formé en instituciones externas a la UNAM, pero siempre estuve ligado a ella a través de clases, cursos y congresos, buscando siempre la vinculación de los alumnos a los proyectos que tuve la oportunidad de dirigir.
En el lapso de 35 años, de 1980 al 2015, trabajé en la Comisión Federal de Electricidad y allí aprendí de ilustres universitarios que me enseñaron y fomentaron en mí la necesidad de hacer un mejor país para nuestra sociedad y nuestra población. Personas como los ingenieros Fernando Hiriart Balderrama, Raúl J. Marsal Córdoba y Leopoldo Arceo Tena me ofrecieron sus consejos y guía para saber cómo se hacen y cómo se dirigen los proyectos y las grandes obras que han transformado a México, asimilando de manera trascendente el proceso de la toma de decisiones que requieren para su construcción.
En la CFE ocupé diversos cargos: desde jefe de Frente en una obra, hasta la Subdirección de Construcción, donde se hace todo el diseño y edificación de la infraestructura eléctrica del país. Tuve la fortuna de que en la Coordinación de Proyectos Hidroeléctricos de esta institución bajo mi supervisión se hizo la planeación, diseño y construcción de los grandes proyectos hidroeléctricos que la CFE desarrolló en México y en el extranjero.
De la misma forma, se me presentó la oportunidad de intervenir en el diseño y construcción de las presas de Chicoasén y Peñitas (Chiapas), Temascal (Oaxaca), Agua Prieta (Jalisco) y Aguamilpa (Nayarit). También, ocupé la dirección para el diseño y construcción de las presas Zimapán (Hidalgo), El Cajón (Nayarit) y La Yesca (Jalisco). A estas últimas, además de Chicoasén y Aguamilpa, el Comité Internacional de Grandes Presas (ICOLD) a nivel mundial las premió con la distinción International Milestone Project Award, y fueron nominadas por los expertos en el mundo debido a los elementos relevantes que se aportaron para su diseño, construcción y comportamiento, sin olvidar el aspecto social y la remediación ambiental.
Asimismo, dirigí con mucha atención las obras que permitieron incrementar la seguridad de presas en obras como Malpaso (Chiapas), La Villita (Michoacán), La Angostura (Chiapas), El Infiernillo (Guerrero) y, recientemente dentro de la CONAGUA, La Amistad (Coahuila), El Cuchillo (Nuevo león), Zapotillo (Jalisco), y varias más.
Durante la contingencia en el Río Grijalva por el deslizamiento que se produjo en Juan de Grijalva, Chiapas, en el 2007, formé parte, de manera decisiva, del grupo que dirigió la liberación de tierra y roca del caído ocurrido en México, el cual ha sido uno de los mayores retos que ha afrontado la ingeniería civil mexicana, con un alto contenido social, ya que estaban en riesgo, aguas abajo del caído, más de tres millones de personas. La Presidencia de la República me otorgó como premio una medalla alusiva por tal participación.
Una grata vivencia fue la maestría a distancia en Obras Hidráulicas que se ofreció a principios de este siglo entre la Facultad de Ingeniería y la CFE; me tocó proponerla, fundamentarla e impulsarla entre ambas instituciones. En ella, valiosos alumnos trabajaban en las presas de El Cajón y La Yesca al mismo tiempo que cursaban sus materias. En forma remota (antes de la pandemia) recibían sus clases a distancia mientras ganaban la experiencia que ofrece el trabajo profesional. Los resultados fueron estupendos ya que se formaron más de 40 jóvenes ingenieros que hoy en día siguen colaborando en la CFE y en otras instituciones del país.
He impartido clase en diferentes instituciones de educación superior por 46 años y he sido profesor de asignatura en la Facultad de Ingeniería de la UNAM desde 1985 en forma esporádica y permanentemente desde 1995, ofreciendo las materias de Hidráulica, Presas y Obras Hidráulicas. Colaboré en el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional de 2015 a 2020 y de manera paralela me dediqué a la consultoría en diversas presas en el extranjero.
Recibí la medalla Gabino Barreda, que otorga la Universidad al obtener el más alto promedio de calificaciones al término de los estudios de doctorado, y he sido acreedor a varios premios y reconocimientos: al mejor artículo técnico de ingeniería civil en tres ocasiones por el Colegio de Ingenieros Civiles de México, el Premio Nacional Francisco Torres Herrera 2004 a la práctica profesional de la hidráulica, concedido por la Asociación Mexicana de Hidráulica. Por la actividad profesional en el sector eléctrico mexicano gané el Premio Institucional a la Excelencia Benito Juárez 2006, entregado en la Presidencia de la República por la Comisión Federal de Electricidad. El CICM gratifica con el premio Raúl Sandoval Landázuri a la práctica profesional de la Ingeniería Civil y fui merecedor en la edición de 2008. La Universidad Anáhuac me distinguió con la Medalla Universidad Anáhuac 2014, en Ingeniería. En 2021 publiqué el libro Obras de Desvío en Proyectos Hidráulicos, Aspectos de Diseño y Construcción, el cual fue reconocido por el CICM con el premio José Barros Sierra al mejor libro de Ingeniería Civil 2021. El Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt me concedió el honor de ser considerado como Investigador Nacional desde el año 1998 y con nombramiento hasta el 2034.
Gremialmente fui aceptado como académico regular por la Academia Mexicana de Ciencias desde 1999 y como miembro regular de la Asociación de Ingenieros Civiles de los EE. UU. desde 2003. Asimismo, fui vicepresidente de la Sociedad Internacional de Presas de Enrocamiento con Cara de Concreto 2006-2007, y vicepresidente del Colegio de Ingenieros Civiles de México en el periodo 2008-2010. La Asociación Mexicana de Hidráulica me eligió como presidente para el lapso 2009-2011 y la Academia de Ingeniería de México me escogió como presidente en el plazo de 2012 a 2014; en esta institución, en 2017 fui nombrado Académico de Honor y fui presidente del Consejo de Honor de la propia Academia de 2020 a 2022.
El gobierno de México me designó como comisionado mexicano de la Comisión de Límites y Aguas (CILA) en la frontera con los EE. UU. durante 2020 y 2021. Desde entonces y hasta la fecha he recibido la encomienda de desempeñarme como subdirector general técnico de la CONAGUA, donde se hace técnicamente la administración del agua en el país, al definir la distribución para el consumo humano de la población y para todos los distritos de riego de México que contribuyen a cumplir con la seguridad alimentaria que se alcanza año con año, además de realizar la revisión técnica de las presas en cuanto a la Seguridad de Presas que se debe satisfacer en beneficio de la sociedad.
Como lo comenté, la Fundación UNAM es un gran orgullo para todos los universitarios, ya que ha sido un soporte formidable para los estudiantes de escasos recursos que han necesitado apoyo para continuar con sus estudios. La Fundación está presente en la vida universitaria y cada vez está más arraigada en su quehacer de difusión, divulgación, investigación y desarrollo tecnológico. Su poder de convocatoria ha mostrado lo mejor de tantos egresados preocupados por su Universidad y por el país.
Colaborando con la Fundación UNAM estamos conscientes de que, al ampliar las oportunidades que brinda el conocimiento, tendremos jóvenes estudiantes que serán mejores y nuestra Universidad sin duda se fortalecerá y haremos un país más justo, más incluyente y más educado, y, a fin de cuentas, tendremos una sociedad con seres humanos de provecho para México.
¡Enhorabuena a la Fundación UNAM por sus 31 años de existencia y logros!
Subdirector general técnico de la Comisión Nacional del Agua