Damiela Eltit tiene la sonrisa en su voz. Su nacionalidad en el acento. Y sabiduría en sus palabras. Ayer, un jurado falló que su obra "renueva la reflexión sobre la literatura, el lenguaje y el poder” y, por ello, se convirtió en la sexta mujer en obtener el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2021. Sin embargo, dice: "Cuando hablan de mis libros, no hablan de mi persona, sino precisamente de mis libros". Esos libros que, dice, han llegado a sus destinos sin agente literario, sin burocracia, sin grandes sellos editoriales, sin relaciones con círculos literarios internacionales.
La escritora chilena vendrá a México en los siguientes días para sentir que su "átomo mexicano" la hace no sólo encontrarse con los amigos, también con las artesanías, con la cultura de un país que la ha marcado no sólo en un sentido literario, también personal pues vino por primera vez en plena dictadura. El 27 de noviembre volverá para recibir el galardón dotado de 150 mil dólares, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
En el anuncio del premio, en términos de reconocimiento, dijo que nadie le debe nada. ¿Si como mujer no se busca ser reconocida, podemos reconocernos entre nosotras?
Si vemos la lista de los ganadores del Premio FIL, hay más hombres que mujeres.
Claro porque estamos en un mundo binario. Efectivamente, el poder, el dinero, la propiedad del mundo está en manos de hombres, entonces es una tarea para llegar a compartir eso, no se trata parapetarse necesariamente entre mujeres, sino más bien ponerse un horizonte de equidad porque lo que habitamos es inequitativo.
Su generación ha estado marcada por la dictadura. ¿La marca sigue en estas generaciones?
Nosotros vivimos la dictadura terrorífica, después el dictador quedó al mando del ejército, luego se auto seleccionó como senador. De modo que fueron como 25 años en total. En 2018, con el llamado estallido social, volvió la represión, la prisión política, el toque de queda, la muerte, hechos muy dolorosos como la ceguera de algunas personas que fueron a las manifestaciones. Estamos viendo, en otra dimensión, esos tiempos tan difíciles. Todo está escribiéndose, se escribe una nueva constitución producto de esa rebelión popular y estamos viendo cómo Chile, en este momento, no está estable. Hay un proceso de insubordinación frente a los signos sociales de todos estos años que, por supuesto, envuelven también a la dictadura.
La marginalidad y los bordes siguen siendo sus intereses.
Escribo sobre espacios y sujetos en determinados espacios, pero éstos no son necesariamente burgueses, pero no porque no están en mi imaginario. Cuando tú haces ficción no puedes sino hablar de lo que conoces porque sino el texto no funcionaría, lo que haces es conocer dentro de la letra.
Dice que su escritura es lenta.
¿Y se relee después de que pasó el tiempo?
Releo y me corrijo, que es peor. Es interesante porque he pasado meses en mis páginas y encuentro siempre cosas, me levanto, leo y pienso que no está bien y debo hacer algo al respecto. Luego pienso en que está bien, pero al otro día vuelvo a pensar que no lo está. Vivo en esa paradoja y está bien. Una tiene momentos. Soy un desastre, un completo horror. Y otras veces me digo: "Lo hice, hice mi libro". Nunca es parejo, nunca alcanzo a sentirme completamente satisfecha con lo hecho, pero tampoco completamente devastada porque tengo esas oscilaciones. Lo que sí me mantiene bajo cautela es el ego porque nunca se me ha ido el humo a la cabeza.
¿Las definiciones de su obra causan pudor?
Más sobre la autora
La escritora nació en Santiago de Chile en 1949
Formó parte del Colectivo de Acciones de Arte fundado durante dictadura de Pinochet (1973-1990)
Una de las autoras más reconocidas en su país con una amplia obra que incluye novela, crónica y ensayo
Su obra ha sido reconocida con el Premio Nacional de Literatura de Chile (2018) y con el Carlos Fuentes a la Creación Literaria este 2021
Algunos de sus libros son Lumpérica, Por la Patria, Mano de obra, Fuerzas especiales y Sumar
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