La Secretaría de Cultura invitó, otra vez, a los medios de comunicación a un encuentro en el Museo Nacional de las Culturas Populares la semana pasada.
La razón: el museo cumple 40 años y planea una celebración, además de que se anunció a su nueva directora, y los trabajadores de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas recibieron diplomas y esculturas como premio por su longevidad laboral. Después de los anuncios se armó un convivio: comida y música para los celebrados y la invitación se extendió a los medios de comunicación.
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Hasta aquí todo muy buena onda, pero como aquello era una cita de trabajo y no una pachanga, los reporteros intentaron ir a lo suyo, pero nada le pudieron preguntar a la titular de Cultura, Alejandra Frausto, en lo que se supone que era una reunión entre medios y la Secretaría. Quizá su capacidad para los llamados chacaleos sólo alcance los 30 segundos, lo cierto es que su reticencia a las preguntas es ya parte de su política de austeridad… pero para el diálogo.
Política en la que esperamos haya cambios porque ciertos temas son urgentes para informar a la sociedad. Por ejemplo: ¿Hay alguna respuesta sobre las fianzas que deben pagar los investigadores del INAH por proyecto o la precariedad laboral y la austeridad de palabras van de la mano? ¿Se permitirá que se pierda la designación como Patrimonio de la Humanidad de la Casa Taller de Luis Barragán por el paso del teleférico? ¿Hay una respuesta sobre las afectaciones en las cúpulas del Palacio de Bellas Artes? Entre muchos otros temas. ¿Para cuándo, secretaria?
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