En el contexto de la celebración por el aniversario 31 de la Fundación UNAM, es imprescindible reflexionar sobre la trascendental aportación a la educación y al desarrollo de nuestro país que hace dicha entidad.
Su labor va más allá de una simple contribución económica a un grupo de estudiantes que tienen ganas de salir adelante: es un apoyo, una motivación y una comunidad que hacen posible que las personas puedan desarrollarse plenamente cumpliendo no sólo sus objetivos personales sino también profesionales.
En este 31 aniversario es fundamental reconocer que la Fundación UNAM no sólo ha sido un apoyo para la Universidad, sino un pilar en la construcción de un mejor futuro para México. Su trabajo en pro de la educación, la ciencia y la cultura ha creado oportunidades invaluables, abriendo puertas a innumerables jóvenes y contribuyendo significativamente al progreso del país.
Egresados como Luis María Aguilar Morales, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); María Patricia Kurczyn Villalobos, excomisionada del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI); Xavier Cortés Rocha, Premio Nacional de Arquitectura 2022; quien suscribe, actual abogado en la Secretaría de la Junta de Gobierno del Banco de México, y un sinnúmero de personas más dan constancia de los casos de éxito de este gran programa.
Como parte de esta comunidad, veo en la Fundación UNAM un modelo a seguir, un ejemplo de colaboración entre diferentes sectores para crear un impacto positivo y duradero en nuestro país. Su visión de futuro, compromiso con la excelencia y apertura a la innovación son valores que la distinguen y principios que permean en sus integrantes. La Fundación UNAM es un faro de esperanza y un ejemplo de compromiso con la educación y el desarrollo de México. En su aniversario 31 celebro y agradezco su invaluable contribución, con la esperanza de que continúe su noble labor por muchos años más.
Asimismo, agradezco la oportunidad de ser egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM, pues me permitió conocer a grandes maestros y amigos —como el doctor Rodrigo Brito Melgarejo— que, sin duda alguna, han delineado mi vida personal y profesional.
No me restaría más que expresar mi deseo de que cada uno de quienes conformamos esta comunidad siga luchando por conseguir sus sueños y hacer de nuestra Universidad, nuestro país y nuestro mundo un lugar mejor.