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El tiempo es una constante de la nueva exposición de Guillermo Arreola: el tiempo en confinamiento en medio de la pandemia ; el tiempo de continuar con su decisión de dejar atrás la abstracción, el tiempo de incorporar cada vez más otros lenguajes. El pintor, originario de Tijuana (1969) es también escritor, y autor de ensayos audiovisuales. Cada obra ha sumado en su universo artístico.
Más de 30 obras, entre pinturas de grandes y pequeños formatos, y libros de artista que intervino y que derivaron en nuevas propuestas de libros –dejando atrás a un primer autor-, integran la exposición que Guillermo Arreola presenta en la Celda Contemporánea de la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Es una exposición que se titula “La reina no es”, que es además el nombre de una obra emblemática, de 2013, donde la figuración de manera más decidida de abrió paso en la obra que realizaba.
La exposición está formada por 32 obras, de 2013 a 2020, unas cuantas de gran formato –más de dos metros-, y otras de formatos pequeños; además de los libros, un ejercicio que, cuenta, tiene que ver con el tiempo que hemos pasado en el último año, que es parte lo que estuvo realizando en ese tiempo.
“Es importante ver cómo el tiempo determina lo que vamos haciendo, en este caso mi trabajo sí se modificó con esta condición de enclaustramiento, en cuanto a los espacios y a las superficies”.
A las pinturas y libros se suman dos videos que define como ensayos audiovisuales y que realizó hace dos años, en uno de los cuales están integradas pintura y literatura, y en otro la música acompaña un breve relato poético y visual.
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“La reina no es”, cuenta el artista, “es una pieza de 2013 donde entro de lleno a trabajar en lo figurativo, o neofigurativo. Lo que quiero decir es que ya no impera el planteamiento abstracto. Por eso me resulta tan emblemática en mi propia historia. Es una pieza de 2,8 metros por 2 metros; es sobre todo otra forma de plantear el manejo del espacio, de la pintura, en ella es muy importante el vacío. Me resulta la obra más clara donde estoy asumiendo la necesidad de indagar en lo figurativo, ya no tanto en lo abstracto”.
Ese tránsito hacia lo figurativo, a tu propia manera de hacer figuración, ¿qué procesos implicó?
Estuve en un buen periodo en el que me aboqué solo en la abstracción, y encontré que en mi caso las posibilidades estaban agotadas ahí. Era preguntarme acerca de cómo en lo abstracto cabe todo, pero al mismo tiempo puede haber un perderse, perderse en la ocurrencia, un riesgo de caer en la ocurrencia. El pintor Neo Rauch, que me encanta, decía que la abstracción es una selva. Y todo esto tiene que ver con la otra vertiente que ejerzo: la literatura.
¿De qué forma?
Quería que la pintura dijera, no que narrara, que diera cuenta de lo que es la condición humana. Siempre las tuve muy separadas (pintura y literatura) y me di cuenta de que no hay tal separación. Hay un diálogo entre ambas disciplinas. Y ese tránsito tiene que ver con una asunción, con una aceptación de que esto en realidad forma parte de un campo mayor, que es el campo de la expresión artística. Es difícil porque se cree que tuviera que haber una jerarquía de importancia, y no: tan importante es lo uno como lo otro para mí.
Fue en 2020, en medio del confinamiento, cuando Guillermo Arreola creó estos libros que ahora presenta. Él describe que son libros impresos, catálogos de artistas, donde prueba una forma de reconocimiento hacia artistas que ha admirado, es el caso de Andrea Mantegna. Y ahí surgieron preguntas: ¿qué podría funcionar en términos de acercamiento a una obra que es canónica?, ¿qué podría suscitar?
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“En diferentes momentos me plantee entrar artísticamente a esta situación tan presente. Me di a la tarea de investigar sobre artistas que habían vivido en contextos de pandemia, como Mantegna, como Egon Schiele o Gustav Klimt. En ninguno de los casos, sus obras tienen un registro de lo que les tocó vivir. Aunque me planté abordar el tema, decidí que no; para plantear algo así, de lo que estábamos viviendo, era muy importante el factor tiempo porque sólo así puede considerar uno una cierta reflexión. Y lo creo tanto para la pintura como para la escritura, aunque respeto que otros lo hagan”.
Guillermo Arreola no produce series ni tampoco narraciones. Las pinturas más recientes, cuenta, comparten más bien “un estilo” que se va desarrollando con el tiempo, “una atmósfera”. Algunas hacen referencia a pasajes y otras a personajes literarios, como Zelda Fitzgerald. Guillermo no tiene la intención de mostrar sino de aludir.
En la Celda Contemporánea, la exposición está acompañada con un texto de presentación de Geney Beltrán, donde escribe: “Más que ser, más que estar, las figuras de Guillermo Arreola se inquietan en el umbral del tránsito que la tela, esa aliada de los sustantivos, se empecina en confiscar. En cambio, de un modo dificultoso, casi agónico, Guillermo hace respirar en sus imágenes el deseo de la acción, la invitación de los verbos que habrán de hallar su persona y su número y su tiempo para delatar que, si 'todo lo humano es caída', entonces toda imagen es un ir cayendo.”
La exposición "La reina no es" se podrá visitar los martes y jueves de julio, entre las 12 y las 17 horas. Izazaga 92, Centro.