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La pandemia ha puesto en jaque la experiencia de colectivos culturales y espacios de autogestión, al tiempo que ha abierto nuevas relaciones, fusiones, intercambios, experimentos.
En 2020 se integraron dos espacios, la Quiñonera, que tiene más de tres décadas de vida, y Obrera Centro, proyecto más joven que ha derivado a su vez en espacios interdisciplinarios como la Herrateca.
En agosto del año pasado, aproximadamente, se integraron en la Quiñobrera. En la casa que en La Candelaria, Coyoacán, ha ocupado por años La Quiñonera hoy están los dos proyectos, que se integran pero que mantienen las vocaciones con que surgió cada uno, y que por otra parte han sumado a terceros.
El año pasado cuando anunciaron la creación de Quiñobrera (@quinobrera en Instagram), explicaron que el nuevo proyecto, que se gestó en “tiempos especialmente convulsos”, buscaba potenciar la esencia de cada proyecto “para compartir y construir espacios amplios, plurales, accesibles para las expresiones artísticas independientes y el aprendizaje colectivo, donde la multiplicidad de voces sea un objetivo medular”.
Así, Quiñobrera es sede de la Herrateca que, a la vez, cuenta con una Biblioteca Popular de Herramienta; es además sede de Codeco --Colectivo de Comunidades-- que propone un programa de Residencias para Proyectos independientes y que fue fundado con Tamara Ibarra; también alberga Yei, que tiene un archivo de publicaciones de espacios Independientes.
Por las circunstancias de la pandemia, el programa de Quiñobrera ha sido paulatino, precisa Mauro Giaconi, cofundador de Obrera Centro. “Hemos estado muy activos hacia adentro. Están funcionando ahí los espacios que había antes, cada uno conserva su autonomía, programación, estrategias”.
El recinto ha integrado proyectos que tenían anteriormente los dos espacios alternativos, como la Herrateca y las áreas de exposición.
Antecedentes
La Quiñonera es un espacio que a finales de los años 80 fundaron Néstor y su hermano Héctor, con Rubén Bautista. Es un referente en la historia de los espacios alternativos y culturales en México. Ha sido escenario donde cineastas, pintores, músicos, escritores, actores, críticos, curadores han realizado ejercicios creativos. Y ha sido espacio de exhibiciones y presentaciones, con fines diferentes a los de una galería de arte. Su sede es muy reconocida, en La Candelaria, Santa Cruz 111, en Coyoacán, y ahí está ahora Quiñobrera.
Obrera Centro estaba en el centro de la ciudad. Fue fundado por Giaconi y Marcos Castro hace seis años y dista de ser un centro cultural tradicional; Obrera Centro nació como espacio andrógino, de autogestión, flexible, nómada, de usos múltiples, interdisciplinario y desjerarquizado; alrededor suyo se abrieron otros espacios y proyectos como la Herrateca.
Del trabajo en Quiñobrera, Mauro Giaconi cuenta: “Empezamos a transformar un poco las características del espacio, hay un generoso jardín; tenemos un gallinero, trabajamos con la cultura de abejas; es pensar cómo, desde nuestro lugar, podemos generar dinámicas respecto a la alimentación, algo que ya nos interesaba mucho desde Obrera Centro”.
Otro de los proyectos que la Quiñobrera ha activado es con Codeco, para residencias y proyectos colectivos; los proyectos que acaban de ser seleccionados por convocatoria abierta son El Costal y Sin Miedo, y por invitación estarán Fiebre Ediciones y Panósmico. “La diferencia con otras residencias es que estas están enfocadas a proyectos colaborativos con artistas que trabajen desde lo individual, lo colectivo, y lo comunitario”.
Otra de las acciones ha sido impulsar el dibujo. Con un grupo de estudio, a mitad de año pasado lanzaron tres publicaciones generadas desde talleres; la primera fue “Dibujes para dibujar”, con instrucciones y con la participación de más de 80 artistas, y dos libros con dibujos para colorear.
La integración no representa que se dejen proyectos individuales ni lo que como espacios de autogestión realizaban. “En la Quiñobrera ha habido una remodelación de espacios. Todos hemos ido readaptando las ideas. Es un espacio generoso, de mucha convivencia, y hemos sido muy afortunados de no haber sufrido tanto el encierro en un área de cuatro paredes”.
Acerca de los acuerdos entre los distintos colectivos, Giaconi dice: “Básicamente nos propusimos transformar la idea de espacio, poder mantener cada quien su programación, su dinámica. Para los tiempos que se vienen va a ser muy importante reconfigurar la idea de estar juntos, con tanta distancia que se ha generado. Estamos ansiosos por empezar esta tarea y aprender cómo se va a ir desarrollando la nueva etapa. Lo que estamos viviendo hace que todo que se reconfigure, pero no nos queremos dar por vencidos.”