La revolución que se hace con el fusil y la revolución que se hace con el pincel caracterizan al unipersonal de Bárbara Perrín Rivemar, "La marcha de Siqueiros", cuenta el director Gilberto Corrales, en entrevista.

El periodo que la obra abarca es el de la última reclusión de en la cárcel de Lecumberri y, a pesar de que es un unipersonal, la complejidad de la trama se desarrolla, explica Corrales, a partir de las voces de los demás personajes, asociándose con el desplazamiento y las acciones de ocho espectadores que se integran a la obra y reciben indicaciones para relacionarse con Felipe Tútuti, quien es, valga la redundancia, el único actor sobre el escenario.

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A partir de una investigación que realizó Daniel Salinas Basave, la obra revisita varios aspectos de la vida de Siqueiros: desde su faceta como activista político hasta su exploración artística y su vida privada. "Toda esa información la fue compartiendo con el equipo creativo y la dramaturga durante la pandemia para que esta ficción inspirada en su biografía y sus aportaciones artísticas fuera tomando forma".

Foto: Teatros CDMX
Foto: Teatros CDMX

La obra no omite algunas situaciones particulares que vivió el pintor: su trabajo desde la cárcel, por ejemplo, en la obra “Licenciado No-te- apures”, de Roberto Hernández Prado. El público puede ver una representación de Siqueiros mientras crea los biombos para la escenografía. "Es algo que sucedió en la vida real. Estos aspectos verídicos se retoman, se articulan, de manera precisa para contar una historia atractiva en la que pasan muchas cosas en poco tiempo".

Al margen de que en la obra se prioriza la fidelidad hacia la figura histórica, continúa el director, hay un par de licencias poéticas: una de las más llamativas, el encuentro entre Siqueiros y Ramón Mercader, asesino de León Trotski, quien, como se sabe, estuvo refugiado en México gracias al gobierno de Lázaro Cárdenas.

"La muerte de Trotski suscita escenas en la obra y sirve para reflexionar sobre la relación de Siqueiros con el atentado; lo que se dijo en los medios, contrastado con lo que para Siqueiros significó atacar a balazos la casa donde estaba refugiado Trotski. Mercader sí lo ejecutó, pero de otra forma, en una confrontación más cercana al espionaje".

Foto: Teatros CDMX
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Sin embargo, el encuentro entre Siqueiros y Mercader es, en la obra, una especie de duelo entre dos personajes. "Una versión es que Siqueiros recibió la encomienda para ejecutarlo; otra, la que nosotros llevamos a la ficción, se refiere a un acto de protesta contra el gobierno, una intimidación, aunque no fuera su intención matar a Trotski".

"La marcha de Siqueiros". Foto: Teatros CDMX
"La marcha de Siqueiros". Foto: Teatros CDMX

Una de las características más interesantes de esta obra es que a Tútuti lo acompaña la composición musical que Mario Alvarado realiza para esta puesta en escena. Pero no es, no, una composición ordinaria, ya que se hizo a partir de un análisis de la actividad cerebral del actor y su ritmo cardíaco mientras trabajaba ciertas escenas; así, música y obra se coordinan.

Además, el dispositivo escénico es, "prácticamente, un mural vivo", que se reconfigura todo el tiempo con la videoproyección de Daniel Primo sobre la escenografía. "Nos interesa acercar al personaje a las nuevas audiencias, pero también queremos mantener una participación activa del público por medio de la resignificación de la filosofía de Siqueiros. Él decía que su obra no estaba completa hasta que el público no se fuera desplazando por los muros intervenidos. Nuestra obra no se completa sin el desplazamiento del público y sus acciones; es una forma de corresponder con la poética de Siqueiros", concluye Corrales.

"La marcha de Siqueiros" es producida por la asociación civil Tijuana Innovadora y la compañía Teatro en el Incendio. Tendrá una única función el 8 de septiembre, a las 20:30 horas, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro).

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