En el origen de su antología personal, titulada “Ceguera, allí estarás”, la poeta, editora y traductora regiomontana Jeannette L. Clariond, está en una indagación perpetua desde la poesía sobre el silencio, sus orígenes y especial su madre, pero sin que deje de estar presente la lengua, o mejor dicho, las lenguas en las que se expresa, la historia personal y los secretos familiares en los que guarda un lugar muy importante la locura y la depresión, que casi como desde un lugar muy oscuro ha empezado a revelarse.
“Es doloroso, pero me parece más difícil y más triste no poder conocer la historia de mi familia. Por eso es tan simbólico para mí el título "Recuerdos del porvenir", porque cuando tú recuerdas entonces se te proyecta todo ese pasado y todo lo que está por venir porque el saber cambia totalmente tu perspectiva y empiezan a cobrar sentido todas estas situaciones que viví y que durante mi infancia y mi adolescencia no podía descifrar”, señala Clariond en entrevista sobre esta antología personal en la que congrega una selección de una obra que abarca 13 libros y 38 años de trabajo poético.
A los 11 años, ante una revelación que le hizo su prima Laura, sobre que tenían un tío loco, Jeannette L. Clariond encontró la palabra poética para iluminar las oscuridades y poner sonido a los silencios. “Yo no sé si las heridas cicatrizan, si las heridas poéticas lo logran, pero yo creo que es por donde entra y sale la luz metafóricamente sí, creo que hay que dejar esa herida y que la manera como se mantiene viva y roja, sin que sangre”.
En “Ceguera, allí estarás”, publicada por la Nueva York Poetry Press, en la colección “Piedra de la locura” que tiene la característica de ser obras de gran volumen y acompañadas de obra plástica, que en este caso son 16 ilustraciones de Eric Pérez, contiene desde poemas de su primer libro publicado, “Mujer dando la espalda”, así como textos de dos libros inéditos: “La rosa blanca de Duma” y “Amonites escoliados”, pasando por “Desierta memoria”, “Todo antes de la noche”, “Las lágrimas de las cosas” y “Leve sangre”.
“Sí, esta palabra poética me llegó a esa edad, sí, la necesidad de escribirla, pero recuerdo que desde los 6 años veía una tristeza en mi mamá, aunque mi hermana no la veía y yo le decía, ‘viste esto’, ella me decía ‘para nada’ o ‘qué rara eres’. Luego lo entendí, porque me parece que el poeta ve cosas que se corresponden con lo que está sintiendo, con algo que intuye y que sabe que algo está mal y que quieres tratar de componer eso en el otro, pero realmente lo quieres componer en ti por la manera en que a ti te afecta”, afirma la escritora.
Es ella, quien confiesa que la pandemia y el encierro la llevó a indagar con más fe en sus orígenes y en su pasado; pero también en las emociones y los afectos, en su infancia, porque sí algo concibe de cierto es que todo sucede en la infancia.
“Tengo mucho material de la infancia para trabajar y cuando regreso a Chihuahua y me quitan los espacios que yo visité, o sea, el Cine Plaza, el Cine Alcázar, frente a la Catedral y la Plaza de Armas, y que derribaron los dos cines emblemáticos de la ciudad para construir un estacionamiento para los congresistas, lo que pienso es que lo peor del caso es que son tus referentes y tendrían que ser los referentes históricos de la creación de las identidades de nuestro país”, señala la fundadora de la emblemática editorial Vaso Roto.
Esta Antología personal de casi 600 páginas, tiene como elemento central una verdad que a cada tanto Jeannette L. Clariond ve con mayor claridad, quizás por la madurez, o por la exploración que hace de sus orígenes: es la certeza de que Chihuahua --donde nació en 1949--, es su laberinto de mil puertas.
“Con la edad y ahora con más profundidad me doy cuenta que hay muchas puertas que se están abriendo, muchas exploraciones también que hecho. Toda esta investigación sucedió durante la pandemia. Cuando tienes tiempo y no andas con el ajetreo y el trabajo que nos arrastra la vida diaria, te pones a pensar sobre tus padres, sobre cuándo murió tu padre, cuándo murió tu madre y cuando, en una llamada a una prima mía de Chihuahua, ella me dijo que mi abuela, la madre de mi madre, también había estado internada en el psiquiátrico”, confía.
La locura y la depresión han rondado los orígenes en los que ha indagado Clariond. Dice y está muy presente en “Ceguera, allí estarás” que su tío Jorge murió hasta 1993, “pero nunca lo vimos, no lo conocimos, estuvo siempre encerrado en el psiquiátrico. Mi madre muere en el 88 y luego de su muerte le pregunté a mi papá, qué le pasaba a mi madre, por qué no fue a verlo. Mi mamá tenía depresiones. Yo llegué a ir a Chihuahua a verla al hospital internada”, cuenta.
Dice que su papá se llevaba a su madre en coche, de Chihuahua a Puerto Vallarta porque él pensaba que era la manera en como a su mamá se le iba a pasar esa depresión, “pero creo que mi mamá la traía enquistada desde que vio a su hermano en el psiquiátrico. Yo le pregunté a mi papá por qué no iba mi mamá a ver a mi tío Jorge y mi papá me dijo: ‘La llevé cuando nos casamos y al verlo, tras los barrotes, se desmayó’”.
Su indagatoria en ese pasado y en sus orígenes, apenas empieza y eso, sabe, la llevará a escribir más poesía. Jeannette L. Clariond dice que a últimas fechas ha sabido que en Kerrville, Texas, en el hospital psiquiátrico donde estuvo su tío Jorge, era un lugar donde internaban a los enfermos mentales junto con delincuentes, “una prima mía, que tiene acceso a los archivos de los mormones, me mandó una foto y mi tío estaba con una camisa de rayas”. Ese es el principio de una nueva indagatoria.
“Por allí andaré, por eso al final de la antología tengo la rosa blanca de Duma, después de eso vendrá ‘Visitas a San Juan’ que es el psiquiátrico en San Juan de Letrán, en Guadalajara, en donde estuvo internada mi abuela y creo que ahí llevaron a que mi mamá recibiera electrochoques. Estoy en proceso de la investigación oral”, confía Clariond a propósito de hacia dónde la ha llevado su exploración al silencio, los orígenes y su madre, mediante la palabra poética.
