Venecia, Italia.—Era el fin de semana de las elecciones del Parlamento europeo, el panorama no se veía fácil para algunos. En las calles de Venecia había propaganda de partidos políticos; un grafiti reprochaba el financiamiento del gobierno italiano de 2 mil millones de euros a la industria bélica. Turistas de todo el mundo atiborraban los callejones venecianos, un problema que el gobierno busca combatir con el experimento de cobrar admisión para poder ingresar a la ciudad.

Los resultados preliminares de la elección en Europa muestran que partidos de derecha y ultraderecha obtuvieron la mayoría de los escaños. El actual panorama político e ideológico europeo, y de la propia Venecia, crea un fuerte contraste con el tema de la , que se titula Stranieri ovunque (“Extranjeros por doquier”, en español) donde se reflexiona sobre temas como la diversidad cultural, la xenofobia, el racismo, la otredad, el indígena, la migración y la diversidad sexual.

El brasileño Adriano Pedrosa, primer curador latinoamericano de la Bienal, explicó que el título viene de una obra que se exhibe en la Bienal, es del colectivo Claire Fontaine y se creó en el 2000 bajo un contexto de racismo y xenofobia. Y hoy tiene un significado crucial en que las cifras de refugiados están superando los 108 millones que reportó Naciones Unidas en 2022.

  La pluralidad cultural conquista espacios   en la Bienal de Venecia
La pluralidad cultural conquista espacios en la Bienal de Venecia

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“El contexto en el que se coloca esta obra es en un mundo lleno de diversas crisis que tienen que ver con el movimiento y existencia de personas dentro de pueblos, naciones, territorios y confines y que reflejan los riesgos y los peligros ocultos dentro de la lengua, de sus posibilidades de traducción, y de la nacionalidad, expresando diferencias y disparidades condicionadas a la identidad, a la ciudadanía, a la raza, al género, a la sexualidad, a la libertad y a la riqueza. En este panorama, la expresión Extranjeros por doquier tiene más de un significado. Sobre todo quiere dar a entender que a donde quiera que se vaya nos encontraremos siempre con extranjeros”, dijo Pedrosa en la presentación de la Bienal en febrero.

Con 80 pabellones de arte y una exposición general con obra de 331 artistas, Venecia se convierte en el epicentro del mundo del arte. La inmensidad de la Bienal hace que su recorrido se vuelva un maratón. Sin embargo, es posible identificar los hilos que tejen esta exposición. Para empezar, la mayoría de los participantes son artistas que exhiben por primera vez en la Bienal, y se dio mayor peso a creadores del llamado Sur global, de forma que debutan artistas chilenos, palestinos, mexicanos, libaneses, peruanos, sudafricanos, indios, bolivianos, filipinos... “Así se reconoce una deuda histórica”, dice el curador.

Así como en orígenes, hay una diversidad de técnicas y formatos, sin embargo destaca el arte textil. Pedrosa explica en un texto de sala que les dio peso porque “son obras que revelan un interés por la artesanía, la tradición, lo hecho a mano, técnica considerada ‘extranjera’ en el mundo de las bellas artes”.

Por ejemplo, la artista filipina Pacita Abad presenta collages textiles de escenas de migración en lugares como Haití, EU y Hong Kong. Mientras que del colectivo chileno Arpilleristas hay bordados con muñecos tridimensionales de escenas de la dictadura de Augusto Pinochet.

Foto: Frida Juárez/EL UNIVERSAL.
Foto: Frida Juárez/EL UNIVERSAL.

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También hay numerosos artistas en colectivo, el curador dice que quiso incluir a familias de artistas, en su mayoría indígenas, porque representan la tradición de heredar conocimiento y prácticas artesanales.

Un ejemplo de obra colectiva es la instalación Disobedience Archive, del colectivo The Zoetrope. La pieza: un zootropo que proyecta videos de protestas contra el capitalismo y la discriminación contra los LGBTIQ+.

El arte queer también destaca: la pieza que atrae a los asistentes es Two Unidentified Lovers in a mirror, del libanés Omar Mismar, quien se apropia del estilo del mosaico romano para ilustrar escenas queer y de guerra de su país. Mientras que la artista trans estadounidense Puppies Puppies presenta una estatua de su propio cuerpo, en un extracto del largo título dice: Estatua de una mujer trans. Soy una mujer. La historia ha tratado de borrar a muchas de nosotras pero lucharé por nuestros derechos hasta que muera.

Palestina en Venecia

El devastador conflicto que vive Palestina no pasa desapercibido en la Bienal. En la ciudad hay protestas, desde estampitas con la bandera de Palestina en las calles y obras de arte solidarias, hasta actos más contundentes, como lonas contra la extinción de las universidades en Gaza.

Dentro de la Bienal hay piezas que hacen referencia al caso, como la de la mexicana Frieda Toranzo Jaeger, quien en su obra retoma las sandías de Viva la vida, de Frida Kahlo, pero suma la frase “Viva Palestina”. O la del turco Günes Terkol, que presenta textiles que realizó con mujeres bordadoras, quienes sumaron la bandera trans y una sandía (símbolo de Palestina).

La manifestación más notoria se encuentra en I Giardini, una de las sedes de la Bienal. Ahí está el pabellón de Israel, cerrado, y con un letrero: “Los artistas y curadores del pabellón de Israel abrirán la exposición cuando se logre un acuerdo por el cese al fuego y la liberación de los rehenes”. El Pabellón está resguardado por al menos tres militares. Aunque el gesto pueda parecer considerado, también hay que hacer ver que el pabellón tenía alternativas limitadas, pues era cerrar o permanecer abierto, bajo algún riesgo de ataque o protesta.

Foto: Frida Juárez/EL UNIVERSAL.
Foto: Frida Juárez/EL UNIVERSAL.

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Palestina no cuenta con un pabellón en la Bienal, porque en Italia no es reconocido como estado soberano. Pero como actividad colateral está la exposición South West Bank con obras de artistas palestinos. Y creadores presentes en la exposición general. La instalación textil Come Let Me Heal Your Wounds. Let Me Mend Your Broken Bones, de Dana Awartani, presenta pedazos de seda que rasga y enmienda con cuidado, como representación de lugares del Medio Oriente destruidos por guerras y terrorismo.

El llamado a la unidad a través de la diversidad de la Bienal ahora tendrá que navegar en este tenso escenario donde la derecha tiene más fuerza. “Los artistas siempre han viajado, un fenómeno que inició a finales del siglo XX y que no ha hecho más que aumentar (una ironía justo en un periodo con cada vez más restricciones para el desplazamiento)”, señala Pedrosa.

El pabellón de Israel está cerrado pero en un letrero explica que abrirán “cuando se logre un acuerdo por el cese al fuego y la liberación de los rehenes”. Foto: Frida Juárez EL UNIVERSAL
El pabellón de Israel está cerrado pero en un letrero explica que abrirán “cuando se logre un acuerdo por el cese al fuego y la liberación de los rehenes”. Foto: Frida Juárez EL UNIVERSAL
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