Se acabaron los personajes con damascos y terciopelo: la Ópera de París apuesta sobre el escenario por la ropa casi callejera, mezclando el vintage con las prendas a medida.

El vestuario de la ópera parisina ha atravesado múltiples corrientes estéticas desde la inauguración del Palacio Garnier en 1875, ya fuera con diseños de grandes pintores para un solo espectáculo o pensados para ser utilizados durante medio siglo.

Hoy "es la moda suya y mía", declara a la AFP Marine Kahane, historiadora del arte y una de las comisarias de la exposición "Vestir la ópera" organizada por el Centro Nacional del Vestuario sobre el Escenario en Moulins, en el centro de Francia.

Los motivos de este último giro estético son financieros

, debido a la multiplicación de representaciones tras la apertura en 1989 en París de la ópera "popular" de Bastilla, pero ante todo artísticos: con la modernización de la puesta en escena y de los decorados, el vestuario refuerza la dramaturgia porque el público se siente más fácilmente identificado.

"Fíjese en el metro, es extremadamente teatral: las sudaderas, las deportivas, las gorras.. está estudiado, no es casual. ¡Nuestras camisetas desembarcan en el escenario!", subraya Kahane.

Por ejemplo, un militar representado en el escenario,

"antes llevaba hombreras, galones dorados. ¿Qué hacemos ahora para las jóvenes generaciones? Lo vestimos de paramilitar", agrega.

El hecho de basarse en el vestuario contemporáneo tiene además la ventaja de "crear un universo" específico para el espectáculo, incluso "modernizar" obras del siglo XVIII, explica a la AFP Christine Neumeister, directora de vestuario de la Ópera de París.

Así, en la exposición, destacan uniformes de policías antidisturbios para la ópera-ballet "Les Indes galantes", de Rameau, compuesta en 1735.

Junto a estas prendas, destacan una pila de camisetas blancas con etiquetas "Como en las colonias" con los nombres de los artistas y de sus personajes.

Ahora, "hurgamos en las tiendas vintage, a veces compramos por kilos", explica Neumeister.

Los talleres siguen confeccionando a medida.

Varias prendas en fieltro para la ópera "Los Puritanos" son decoradas con bandas recortadas con láser y trenzadas , a la vez que están abiertas por las axilas para que el cantante no tenga demasiado calor en el escenario.

"En los años 1980, cuando empecé mi carrera, había mucho más dinero, podíamos dedicar más tiempo, coser a mano", recuerda Neumeister. Hoy "nos costaría" imaginar las suntuosas producciones de esa época.

Pero "los obstáculos estimulan la creatividad" y los empleados en los talleres son polivalentes.

Pese a todo, todavía se invita a diseñadores de moda para algunas representaciones, aportando a la ópera nuevos códigos y técnicas contemporáneas.

Por ejemplo, el británico Gareth Pugh rejuveneció en 2016 "Eliogabalo", una ópera del siglo XVII, con prendas arquitectónicas y andróginas.

Para "Trompe-la-Mort", el belga Tim Van Steenbergen se inspiró en los grabados del siglo XIX de Gustave Doré para retrabajarlos digitalmente e imprimirlos sobre el vestuario.

Hoy, los tejidos son con frecuencia técnicos, las joyas de plástico y las lenjetuelas ya no se cosen una a una, sino que se pegan.

Y algunos "savoir faire" se pierden: solo quedan dos maestros de la plumería en Francia , frente a 400 hace un siglo.

akc

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