Bajo el sello del Fondo de Cultura Económica y El Claustro de Sor Juana, se publicó en días recientes una nueva versión de La tierra baldía, de T. S. Eliot, obra fundamental e influyente del siglo XX, traducida y anotada por Hernán Bravo Varela, poeta, ensayista y editor del Periódico de Poesía de la UNAM.
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¿Qué te impulsó a traducir La tierra baldía?
Si tuviéramos que cometer la ociosidad y hasta el pecado venial, por decirlo de alguna manera, de proponer un sólo título de la poesía del siglo XX que haya cambiado decididamente su rostro, ese poema sería La tierra baldía, de Eliot.
Lo más curioso es que no se trata de un poema sencillo, fácilmente aprehensible o que se agota en una lectura; como los grandes poemas es una maquinaria que exige de los lectores ver cada uno de los mecanismos, cada uno de los cantos de los que se compone, para entender el fabuloso monstruo que es y su dimensión.
Es un poema que le dio al siglo, en buena medida, su multiplicidad de voces, su búsqueda de medios de contraste y de mezclas duras, tal y como aparecen en el poema; es una lección de cómo se atan los cabos entre la alta cultura y la cultura popular, de cómo la mitología se une a la peripecia cotidiana, de cómo también los arquetipos son en realidad criaturas de carne y hueso, muchas veces en pos de intereses pedestres, terrenos o completamente fuera de lugar. Es un poema total que exige, no sólo cada vez nuevos lectores de las generaciones venideras, sino nuevas traducciones. Por eso me atreví a hacer la propia, sobre todo, con miras al centenario de La tierra baldía, que ocurrió a finales de 2022, más o menos, con la aparición de esta edición.
¿Cómo te conectas con la obra de T. S. Eliot?
Me conecto desde la profunda admiración y la imposibilidad de ofrecer una versión definitiva; dicha imposibilidad es salvadora, beatífica porque le exigirá a las siguientes generaciones su propia versión.
Desde que yo era adolescente conecté con Eliot. Incluso, hice una primera versión, que nunca publiqué porque quedó trunca, de Los hombres huecos, poema posterior a La tierra baldía. De allí hice algunos sobrevuelos. Cometí, por ejemplo, la versión de La canción de amor de J. Alfred Prufrock, que es quizá su primer gran pistoletazo de salida y que aparecía como parte de un libro llamado Prufrock y otras observaciones, elogiado por Pound y que hizo al autor de los Cantos fijarse en Eliot a tal grado que terminó por enmendar la plana de La tierra baldía.
Pero todo este viaje puede quedarse corto, si no tiene en medio ciertas escalas o referencias importantes. Por ejemplo, al poema que sirvió de pretexto al musical Cats (me refiero a Old Possum's Book of Practical Cats). También vale la pena mencionar la aproximación de José Emilio Pacheco a los Cuatro cuartetos, así como los ensayos de Eliot que siempre son inagotables referencias de un lector estricto, pero sumamente inquietante a la hora de formular su propio canon y establecer ciertas coordenadas para entender el ejercicio de la escritura poética del tiempo que le tocó vivir a él y a nosotros. Eliot ha estado muy presente en mi vida como lector, poeta y ensayista.
La tierra baldía es una de esas obras que absorben el canon universal
Es la summa de summas; buena parte de las lecturas de Eliot comparecen ahí como si fueran ectoplasmas o materializaciones en la sesión espiritista que también es el poema, en el sentido en que solicita la presencia de los espectros del pasado.
Cada referencia, oriental u occidental, que Eliot pone y de la que se sirve para continuar el trazado del poema son referencias que no tienen un orden preciso, cuya ubicación es incómoda e inesperada, y aparecen como señales.
Son como signos de tránsito que no le indican al lector hacia donde caminar, sino que están sujetos al arbitrio de las interpretaciones que surjan.
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¿Crees que hay una exploración mística en el poema?
Pound, que era ua especie de gran jugador del ajedrez literario, le hizo ver a Eliot que el final de La tierra baldía se acercaba peligrosamente a lo religioso. El final, “Shanti Shanti Shanti”, según los Upanisads es un término que designa una paz más allá del entendimiento humano. No creo que sea una tabla de salvación, sino parte de una pluralidad de voces y lenguas.