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La muestra "Da Vinci Experience", una producción traída desde Italia al Palacio de la Autonomía en el Centro Histórico de la Ciudad de México, ha provocado comentarios positivos del público, pero también ha recibido críticas y quejas debido a las largas filas para disfrutar de la exposición, especialmente en lo relacionado con la experiencia virtual, así como por tener pocos accesos para personas con discapacidad y por el reducido número de piezas. Los organizadores aseguran que han corregido las necesidades de los usuarios.
Sobre estas críticas, Gabriel Pérez, director de Cross Media México, la empresa que trajo al país esta exposición, afirma en entrevista con EL UNIVERSAL: “Hemos hecho adecuaciones para que la fluidez sea mejor, cuando cierran el Palacio el personal trabaja toda la noche, día con día, para mejorar las cosas que la gente nos solicita”.
Finalmente hay una sala de realidad virtual con 10 estaciones relacionadas con la ingeniería de guerra; con el visor se puede hacer un viaje por varias escenas para descubrir tres prototipos creados por Da Vinci y ver su funcionamiento, como un barco, el tornillo volador y un tanque de guerra.
Los organizadores reconocieron que, en efecto, detectaron “cuellos de botella” que se generaban en el recorrido, así que optaron por hacer cambios como abrir una sala especial para la experiencia virtual, que al principio estaba instalada en una de las salas con las máquinas. También advirtieron que existía una alta demanda y sólo contaban con 10 visores 3D, ahora tienen 18 y esperan que pronto lleguen 12 más.
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“Se hicieron todas las adecuaciones necesarias para que personas con cualquier tipo de discapacidad pudiera entrar: existe un elevador para ellos y hay rampas por todas partes”, subrayó Pérez.
El tiempo de espera para entrar a cada sala es el aspecto que molesta a la mayoría de los visitantes.
El recorrido tiene cuatro salas y para entrar a la primera, el tiempo en la fila puede ser hasta de dos horas, pero a la mitad de la exhibición hay que formarse nuevamente por al menos 30 minutos más.
Hay que tomar en cuenta que la capacidad máxima es de mil 200 personas por día.
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En un recorrido, algunos de los visitantes compartieron su testimonio con EL UNIVERSAL: “Es el Palacio de la desorganización”, dijo Álvaro, quien esperó en la fila por más de media hora junto a sus hijos, que permanecía recargados sobre sus piernas en el piso.
“Adquirí mi boleto en taquilla y no se me hizo caro. Pensé que iba a ser más digital, me hubiera gustado que nos guiaran por las salas, quizá así no se hubiera acumulado tanto la gente”, comentó Enrique.
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La directora del Palacio de la Autonomía, Ileana Cervera, explicó que quedan cosas pendientes por arreglar, pero “despacio” ya que “el Palacio no funciona como un museo”, sin embargo, aseguró que todo el personal está “al pendiente de que no falte nada”. “Todos los días vemos qué pudo faltar para poderlo modificar”, agregó.
Para mantener comunicación con el público hay dos formas, una de ellas es un sistema de monitoreo de felicidad (happy index), que le permite al usuario calificar con emociones su experiencia y registrar comentarios.
“Hoy tenemos un 86% de aprobación, aunque nos gustaría estar arriba de 90%”, comentó Gabriel Pérez. Además, agregó Cervera, las redes sociales de los organizadores, del Palacio de la Autonomía y de Fundación UNAM están disponibles para mantener comunicación con los encargados de la muestra.
Los boletos para entrar la exposición que estará hasta el 16 de febrero pueden adquirirse en taquilla e Internet y tienen diferentes precios: Fast Pass en $145 (da la opción de no formarte, pero se limita al 10% del total de entradas); general, $95 y descuento a menores de 13 años, adultos mayores con INAPAM, credencial estudiante UNAM; y personas con discapacidad, $65.